Capítulo III

1258 Words
Narra Tobías. Caminamos de regreso por los largos pasillos hasta el despacho donde mi padre y Roger Smith estaban reunidos para los detalles de los preparativos. Lo que yo quería era más tiempo a solas con Eva Para tener una idea de quién era ella. Ya era bastante malo verme obligado a un matrimonio concertado. Peor aún cuando solo conocía a la otra persona por menos de una hora. La próxima semana Eva me iba a pertenecer. Su tío ya no la dominaría. Sus derechos quedarían nulos y sin efecto una vez que esos documentos de matrimonio entraran en vigor. Nunca planee casarme, se me impuso la necesidad de hacerlo y lo había aceptado como un deber para mi familia. Podría haberme negado, pero siempre he jugado muy bien mi papel. Mis manos estaban manchadas de rojo por todos los asesinatos que hice en nombre de Clan Spencer. La esposa de Roger estaba presente. Hablaron un poco mas de los preparativos, pero esas cosas no eran para mi. — Cualquier vestido que Eva quiera, lo tendrá—pronuncie viendo a Smith—. Haz lo que tengas que hacer con los preparativos. Ya terminé aquí, debo irme—finalice. En ese instante tomé la mano de Eva y la bese frente a toda la audiencia. Sus ojos verdes eran hermosos, me sentí hipnotizado mientras la miraba—.Compórtate. En unos días, te convertirás en una Spencer—le susurre a ella. Tenía que salir de ahí. Este era el hogar de nuestro enemigo. Boda o no, no confiaba en Smith ni en sus hombres. Mi padre se quedaría, se encargaría de los planes de la boda junto a Smith. Sali, pero mientras me alejaba respiré hondo y exhale. La visita no había ido tan mal como esperaba. Pero necesitaba aclarar mi mente. Había mucho que asimilar. Casi había salido por la puerta principal cuando escuché su voz. —¡Espera! Eva corrió hacia mi desde el otro extremo de la casa. Ella estaba sin aliento cuando me alcanzó. —No me quedaré. Confío en que mi padre pueda tomar las decisiones—le dije pensando que por ese motivo me venia a buscar. —Debemos ir a la iglesia lo mas pronto posible, para apartar un cupo para la boda con el sacerdote ¿ cuando tienes tiempo para que vayamos? —me informó. —Ahora mismo seria lo ideal —respondí—. Si vamos iremos solos en mi auto. Nada de guardaespaldas—mencione. Ella se quedó un momento en silencio.   —Muy bien. Debemos irnos antes de que mi tío se queje —mencionó. Ella mencionó el nombre de la iglesia,  la conocía bien. Estaba harto de que los hombres usaran la religión como excusa para cometer todo tipo de maldades. Todo lo que hice fue por mi propia voluntad, generalmente en beneficio de mi familia. Lo primero que iba a hacer era llevar a mi prometida a almorzar, necesitaba mas tiempo a solas con ella.  Mi auto estaba estacionado  muy cerca,  le abrí la puerta a Eva. En mi visión periférica, noté a los guardias de su tío hablando por sus radios. Necesitaba salir de ahí antes de que nos detuvieran. Tan pronto como estuve en el asiento del conductor, pise el acelerador y giré bruscamente alrededor de los otros autos estacionados frente a mi. Eva se agarró a los lados de su asiento—.No estoy vestida para esto—dijo—.Debería haberme cambiado. Se supone que no debo usar pantalones en la iglesia. Mi tío se pondrá furioso cuando se entere—mencionó. —Usarás lo que quieras—le dije molesto. Pronto, la influencia de su tío se vería cortada. La  poseeré  en todos los sentidos. Me dirigí hasta uno de mis restaurantes favoritos de la costa y me detuve. —¿Dónde estamos? ¿Qué esta pasando?—preguntó. —Relajate. Cuando abra la puerta, sal—dije. —Se supone que debemos ir a la iglesia. —No antes de comer— interrumpí. Parecía genuinamente confundida, o tal vez no estaba acostumbrada a salir de casa. Las hijas solteras solían ser tratadas como prisioneras.  Pero conociendo  a Roger el aspecto físico de Eva era otra razón para mantenerla oculta. La tomé del brazo, haciendo que ella enganchara el suyo alrededor del mío mientras caminábamos hacia las puertas dobles. —Señor Spencer bienvenido de nuevo. ¿Quiere su mesa habitual? —Si, gracias—respondí. Eva miró a su alrededor con asombro inocente en sus ojos. Fue divertido ver sus reacciones. Las mujeres con las que solía salir con citas eran muy procesadas y se esperaba que las mimaran. Me había cansado de las mujeres veloces envueltas en drama. Le sostuve el asiento y luego me senté frente a ella, poniéndome cómodo. El camarero sirvió mi vino tinto favorito sin que nadie se lo pidiera. Sentí que la tensión se desvanecía. —Debes venir aquí a menudo—dijo ella—.Todo el mundo parece conocerte. Desdoble mi servilleta de tela y me la puse sobre mi regazo. Me incliné sobre la mesa y pedí su mano. —Dime algo. ¿Quieres vestirte de blanco para la boda? Ella se encogió de hombros. —Es tradicional—respondió. —Entonces de verdad, ¿eres virgen?—pregunte, tenia que confirmar esto, ya que Smith pudo haber mentido. Eva apartó la mano con un grito ahogado. —¿Por qué me preguntas eso? si ya te dije que si lo soy. —Merezco saber en lo que me estoy metiendo—dije. —Bueno, de todas las personas, deberías saberlo. Mi tío nunca me daría la oportunidad de hacer algo inapropiado. Incluso si quisiera, sería imposible. ¿Cuánta experiencia podría tener a los dieciocho?—comentó. –Suficiente, confía en mí—respondí. —¿Es tan importante para ti?–quiso saber. —Realmente no lo había pensado mucho antes de hoy, pero sí, ahora que te he conocido, es muy importante—conteste. Se mordió el labio inferior, sus mejillas se volvieron de un suave tono rosa. No había esperado más que ahora para follar con una mujer. Disfrutaría presentarle a mí virgen todo tipo de pecado. Tomé  un sorbo de vino. —Bebe un poco. Me gustaría tu opinión sobre el vino—le dije poco después. Ella miró su copa, pero negó con la cabeza. —No bebo alcohol. —Déjame adivinar, tu tío no te lo permite–comente, Eva se encogió de hombros y dejó su vaso en la mesa—. Estoy cansado de oír hablar de tu tío. Hablemos de nosotros —le pedí. —¿Qué pasa con nosotros? —Es algo romántico, ¿no crees? Como Romeo y Julieta. Pronto uniremos a nuestras familias. El derramamiento de sangre habrá terminado. Pero será solo el comienzo para nosotros—mencione. —Cumpliré con mi deber. Mi tío dejó muy clara la importancia de este matrimonio —dijo ella. No te decepcionaré—agregó. —El tiempo lo dirá— comente, ansiaba  que mi pequeña futura esposa se enfadara. Ella era demasiado dócil, demasiado entrenada para complacer—.Empezaremos a hacer el bebé en nuestra noche de bodas, si te parece bien—mencione, luego le guiñe un ojo, amando la forma en que ella se retorcía. Su inocencia fue una excitación inesperada—. Es algo que todos esperan. No quieres  decepcionarlos ¿cierto?—añadí. —Por supuesto que no—pudo responder. Sonreí levemente. Mi virgen era un inocente ángel.
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