Luego de escuchar que Aiden eventualmente se iría, dejándola sola, Nora comenzó a pensar en lo mucho que realmente quería a Aiden, y se empezó a dar cuenta que los sentimientos que comenzaba a tener por él.
Pasando los días, conversando y riendo con él, solo pudo reafirmar que efectivamente lo amaba… y ese fue su primer y más grande error.
Ya sabiendo lo enamorada que estaba de él, no estaba preparada para dejar de verlo, incluso aunque se había convencido de estar preparada para irse de su casa cuando obtuviera un trabajo y pudiera pagar su deuda con él.
No dejó que los pensamientos pesimistas nublaran su mente, se aferró a lo que él dijo de venir seguido y empezó a buscar empleo. Quería ser una mujer digna de estar a su lado, porque en ese momento empezó con la boba fantasía de que alguien como ella podría estar con alguien como él.
Antes no había podido lograr conseguir empleo más allá de ese de ser niñera porque leer y escribir era muy importante, pero resulta que todo lo que necesitaba era eso para conseguir muy fácil el puesto de camarera en un bar.
Como ya podía anotar pedidos, el dueño solo le echó un vistazo de pies a cabeza y la contrató. No le gustó su mirada de depravado ni el uniforme tan revelador, pero empleo era empleo.
Aiden estaba demasiado ocupado trabajando. La felicitó al enterarse de que consiguió trabajo, pero cuando la vio regresar a casa días después, con una blusa que era más bien un sujetador, una falda que apenas cubría lo estrictamente necesario y un pequeño delantal, no pareció nada contento.
Nora estaba a punto de saludarlo y burlarse del milagro de que levantara la mirada del computador, pero entonces vio su mirada de disgusto y se confundió.
—¿Qué pasa?
—¿En dónde demonios te metiste a trabajar?
—Pagan bastante bien. —Le frunció el ceño—. Y si estás pensando que este uniforme es ridículo, ya lo sé, pero pongo en su lugar a todos los que me coquetean.
—Estoy pensando que estamos en pleno invierno y dudo mucho que ese bar de mala muerte tenga calefacción. —La miró con dureza.
—Bueno… yo… —Apartó la mirada—. Me mantengo caliente trabajando, tengo mucho que hacer y…
—Esto si es ridículo, Nora, no tienes por qué conformarte con ese empleo que claramente es basura, vales más que eso, puedes hacerlo mucho mejor. —Se puso en pie.
—Eres eficiente en todo lo que te propones, eres lista, no cualquier adulto aprende todo lo que tú aprendiste en tan poco tiempo. Y eres fuerte. Puedes hacer mucho más que trabajar en un lugar donde no te respetan. Eres mejor que eso. —La miró con fiereza.
Nora lo miró con los ojos muy abiertos, antes de lanzarse a besarlo por puro impulso.
Él se congeló por completo y ella rompió el beso a los pocos minutos, mirándolo con el rostro muy rojo.
—Lo siento —susurró, antes de correr a su habitación.
¡Maldita sea, que estúpida era!
Definitivamente lo había arruinado todo, ya no podía quedarse en esa casa.
No le daría la oportunidad de rechazarla.
Renunciaría al trabajo en el bar y con el dinero que tenía sería suficiente para quedarse unos días en un hotel barato, entonces buscaría otro empleo y empezaría de cero.
Solo se llevaría la maleta y la ropa que compró para ella, decidió, empezando a empacar todo.
Cuando salió de su habitación con su maleta preparada, bajó a la sala y se sorprendió de ver a Aiden sentado en el sofá, rodeado de botellas de vodka y vino. Él pareció todavía más sorprendido de verla con su maleta y en dirección a la salida.
—¿Qué haces? —le preguntó, con su voz lenta y ronca.
—Yo… me iré ahora. —Evitó su mirada—. Gracias por todo, Aiden, pero ya no puedo quedarme aquí.
—No puede ser… —Frotó sus sienes, poniéndose de pie tambaleándose hasta que logró sujetarse al sofá—. No te irás, no tienes un solo motivo razonable para irte. —Por alguna razón, esas palabras la molestaron.
—¡No me importa sí es razonable o no! Simplemente tomé mi decisión.
Se dirigió a la puerta, pero él de alguna forma logró correr medio cayéndose hacia ella, alcanzando a rodearla por la cintura con los brazos, apoyando todo su peso sobre ella.
Sin embargo… el sentir sus brazos rodeándola… la sensación la volvió incapaz de alejarse.
—No te vayas… —pidió, hablándole prácticamente al oído.
—Aiden… —Cerró los ojos con pesadez—. No puedo quedarme…
—Sí puedes. —Logró enderezarse y la volteó, tomando su rostro con ternura—. Quiero que te quedes.
—Pero yo quiero mucho más que quedarme —le susurró.
Aún tan borracho, él pareció entender el verdadero significado de sus palabras y por un momento pareció librar una batalla interna, pero luego tomó aire y habló con voz baja, pero firme.
—Yo también quiero… mucho más… —Nora jadeo—. Pero no puedo, yo… —Ella ni siquiera lo escuchó, de inmediato se lanzó a besarlo.
La pasión reprimida por meses les estalló en la cara a ambos, no pudieron detenerse, pronto acabaron en la habitación de Aiden.
—Espera... —Él intentó detenerla, pero no lo escuchó, ella solo lo besó y acarició con toda su pasión, con todo su amor—. Detente. No puedo…
No pudo hablar más, el resto de la noche, todo lo que pudieron pronunciar fue el nombre del otro, todo lo que pudieron hacer fue amarse, no pudieron pensar en nada más que no fuera el uno en el otro.
Fue a la mañana siguiente que todo se fue al diablo.
Ella despertó con una sonrisa, que se borró al verlo ya despierto, sentado en la cama con el rostro lleno de horror. Algo en ella se agrietó un poco.
—¿Recuerdas… lo de anoche? —preguntó con temor, con su voz empequeñecida.
Él la miró con rostro lleno de cansancio y otro sentimiento que no pudo descifrar… ¿arrepentimiento, culpa? Sea lo que sea, le rompió un poco más el corazón.
—Lo recuerdo… —murmuró con el rostro lleno de emociones que ella en ese momento no supo identificar, o que tal vez no quiso identificar—. Nora… hay algo que… algo que no te he dicho…
—¿Eh? —Ladeó la cabeza—. ¿Qué no me has dicho?...
—Yo… —Su voz tembló—. Yo estoy… casado…
De todas las cosas que podría haber dicho, Nora nunca habría esperado escuchar algo como eso.
Aiden era el hombre perfecto para ella, sí… pero no era suyo. Nunca lo fue.
Nora hubiera deseado haberse dado cuenta antes, mucho antes… porque a partir de ese momento su vida dio un giro drástico.
En esos momentos, ella comenzó a hacer una serie de decisiones que ahora lamentaba, porque solo comenzó a hundirse más y más en las mentiras de Aiden.
Y toda la vida se iba a lamentar por lo estúpida que fue…