Capítulo cinco: Ser su amante otra vez

1400 Words
Nora se congeló por completo, sintiendo su respiración agitarse al sentirlo tan cerca de ella, todo su cuerpo se llenó de nerviosismo y una furia inmensa comenzó a recorrerla. ¡¿Cómo se atrevía a acercársele tan descaradamente después de lo que le hizo?! Una parte de ella quería gritar, reclamarle, llorar y preguntarle por qué. ¡¿Por qué le hizo tanto daño después de haberle jurado tanto amor?! Y además… también quería saber si él sabía la verdad sobre Flora… ¿Sabía que Gwen se la había robado? ¿Era cómplice de la peor tragedia de su vida? —Necesito que me respondas, niñera… —habló él con su voz cargada de alcohol, jaloneando su brazo para intentar que ella volteara a verlo, pero claro que no lo hizo—. ¿Por qué me odias? ¿Qué rayos se supone que te hice? Yo solo quiero lo mejor para mi hija… Al escuchar el “mi hija” salir de la boca de ese desgraciado, Nora apretó los dientes con furia y se plantó la posibilidad de golpear su maldita cara, pero en ese momento él se acercó más y de repente jadeo, acercándosele tanto que ella se congeló por completo, llena de nerviosismo. —¡¿Qué estás…?!... —Se contuvo de gritar, temerosa de que reconociera su voz—. ¿Qué está haciendo, señor Santoro? —preguntó en un susurro muy bajo, pero con los dientes apretados, porque podía sentir su respiración contra su oreja. —Este aroma… —Lo escuchó inhalar profundamente—. Yo conozco este aroma… —De repente, desde su posición detrás de ella, pasó un brazo a través de su cintura y la pegó contra su cuerpo, haciéndola temblar de pies a cabeza. Muchas noches, aun en contra de su voluntad, soñaba con los días en los que él la tenía entre sus brazos así… pero no debía olvidar que durante esos días ella solo resultó ser otra amante más en su larga lista de mujeres con las que le fue infiel a su esposa, a pesar de que le juro que ella fue la única… Volvió a llenarse de rabia, pero entonces él ocultó su rostro en el hueco de su cuello y ella se estremeció una vez más, jadeando un poco al sentir sus labios rozar contra su piel. —Dios, hueles tan bien… —murmuró con voz ronca y cargada de deseo, haciéndola cerrar los ojos y rememorar sus incontables noches de pasión clandestina, haciéndola añorar caer en esa dulce tentación prohibida una vez más… Sin embargo, en ese momento escuchó la puerta principal abrirse, y resulta que estaban justo a la vista de esta. Abrió los ojos de golpe, llena de pánico de que pudiera ser Gwen regresando, pero no era ella, sino dos hombres que Aiden le había mostrado en fotos una vez. Dos de sus mejores amigos, Robert y Gael, que los miraron con las mandíbulas por el piso. Quiso apartarse de Aiden, pero él se negó a soltarla, envolviendo su otra mano en su cintura y pegándose más a ella, susurrándole que su aroma le recordaba a algo, pero no sabía bien a qué. —¡S-suéltame, maldición! —gritó en un susurro lleno de rabia, finalmente logrando librarse de su agarre y corriendo al bar del que él había salido, cerrando la puerta de golpe, respirando agitadamente para calmarse. Su corazón latía como loco, como si no le importara todas las maldades que ese hombre le hizo, pero su cerebro no debía olvidar que Aiden Santoro era el hombre que le arruinó la vida, él y su esposa a la que supuestamente iba a dejar según le prometió… pero por supuesto que nunca la soltó, y los dos se atrevieron a robarle lo más valioso, a su hija. Y por eso los dos tendrían que pagar. No podía olvidar eso. Ella fue ingenua por creerle, pero ellos le hicieron algo mucho peor, y no podía dejar que se salieran con la suya, no lo iba a permitir, debían pagar. Y para hacerlos pagar… tenía que enterarse de todo lo que pudiera sobre ellos, encontrar las ropas sucias y enseñárselas a todo el mundo, que se ganaran el odio que realmente se merecían, que dejaran de vivir una vida perfecta mientras ella se hundía en la miseria. Con eso en mente, entreabrió levemente la puerta y se asomó para ver a Aiden y sus amigos hablar. —No, no pensaba hacerle nada a la niñera —aseguraba el bastardo de Aiden, apoyado contra la pared porque casi ni podía estar de pie por lo borracho que estaba—. Solo quería hablar con ella. —Parecía más bien que te la querías devorar —dijo Robert con una sonrisa malvada, pero luego carraspeo—. Aunque ella no parecía muy feliz, no deberías aprovecharte de tus empleadas, Aiden, te van a demandar por acoso laboral y de ahí yo no te pienso salvar. —Yo digo que sí parecía a punto de ceder… hasta que llegamos~ —acotó Gael, riendo por lo bajo, todo con una sonrisa maliciosa—, pero eso no es del todo correcto, eres un hombre casado, ya sabes~. —Parecía ser el tipo de persona que disfrutaba ver el drama ajeno. En el pasado, cuando Aiden le habló de sus amigos Robert y Gael, le contó que ellos eran muy metiches y les gustaba ayudar a los demás, pero solo porque les parecía divertido, y que a veces eran hasta capaces de provocar el caos entre la gente ellos mismos para entretenerse. Aparentemente eran tan ricos que no tenían nada mejor que hacer. Aun así, Aiden insistía en que en el fondo eran buenas personas, pero Nora no estaba nada convencida al verlos allí ahora. —Me da igual Gwen y me da igual la niñera, yo no iba a hacer nada —siguió insistiendo él—. De todos modos, ¿qué rayos están haciendo aquí a esta hora de la noche? Gael y Robert intercambiaron miradas. —Veníamos a decirte algo que vimos… en el bar… hace solo una media hora —murmuró Robert lentamente—. Algo sobre mi hermano Simon… y Gwen… —No me interesa… —Para sorpresa de Nora, Aiden encogió los hombros como si le diera absolutamente igual el que sus amigos estuvieran insinuando que su esposa estaba con otro hombre ahora mismo. —Bueno, claro que no te interesa, parece que los dos tenían planes de ser infieles esta noche. —Robert negó con la cabeza. —Ella puede hacer lo que quiera, me da totalmente igual. —Aiden bufó con completo fastidio y comenzó a marcharse escaleras arriba para regresar a su habitación. —¿Y tú vas a hacer lo que quieras también? ¿Vas a seguir acosando a esa niñera? —No me interesa la maldita niñera, pero si quisiera tenerla en mi cama cualquier día, lo haría. —Volteó a verlos con odio, antes de continuar subiendo las escaleras con dificultad debido a la borrachera. Nora frunció el ceño duramente mientras veía a Gael y Robert retirarse. ¿Acaso ese imbécil creía que solo bastaba con que ÉL quisiera para tenerla a sus pies? Cretino descarado, era tan… Era tan… Se llevó una mano a la barbilla, cerrando la puerta y apoyándose en esta, con rostro pensativo. Gwen era infiel… y Aiden también era infiel… todo mientras fingían ser tan perfectos ante la sociedad… La familia feliz perfecta… pero que era tan asquerosa y llena de fallos que si se supiera podría ser su fin. Entonces, si quería destruirlos, solo tenía que exponerlos como los seres asquerosos que eran… Si lograba juntar pruebas para eso, entonces podría robarse a su hija y luego huir tranquilamente mientras dejaba una bomba detrás, algo que les revelaría a todos las horribles personas que ellos eran en verdad. Eso significaría que tendría que seguir a Gwen de alguna forma y juntar pruebas de su infidelidad, pero para Aiden… ella misma tendría que convertirse en su amante… otra vez. Ser su amante otra vez… ¿podría soportarlo después de todo lo que sufrió? Además, tendría que volver a sus brazos… volver a besarlo… volver a sentirlo… y todo sin caer en sus asquerosas mentiras de nuevo. Y también sin que descubriera su verdadera identidad… ¿Sería capaz de algo así?
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