Capítulo tres: Ella no es tu mamá

2012 Words
Al día siguiente, Nora recibió una llamada de Madeline, la que ahora mismo consideraba su mejor amiga y que la había ayudado en muchísimas cosas incluso aunque trabajaba para el suegro de Aiden y en el pasado estuvo enamorada de él. —No me llamaste luego de ese terrible descubrimiento… —murmuró Madeline con voz preocupada—. Todavía no puedo creer que tu pequeñita esté viva de verdad… pero no te preocupes, como ya te dije, yo me encargaré de buscar respuestas. Ahora mismo estoy en Canadá con el padre de Gwen y tengo planes de infiltrarme en sus archivos y descubrir la verdad detrás del robo de tu hija. —Te lo agradezco mucho, pero por favor no vayas a arriesgarte demasiado —pidió con voz angustiada—. Los Wright y los Santoro son gente peligrosa… aparte de deshonesta y ladrona. —Lo sé, pero no te preocupes por mí… como llevo tantos años trabajando aquí, me tienen confianza. Yo soy la que debe preocuparse, estoy muy angustiada por ti. Por favor no vayas a acercarte ni a Gwen ni a Aiden, son muy peligrosos, deja que yo me encargue de todo. Nora hizo una mueca. Madeline quería cuidarla demasiado y asegurarse de que no se metiera en problemas, ella fue la que la salvó mientras estuvo embarazada y sin nadie a quien acudir, pero Nora necesitaba estar cerca de su hija, y necesitaba vengarse de esos dos bastardos. Sin embargo, Madeline no tenía por qué saberlo, no quería preocuparla. Por lo tanto… mantendría en secreto el hecho de que se estaba haciendo pasar como niñera para buscar una venganza que todavía no tenía ni idea de cómo lograr. —Estoy bien… Reflexione sobre todo lo que me dijiste y creo que es mejor no actuar precipitadamente… —mintió con nerviosismo, esperando que Madeline no lo notara—. Incluso conseguí un empleo para distraerme y ahorrar dinero… para cuando obtengas pruebas y podamos ir a la policía y así traer a mi hija conmigo, así podré criarla sola y tranquila. Estaba mintiendo mucho, no pensaba esperar y menos a la policía, se llevaría a su hija lo antes posible… pero no sin antes idear alguna forma para devolverle miseria, odio y dolor que sufrió todos esos años al miserable de Aiden y su esposita Gwen. —Oh… Ok, me alegra que confíes en mí, pero… en verdad no sé cuánto me tome juntar las pruebas necesarias… ¿en verdad no te molesta tener que esperar? —No, yo… entiendo que la situación es muy complicada —mintió descaradamente—. Y también entiendo que la yo que soy ahora mismo no es apta para ser una buena mamá, necesito mejorar en muchas cosas antes de recuperar a mi bebé… Así que voy a esperar, y voy a juntar dinero y mantenerme por mí misma para poder criar a mi hija. —Estoy muy orgullosa de ti, Nora —dijo Madeline, antes de despedirse y colgar, dejándole un sentimiento de culpa, pero aun así no iba a retroceder. Los días pasaron y, mientras cuidaba de su hija y se vinculaba cada vez más y más con ella, siguió planeando una forma de llevársela lejos… Quizás lo haría cuando tuviera suficiente de su sueldo ahorrado… Pero… también quería esperar no solo a ahorrar dinero, sino a encontrar una oportunidad para hundir a esos miserables de Aiden y Gwen en el pozo en el que se merecían estar. … Aiden Santoro era un hombre que no se consideraba feliz, muchas veces se consideraba la persona más miserable en la Tierra, de hecho… en especial desde que Nora lo abandonó… Sin embargo, pensar en Nora estaba prohibido, así que decidió mejor concentrarse en la única alegría que le quedaba en la vida: su hija. No vivía con Gwen, pero no porque ella no quisiera, sino porque tenía mucho trabajo, aunque normalmente eso era solo una excusa para no tener que aguantarla. Pero ahora tenía una razón para visitar la mansión que les regaló el señor Wright, y eso era visitar a su hija. Llegó y se encontró con la noticia de que Gwen había salido de compras. —¿Y mi hija? —le preguntó a Petra, sorprendido de que ella no tuviera a la niña. —Está con la nueva niñera, se han vuelto muy cercanas… están en el jardín trasero —le comentó mientras tejía quién sabe qué, por lo que Aiden de inmediato se dirigió al jardín trasero de la mansión. A pocos pasos de la puerta corrediza de cristal que conectaba con el jardín, escuchó algo que nunca antes había escuchado… Escuchó a su hija reír… reírse a carcajadas… con pura, inocente y dulce felicidad… Salió y vio a lo lejos como la nueva niñera jugaba con Flora persiguiéndola por el césped, cargándola en brazos, girando con ella, saltando, arrastrándose por el piso, salpicando con el agua de los rociadores, riendo ambas a carcajadas, con grandes sonrisas. Flora siempre había sido… callada, educada, tranquila, a veces sonreía, pero Aiden nunca la había visto tan… tan feliz… Su mirada se ablandó y de inmediato comenzó a acercarse a ellas, con una sonrisa suave. Quería agradecerle a la nueva niñera por lo que había logrado… y tal vez pudiera pedirle consejo para ayudarlo a volverse más cercano a su niña. En cuanto se acercó unos metros más, Flora lo vio y le sonrió, con una sonrisa más grande y radiante de lo normal. —¡Papá! —gritó, señalándolo—. ¡Él es mi papá! —le contó a su niñera, que de inmediato perdió la sonrisa y bajó la cabeza profundamente. Aiden hizo una mueca, pensando que de seguro Madeline que a veces iba a visitar a Gwen ya le había dicho alguna tontería de que tenía que tratarlo con demasiada formalidad porque Madeline parecía verlo como una especie de monstruo o algo así. —Hola, Flora. —Apenas se acercó lo suficiente, tomó a su niña en brazos, sorprendiéndose gratamente cuando ella lo abrazó, sin dejar de sonreír. Dios, iba a asegurarse de que esta niñera recibiera un aumento. Flora nunca antes se había portado tan cariñosa con él. Aiden siempre fue un poco ausente en su vida, pero estos últimos meses intentó conectar más con su hija, sin mucho éxito. Esperaba que esta nueva niñera quizás pudiera ayudarlo. —Y tú eres la nueva niñera, ¿eh? ¿Cómo te llamas? —M-Mora Campbell… —Su voz salió en un tenue susurro casi imperceptible, y ella mantuvo la cabeza todavía demasiado gacha. —Bien, se ve que estás haciendo un buen trabajo. ¿Por qué no almorzamos los tres juntos? Quisiera hablar más contigo, y se nota que Flora te quiere mucho. —Sonrió amablemente. —No puedo. —Ella lo rechazó con frialdad, sorprendiéndolo—. Tengo algo que hacer. —Seguía hablando a susurros muy bajos, y, todavía con la cabeza inclinada, se marchó de allí rápidamente. Aiden la miró sin entender, la misma Flora parecía algo confundida. —¿Mamá molesta? —preguntó inocentemente. Aiden rio divertido. —Ella no es tu mamá, es tu niñera. —Aunque probablemente era normal que se confundiera, siendo tan pequeña y siendo que la criaban más las sirvientas que Gwen—. Y no sé qué le pasa… pero no creo que esté molesta. —No es como que él hubiera hecho algo para enfadarla. A menos que ella lo odiara por ser un padre tan horrible que en las tres semanas que ella llevaba trabajando allí apenas había ido a visitar a su hija… Hizo una mueca, pensando que eso era altamente probable. Se notaba que la niñera quería mucho a Flora, que juntas habían formado un lazo bastante fuerte en poco tiempo, así que ella de seguro debía estar decepcionada por el padre tan lamentable que tenía esta niña tan linda. La idea lo deprimió, pero decidió mejor no pensar en eso y llevar a Flora a almorzar algo delicioso, feliz de verla con muy buen humor, aunque ella no dejaba de decir que quería a “su mamá”, y sabía que no se estaba refiriendo a Gwen. Cuando Gwen volvió de compras, Aiden ya había terminado su almuerzo y estaba ayudando a Flora a terminar el suyo, y miró muy seriamente a su esposa, que tragó saliva. —Tenemos que hablar. —¿S-sobre qué? —Primero, lleva a Flora con su niñera, la ha estado extrañando. —Oh, ok… ¡Morita! —llamó y la sirvienta apareció rápidamente, como si se hubiera mantenido cerca en todo momento. Ella ahora tenía lentes de sol y una mascarilla, por alguna extraña razón. —¿Te pasa algo? —preguntó Gwen, confundida por sus accesorios. —Estoy enferma… —dijo con voz rasposa y ronca, pero todavía en un susurro bajo apenas audible—. Y mis ojos están algo sensibles a la luz… D-debe ser el embarazo… No dijo nada más, tomó a Flora en brazos y se marchó de allí rápidamente. Aiden le indicó a Gwen sentarse frente a él, a lo que ella lo hizo, tragando saliva otra vez. —¿Sabes si la nueva niñera tiene algo en mi contra? —preguntó curioso—. ¿Se ha quejado de que yo no esté aquí nunca o algo así? —Eh, no, no que yo sepa… ¿De eso querías hablar? —No. También de que quizás deberías pasar más tiempo con la niña, ¿no crees? La escuché decirle mamá a la niñera. —La miró con sequedad y algo de recelo. No quería juzgarla, sobre todo porque él casi nunca veía a su propia hija, pero quería saber la verdad respecto a cómo iba la crianza de su hija, y Gwen siempre le decía que se ocupaba de todo, y si eso era mentira necesitaba asegurarse de que Flora realmente estuviera en manos capaces y recibiendo todo el cariño que una niña de su edad necesitaba. Era un poco hipócrita de su parte querer exigir eso, porque estuvo ausente durante todo el primer año de vida de Flora, pero ahora quería intentar ser un buen padre y tenía que comenzar con asegurarse de que tuviera una buena madre. Notó a Gwen deprimirse, con ojos tristes. —Lo siento… Y-yo intento pasar más tiempo con ella, pero… desde que llego Morita, siempre quiere estar con ella, y se ve tan feliz… n-nunca antes la había escuchado reír así. —Se veía realmente angustiada, y la verdad era que en parte la entendía. —También me da celos —admitió con un suspiro—, pero no creo que la solución sea dejarla todo el tiempo con la niñera. Intentemos pasar más tiempo con ella. —¡¿Juntos los tres?! —Los ojos de Gwen se iluminaron. Eso no era lo que quería Aiden, realmente, él más bien pensaba que individualmente pasaran más tiempo con la niña, pero… se supone que eran una… una familia, así que se suponía que pasaran tiempo juntos los tres, y quizás eso ayudara a Flora a entender que ellos eran sus padres, no los sirvientes. —Sí… Está bien. Gwen chilló emocionada y se lanzó a abrazarlo, pero Aiden la apartó y decidió irse a tomar aire al jardín trasero, donde vio de nueva cuenta a la nueva niñera con Flora. Ahora ella le estaba tarareando algo, meciéndola para que lograra dormir su siesta de la tarde… Con la distancia y por el largo flequillo, Aiden no podía ver sus ojos, pero podía ver la sonrisa de la sirvienta… y en verdad era una sonrisa muy cálida y maternal… Una sonrisa un poco familiar… Negó con la cabeza, diciéndose que ya estaba viendo cosas imposibles, antes de regresar al interior de la casa, todavía recriminándose por aún dejarse afectar por el fantasma de un recuerdo de una mujer traicionera y falsa. Aunque por lo menos ya no tendría que soportar el suplicio de tener que volver a ver a Nora… ¿verdad?
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