Capítulo 20: Dime la verdad

1076 Words
Aiden regresó a la mansión con un humor sombrío, un humor que solo mejoraba en presencia de su hijita Flora, así que Nora no estaba muy segura de cómo comenzar a acercarse a él para empezar por fin su plan de lograr convertirse en su amante para así concretar su venganza. No le gustaba la idea, pero… solo se le ocurría acercarse a él en su tiempo dedicado para cuidar de Flora. La verdad que no le gustaba nada esa idea de desperdiciar tiempo con su niña en Aiden, ya que lo que más disfrutaba de tener que estar metida en esa horrible mansión con esas horribles personas era poder pasar tiempo con su hija, aunque sea teniendo que fingir ser solamente su niñera, le gustaba jugar con ella y enseñarle cosas nuevas, mimarla y abrazarla, eso era lo que más le daba fuerzas para seguir con su lucha. Sin embargo, Aiden estaba de tan mal humor que esa era la única opción que veía… Siempre que volvía de trabajar, Aiden ignoraba a todo el mundo, antes por lo menos saludaba a las sirvientas que lo recibían, e incluso conversaba un poco con la ama de llaves o su marido Jasper, pero últimamente… nada. Era callado, siempre parecía estar mirando algún punto inexistente en la pared, perdido en sus pensamientos… Nora a veces se le quedaba mirando casi sin darse cuenta, ya que incluso con ese semblante pensativo y nostálgico él se veía tan injustamente atractivo… Se sentía débil por mirarlo con ojos deseosos, pero tristemente en toda su vida solo había amado a un hombre, a él, y su cuerpo traidor aún lo anhelaba en sus noches de debilidad. Tenerlo en frente casi a diario era una tortura, y a veces se preguntaba si había aceptado con tanta facilidad la idea de seducirlo como una excusa para poder estar entre sus brazos otra vez sin sentir asco de sí misma… Agh, ¿cómo era posible que fuera tan débil? En verdad que necesitaba recordar más seguido lo mucho que sufrió por ese hombre. Él le mintió desde el inicio, jugó con ella para que se enamorara de él aún cuando estaba casado, le dijo que era la única mujer en su vida cuando de seguro se estaba viendo con muchas otras y era muy posible que fuera cómplice en haberle robado a su hija. No podía olvidar eso. Con sus deseos de venganza renovados al pensar en todo lo que Aiden la hizo sufrir, fue a buscarlo apenas terminó con sus deberes de limpieza. A esta hora, él siempre estaba con Flora, intentando leerle un cuento, ayudándola a jugar con sus bloques o mirándola dibujar, y Nora normalmente esperaba a que él terminara de acaparar a la niña para poder ir a estar con su bebita preciosa, pero ahora vería si encontraba la fuerza para quedarse allí con él ahí y sacarle algo de conversación para así empezar el plan de seducirlo. El plan originalmente había empezado porque él borracho intentó meterle mano y portarse excesivamente cariñoso con ella, seguro queriendo aprovecharse de que era su empleada, pero ahora estaba tan distante con todas las empleadas… ¿el plan siquiera seguía siendo buena idea? No estaba segura de si eso era buena idea o no, pero por ahora era la única idea que tenía, así que mejor podía al menos intentarlo y si no funcionaba intentaría otra cosa. Ya tenía todo listo, el maquillaje, los lentes de contacto, el cabello teñido, el peinado cambiado y la voz falsa… no había forma de que él la reconociera como Nora. Ahora sería solo Mora, la niñera de Flora. Llegó a la sala de juegos de Flora y la encontró construyendo un castillo con sus bloques de colores, cosa que la hizo sonreír con ternura, hasta que vio a Aiden allí, ayudándola con otra de esas sonrisas tan asquerosamente atractivas, dulces y suaves que ponía al estar con la hija de ambos… la hija que él quizás le robó. “Sé que Gwen me quitó a mi hija, Aiden… pero ¿acaso tú la ayudaste? ¿Sabes que es nuestra hija? ¿Sabes todo el daño que me hiciste?” se preguntó, sintiendo un nudo atorado en la garganta. Sin embargo, no era momento de ser débil. Se tragó todos sus sentimientos y tomó aire, recordándose que debía seguir su plan. Decidida, se acercó a Aiden y Flora y se sentó en medio de ellos, provocando que los dos la miraran. —Mamá. —Flora le sonrió alegremente, como siempre, y Nora rápidamente le dio un abrazo lleno de cariño. —Flora, te he dicho que la niñera no es tu mamá, Gwen es tu mamá —dijo Aiden y Nora estuvo a un pelo de dedicarle una mirada asesina, pero por suerte logró contenerse. —E-es pequeña, señor Aiden… —dijo con nerviosismo, pero por suerte la voz falsa le salió perfecta—. No me molesta que me diga mamá, y cuando crezca seguro lo corrige —dijo con una risa falsa y muy tensa, odiando tener que hablarle a ese maldito. —Oh, entiendo eso, pero sería mejor que entienda cuanto antes que Gwen es su mamá, espero que tú lo entiendas. —La miró con ojos entrecerrados y ella forzó una sonrisa y asintió—. Por cierto, es raro que tú de repente te acerques y me hables… normalmente siempre me evitabas. —Carraspeó, sacando más bloques de colores de la cajita de juguetes y repartiéndolos entre Flora, él y también para Nora—. Y siempre he querido preguntarte… ¿por qué es que me evitas tanto? ¿Tienes algo contra mí? —Ay… ¿qué dice? Claro que no. —Siguió riendo de forma totalmente falsa y tensa, pero en el fondo estaba alegre de que él no parecía sospechar nada de la voz falsa—. Usted me cae bien, pero… soy tímida y… eso. —Carraspeo. Quizás debió haber pensado desde antes en una excusa mejor para todas esas semanas evitando hablarle. —¿Segura? Porque no me parece que sea solo eso. —La miró con ojos entrecerrados y ella palideció—. ¿Por qué mejor no me dices la verdad, niñera? Porque tú y yo sabemos que no puede ser solo eso… —Ella tragó saliva y él se inclinó para fijar su mirada en la suya—. Vamos, dime la verdad… ¿qué ocultas?
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