Capitulo 2. Clarissa conoce a Steve Gold.

3509 Words
14 de enero de 2020- Ciudad de Nueva York- 7:00 am. Un día antes del asesinato.   Pasaron las fiestas decembrinas, y el catorce de enero de dos mil veinte, Clarissa estaba super emocionada, porque el día que ella había esperado por cinco años, por fin llegó. Su jefe Jake, ya no se puede negar en firmarle la carta de renuncia, porque ya era decisión de Clarissa, si quería renovar su contrato por todo el año, para quedarse en la empresa, y no de su jefe. Por lo tanto, las empresas Burns los primeros quince días del mes de enero, renovaban los contratos de los trabajadores, o los despedían para comenzar un nuevo año, con empleados nuevos, o con los que tenían antigüedad. Por esta razón, Clarissa decidió que era el momento oportuno para pedir su renuncia. La pelirroja tenía todo bajo control, ya tenía ahorrado casi dos millones de dólares, y era el último día en que vería a su odioso y fastidioso jefe Jake.   En aquel momento, Clarissa decidió irse vestida más elegante que en días anteriores. La mujer se puso un vestido blanco pegado al cuerpo tipo lápiz, manga larga, de escote cuadrado, con un pequeño cinturón blanco que era parte del traje, el cual tenía un broche dorado en el medio. Asimismo, unos tacones blancos Stiletto de punta fina. Además, como accesorios, Clarissa usó un brazalete dorado grueso, el cual se veía muy elegante en su delicada mano, y unos Aretes dorados largos y elegantes con diseño de lágrima. También ese día, ella decidió maquillarse con su labial rojo favorito, el que Jake en años anteriores, le había prohibido usar en la oficina. A su vez, soltó su cabello, y se puso unas ondas muy sutiles con una rizadora, las cuales hacían que se viera muy sexy y elegante.   Su padre se encontraba en la cocina junto con la enfermera, haciendo el desayuno. Al servirlo llama a su hija la cual va muy contenta a comer, la deliciosa comida que hacia su padre junto con la señora Enna. En ese instante, el señor George no aguanta la curiosidad y le pregunta a su hija porque estaba tan alegre; a lo que ella le contesta:   —Papá, muy pronto vamos a recuperar la casa!, hablé con la persona que la compró por teléfono, y me dijo que quería llegar a un acuerdo conmigo; entonces, muy pronto la tendremos  —contestó Clarissa.   Cabe destacar, que la casa de los Patrick en el año dos mil diecisiete, fue comprada por una persona. El banco propuso venderla, ya que Clarissa no pudo completar la grandiosa cantidad de un millón de dólares, en el corto periodo que el banco le pidió cancelar la deuda. Fueron momentos muy duros para ella y sus hermanas, al enterarse de esa noticia. Pero para su suerte, en el año dos mil diecinueve, la persona que compró su casa no le gustó el lugar; entonces, decidió comunicarse con la antigua dueña, para ver si estaba interesada en llegar a un acuerdo de compra y venta. La persona le propuso venderle su casa en quinientos mil dólares. Cosa que sorprendió mucho a la pelirroja y la hizo muy feliz, porque la esperanza de volver a recuperar su antigua casa había vuelto otra vez. —Me alegra mucho hija mía, como deseo volver a la casa donde vivió mi adorada Sussane. Tiempos buenos se acercan. —dijo el señor George sosteniendo la mano de su hija. De repente entra una llamada de Jake, el cual quiere irse con Clarissa por ultima vez. El pelinegro sabe que la decisión de su secretaria en abandonar la empresa ya no tiene vuelta atrás. —Buenos días mi señor presidente, ¿dígame en que le puedo servir? —dijo la pelirroja sin mucho ánimo. —Estoy aquí abajo esperándote en el auto, ¡Ven rápido! —Ok, deme cinco minutos y bajo. Clarissa le dice a su padre que su jefe esta abajo esperándola y que no puede desayunar, y se despide de él agarrando solo una manzana. —Esta bien mi amor. El deber te llama, cuídate mucho —contestó el señor George. Lo que Jake no sabe, es que sus planes de irse con Clarissa se frustran, porque su futura esposa Heather con la cual se casará dentro de dos días, entra al auto con él y le dice al conductor que arranque. Jake no le aviso que se iba para la empresa, por lo que ella sospechaba que él había hecho eso, para irse con su secretarias a solas. —Se que te ibas a ir con Clarissa porque es su ultimo día en la compañía. Qué casualidad siempre nos vamos juntos pero esta vez no me dijiste nada. ¿Querías aprovechar su ultimo día juntos no? —preguntó Heather probando al pelinegro.   —¡Pues sí, tienes razón! No se puede negar que ella es una buena secretaria y nos ayudó mucho en la empresa. Pero quería irme con ella solo para convencerla del trato con el magnate asiático, no porque me guste o algo parecido… Tu eres la que te imaginas cosas —contestó Jake retando a Heather.   Ella en el fondo sabía que el corazón de su amado Jake, estaba ocupado por Clarissa. Así Jake le dijera infinitas veces que él no sentía nada por su secretaria ella no le creía. La pelirroja no lo sabía, pero ella era la manzana de la discordia en la relación de Heather y Jake. A pesar de que el guapo millonario estaba siendo indiferente con ella en todos los ámbitos de pareja, a la pelinegra no le importaba y quería seguir con la boda. La mujer no quería aceptar que su relación ya era de apariencias y por negocios, y que gracias a Clarissa se estaba viniendo abajo. Por otro lado, la secretaria recibe un mensaje de Jake el cual decía que se había ido; que se fuera en un taxi y que llegara lo más pronto posible. Al ver ese mensaje de texto, la pelirroja se alegra mucho y le da gracias al cielo ya que no quería irse con Jake. La chica lo único que deseaba era entregarle la carta de renuncia y poner a Mildred al día antes de irse para siempre. Mientras tanto, en empresas Burns, llegan los futuros esposos y salen del auto tomándose de la mano, caminando hacia la gran edificación. Todos se quedan encantados de verlos ya que los dos hacían una hermosa pareja, pero no lo que no sabían es que eran pura apariencia.   Los dos suben al ascensor sin decir una palabra; a Jake no le apetecía hablarle a Heather, ya que se encontraba muy triste porque Clarissa se iba pronto. A la pelinegra esta nueva actitud de su futuro esposo le dolía en el alma, pero a su vez, no le importaba porque lo único que ella quería es tenerlo a su lado. En ese instante, Jake le manda un mensaje de texto a Clarissa para ver por dónde viene, y ella le responde que faltaba poco para que llegara. —¿Le escribes a ella no? —preguntó Heather muy celosa. —Ah no empieces con los celos absurdos, y si, le estoy escribiendo. Ya esta por venir —respondió Jake con algo de fastidio.   Heather trata de calmarse, porque no quiere tener problemas con Jake, pero los celos se están carcomiendo a esa pobre mujer por dentro. Enseguida la pareja entra a la oficina, y ven a la nueva secretaria Mildred la cual los espera con una sonrisa. —¡Buenos días señores! ¿Quisieran algo de café? —preguntó la señora algo nerviosa. —¡No, yo iré a desayunar abajo! ¿Vienes conmigo amor o… vas a esperar a Clarissa? —dijo Heather en tono sarcástico. —¡Tú lo has dicho, esperaré a Clarissa! Además, no tengo hambre. —respondió Jake sentándose en su escritorio, ignorándola por completo. Heather se muere de la rabia, pero se traga sus sentimientos para no hacer una escena de celos con Jake en frente de la nueva secretaria. Así que no le queda más remedio que retirarse a desayunar sola al restaurante de la compañía. Luego, Mildred le da a su jefe varios documentos para que los firme. Mientras él esta distraído, suena el ascensor y es nada más y nada menos que Clarissa, la cual había dejado a todo el personal impactado allá abajo al entrar a la compañía por lo hermosa que se veía; la mujer estaba en boca de todos esa mañana. —Wow no sabíamos que la secretaria Clarissa era tan sexy. Por eso es que el jefe no la suelta. —decían todos en la recepción. Entonces, Jake al escuchar que Mildred saluda a Clarissa no duda en alzar su mirada en búsqueda de la pelirroja. No era de extrañarse que el hombre al ver a su secretaria vestida tan elegante, quedara atónito viendo a la mujer con los ojos abiertos de par en par; por lo tanto, era evidente que Clarissa era la única mujer que le movía el piso. «¡Qué hermosa se ve! » dijo Jake en pensamientos.  —¡Buenos días mi señor presidente! —exclamó Clarissa. Jake no le contestó el saludo porque tenia su mirada fija en ella. El pelinegro tenía el corazón acelerado y su deseo por hacer suya a Clarissa aumentó cada vez más.  —¿Señor, le sucede algo? —preguntó la pelirroja. Lo que pasaba por la mente de Jake era tomar a la pelirroja en sus brazos, besarla intensamente y hacerle el amor en la oficina, no importando que Mildred estuviera allí. Luego el hombre trata de contenerse un poco, y finge desinterés, contestándole de mala manera a su secretaria.  —¿Por qué vienes vestida de esa forma? —indagó Jake.  —Pues, porque es mi último día aquí en la compañía —respondió Clarissa en tono autoritario. La pelirroja le da la carta de renuncia a Jake para que la firme, pero él hace caso omiso a la petición de su secretaria, ya que le quiere pedir un favor antes de que se vaya para siempre de su vida.  —Ok, firmaré tu renuncia, pero antes quiero pedirte un último favor. Te prometo que te dejaré libre y te pagaré el doble de tu liquidación si me lo haces —prometió el millonario. Clarissa al escuchar que su jefe le dijo que le dará el doble de la liquidación quiere escuchar lo que su jefe le iba a proponer antes de irse. Entretanto él se acerca a ella lentamente para decirle el favor quiere de su secretaria. Enseguida ella lo mira fijamente y le dice:  —Ok… lo escucho. Dígame que quiere que haga.  —¡Necesito que vayas conmigo mañana al hotel plaza, para cerrar el trato con el empresario chino. Es el último trabajo que harás conmigo. Se que Mildred es buena, pero debo confesar que has sido la mejor trabajadora que he tenido en toda mi vida. Nunca nadie será como tú y perdóname por todo lo que te hice sufrir por todos estos años. Clarissa se queda impactada, por las palabras que salieron de la boca del engreído Jake Burns. En todos estos cinco años, el hombre nunca se había disculpado con ella y nunca le habló de ese modo. Es por eso, que la pelirroja pensó que al fin su jefe había visto el valor que tenía ella; pero el hombre reaccionó demasiado tarde. No obstante, la mujer conocía a Jake más que a nadie en el mundo, y cuando él prometía algo siempre lo cumplía. Por esa razón accedió a realizar un último trabajo con su odioso jefe y llevarse un buen dinero antes de irse.  —¡Ok acepto!   —expresó Clarissa estrechando manos con Jake   —Y debo confesar que ningún dinero sobra en esta vida. Así que mañana estaré aquí esperándolo.  —¡Esta bien, te espero mañana… Y vente así de hermosa como te vez hoy!  —dijo Jake mirando a Clarissa intensamente. Clarissa al ver la mirada penetrante de Jake, sintió una vibra un tanto extraña de su parte. Era la primera vez que el hombre le hacia un cumplido.  —¡Tengo un vestido rojo similar a este, mañana lo traeré! «Mañana antes de irte te robaré un beso, no me importa lo que digas» pensó Jake mirando a la pelirroja. Enseguida el hombre le quita la mirada de encima a Clarissa, para tratar de no cometer una locura. Jake era un experto en reprimir sus emociones desde que tenía diez años. El millonario finge como si no le importara la pelirroja y se sienta en su escritorio para terminar de firmar varios documentos.  —¡Si quieres te puedes retirar! —dijo el jefe   —¡Puedes darte el día libre!... Mañana después que terminemos con el empresario Li, firmaré tu carta de renuncia.  —No me iré aun, debo enseñarle a Mildred unas cosas.  —Ok como tu digas. El hombre trató en disimular lo más que pudo que no le importaba Clarissa, pero no quitaba su mirada de encima, mientras ella estaba con Mildred en la otra oficina. Pasan unos treinta minutos, y llega Heather con un amigo de la infancia llamado Steve Gold. —Amor, mira a quien me encontré en el restaurante, a mi amigo Steve. Steve Gold era un multimillonario terrateniente, de treinta y seis años, el cual fue invitado por el padre de Heather para que le vendiera unas tierras, y así poder construir mas residencias de lujos en los estados del centro del país. Él era el heredero de una gran fortuna familiar; por lo tanto, tenía a su poder muchas tierras, y en ese momento decidió vender algunas a empresas Burns. Además, el físico de ese galán era descomunal; el hombre era alto, como de un metro con ochenta y cinco centímetros de estatura, de piel algo bronceada, ojos marrones penetrantes, pelo liso castaño oscuro, un poco largo peinado hacia atrás, con algo de barba, e iba vestido de n***o muy elegante. El señor Gerald, el padre de Heather, conocía a la familia Gold desde hace más de cuarenta años. De hecho, que antes de que su hija decidiera estar con Jake, Steve era el elegido del señor. Por ende, la pelinegra y él eran amigos de infancia. Cabe destacar, que el guapo moreno siempre le atrajo Heather, pero ella nunca le hizo caso, ya que el único hombre de su vida siempre fue Jake. —Hola, un gusto en conocerte —saludó Jake al hombre un poco desinteresado. El pelinegro al ver a Steve, no le causó mucha importancia, porque a él nadie le parecía lo suficientemente significativo como para tenerle admiración. —Encantado Jake. Pues vine hacer negocios con Gerald y con Heather. Ambos me comentaron que tienen un proyecto en Pensilvania, donde yo tengo unas tierras. Pero antes de irme con ellos quería conocerte, ya que sales bastante en la televisión. —Si…Soy muy popular. Y bueno te dejo en las manos de mi futura esposa para que hagan negocios. Enseguida Clarissa entra a la oficina para pedirle a Jake que firmara unos documentos. Al entrar, Steve Gold queda asombrado ante la belleza de la pelirroja, pero Heather muere de la envidia. —Deberías tocar antes de entrar Clarissa. ¡Que mal educada eres! ¿No ves que estamos en una reunión? —amonestó Heather a la pelirroja mirándola con mucha ira. Steve era un hombre muy seductor y de armas a tomar. Entonces al ver a la elegante pelirroja, quedó prendado de inmediato sin quitar sus ojos de encima, sonriendo inconscientemente.   —Eh perdón señora Heather no me fijé que estaban aquí. Entonces me retiro.   —¡Espera!, ¿Qué era lo que querías? —preguntó Jake haciendo que Clarissa se detenga.   —No la regañes Heather, seguro estaba concentrada en su trabajo —comentó Steve.   —Solamente venia para que me firmara este documento y así me podría retirar —dijo la secretaria.   —¡Pues fírmaselo de una vez Jake, para que se vaya de una vez! —exclamó Heather muy molesta. Jake le firma el documento a Clarissa a regañadientes, porque no quiere que se vaya, pero debe hacerlo porque su prometida esta allí. Enseguida, el pelinegro de reojos se da cuenta que Steve no le quita la mirada de encima a su secretaria. El hombre se empieza a enfurecer porque odiaría ver a Clarissa con otra persona.   —Toma Clarissa, puedes irte —dijo Jake mirando a Steve quien no quitaba su mirada de la secretaria.   —¡Si vete rápido! —exclamó Heather.   Enseguida, Clarissa sale de la oficina para tomar sus cosas y despedirse de Mildred, la cual ya estaba al tanto con todo lo de la empresa. Steve al escuchar que Clarissa se iba, decide que quiere irse con ella y le dice a la pareja que ya se tiene ir a un sitio urgente, y que si querían hacer la negociación de las tierras en horas de la tarde o el día de mañana. Heather le dice que no hay problema, que si se tenia que ir con urgencia podría hacerlo, y lo del contrato con las tierras podrían firmarlo en una reunión en su casa, junto con Jake y su padre en una cena el día de mañana. —¡Una cena me parece perfecto querida Heather! —dijo Steve. Clarissa con una caja con todas las cosas que tenia en su oficina, va hacia donde esta Jake y Heather para despedirse de ellos. —Nos vemos mañana señor presidente. El resto de mis cosas me las llevaré mañana en la tarde. —comentó Clarissa despidiéndose de sus jefes. —¡No es necesario que vengas en la tarde! Yo le diré a Mildred que te las empaque, y que Richard el escolta te las lleve a tu casa. —explicó Heather en tono molesto. —Mañana ella tiene que venir para que hagamos el trato con el chino, por lo tanto, la volverás a ver aquí amor mío —dijo Jake. —¡Si señor presidente, nos vemos mañana! Adiós. —se despidió Clarissa de la pareja, sosteniendo la caja un tanto pesada. No obstante, el moreno seductor al ver a Clarissa con esa caja tan pesada decide ayudarla para irse con ella, y tratar de entablar una conversación con la pelirroja. Ese hombre cuando le gustaba una mujer hacia lo imposible para conquistarla. —¡Clarissa! ¡Déjame ayudarte! ¿sí? —gritó el moreno. Jake al ver esto tiembla de la rabia, porque él sabía que el tal Steve Gold era un playboy conquista mujeres, debido a su aspecto. —¡No, no es necesario que la acompañes Steve! Llamaré a uno de mis guardaespaldas para que la ayuden. —dijo Jake ardiendo de celos. El moreno se detiene con la caja de la secretaria en la mano, por lo que dijo Jake. Clarissa le dice a su jefe que no es necesario llamar a Richard, que él señor Steve la puede ayudar. Ambos se retiran de la oficina y se van hacia el ascensor. Heather sospechaba que su futuro marido estaba celoso; por ende, se interpuso a lo que Jake había propuesto. —Amor mío, tranquilo, Clarissa está en buenas manos. Steve la va a cuidar. Ven vamos hacerte un masaje para que te tranquilices un poco ¿sí? —expuso Heather haciéndole unos masajes en la espalda a Jake. —Además, sé que estas tenso por lo de la negociación con el asiático, pero no te preocupes todo saldrá bien. A Jake no le importaban las palabras de Heather, él lo único que deseaba era ir detrás de Clarissa y Steve e impedir que se fueran juntos. Por otro lado, la pelirroja se siente muy alagada que por fin puede hablar con un hombre guapo después de tantos años. El moreno de ojos café la invita a desayunar, y los dos se van juntos a un restaurante de lujo cercano a la compañía. Jake le pide a uno de sus escoltas que vigilen a Clarissa, y este va tras ella, y le envía fotos a su jefe del encuentro que tenían los dos. El pelinegro muere de la rabia, y  no se podía concentrar bien en su trabajo ese día, Heather sabía lo que le pasaba, pero se quedaba callada para guardar las apariencias; así que decide ignorar lo que sucede a su alrededor, y fingir que ella y Jake son una pareja feliz. La pelinegra lo único que quería era casarse con su amado millonario dentro de dos días, cueste lo que cueste. «Me casaré muy pronto contigo mi amor. ¡Gracias a Dios que esa estúpida ya va estar fuera de tu vida para siempre. Yo me encargaré de ser la única mujer en tu vida!» pensó Heather mirando fijamente a Jake. Lo que ella no sabía era que el destino le tenía algo preparado a esos dos.
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