Capítulo 16

2076 Words
Kevin parecía estar molesto por alguna razón, corrió hacía Kobok, el cual estaba más furioso que nunca. Jamás había tenido el problema de enfrentar a un humano. Cuando Kevin llego a Kobok este desapareció y apareció junto a los hombres de Rogers, sacando su lengua multiplicada al menos por diez, la lengua se dividió por casa individuo y uno a uno se le enrolló en el cuello una porción de su parga lengua, los rostros de los hombres se habían llenado de un color violeta y daban golpes hacía el suelo por la desesperación de no poder respirar. El rostro de Kobok se veía algo enfermizo en el momento que una mueca parecida a una sonrisa apareció. Kevin corrió hacia él, pero antes de llegar un gran destello apareció lanzándolo hacia atrás de un solo tirón. Cuando la luz desapareció, los cuerpos de los hombres no estaban, solo estaba Kobok, el cual se lambiaba la boca con la lengua. Parecía estar contento por alguna razón. Kevin se lanzó contra él, pero esta vez las cosas cambiaron, Kobok lo paró como si la fuerza se le hubiese multiplicado al menos veinte veces más. La mano de Kevin fue dobleda de una forma abrupta, hasta caer al suelo de rodillas, con un inmenso dolor; su mano parecía estar a punto de doblarse, pero Kobok cayó de rodillas en el piso. La doctora Tamara había clavado una jeringa en los pies del animal, el cual no se había puesto interés en cubrir su retaguardia, al parecer la doctora Tamara no significaba para el ningún tipo de peligro. —¡ESTUPIDA! —gritó Kobok en el momento que le dio una fuerte patada a la doctora la cual pegó contra un sillón en la habitación, pero de igual forma quedó lo suficientemente herida, quedando inconsciente. —¡NOOO! —gritó Kevin, estirando su mano, como si quisiera controlar la caída de la doctora, pero no pudo. —¿Tienes algún vinculo con esta mujer? —dijo Kobok, no creyendo para nada lo ue estaba oyendo. —Ese no es tu problema —respondió Kevin y una sombra de ira se ciñó sobre su cabeza. —Esto es fascinante, jamás había visto nada igual ¿Cómo hiciste para conservar tu alma? Kevin tenía sus cejas arrugadas, pero no se atrevió a preguntar a nada de lo que lo ue hablaba Kobok. —Solo terminemos con esto. —Debo reconocerlo, esta bien, eres fuerte, pero yo tengo la experiencia, te haré un favor, conviértete en mi discípulo, y la dejaré a ella vivir. —No tengo garantías de nada de lo que dices. —Soy de palabra, ya antes lo has visto. Kevin dudó un poco, y miró a Tamara en el suelo, mientras miró las probabilidades. —No… no lo hagas —digo la voz ahogada de la doctora —solo huye… por favor. —¡CALLATE! solo intentó negociar —dijo Kobok algo molesto y lanzó una patada a la doctora, en ese momento la mascara protectora que cubría su rostro salió volando, dejando ver una gran cabellera castaña volar con el viento, unos ojos azules, que parecían estar apagándose, y unos labios pequeños y rosados. En los pensamientos de Kevin, la mujer quizás tendría unos treinta años, pero ahora que la veía, y le daba rostro a su imaginación, era una jovencita de la misma edad de Kevin, ella no llegaba a veinte años aún; Kevin no podía imaginar, como una linda jovencita había terminado en esa atrocidad de lugar. Pero lo que más había llamado la atención de Kevin, fue que la patada que le dio Kobok a Tamara tenía que haberla matado, y solo le hizo un daño significativo, lo que le planteaba la siguiente hipótesis: Tamara era poderosa, o lo que Tamara introdujo en Kobok, había hecho algún efecto; si así era, había un tiempo para que el efecto pasara. Kevin fue con todas sus fuerzas a golpear a Kobok, y este en vez de quedarse a contrarrestar el golpe, desapareció y apareció en otro lugar, al parecer ambos estaban pensando lo mismo, pero Kobok era el único que tenía que perder en ese momento si uno de los feroces puños de Kevin lo alcanzaba. —Tal parece que el trato lo tengo que rechazar, y propongo de nuevo olvidarlo todo, dejarme marchar con la doctora, y nunca sabrás de mí. —No seas iluso en mi código de ADN no hay escrito tal imbecilidad. —Bueno, tenía que proponerlo. Kevin desapareció de donde estaba y apareció a las espaldas de Kobok, el cual abrió sus ojos, pues ya sabía lo que veía. Kevin pegó con su codo, lanzándolo hacía el suelo, antes de que Kobok tocara el suelo, Kevin bajó como su fuera propulsado con un cohete, pues su velocidad era increíble, el fuerte impacto fue tanto, que el complejo pareció estremecerse. Unas voces se escucharon cerca del lugar, los hombres del señor Rogers estaban acercándose. —Ya no tienes tiempo imbécil —dijo Kobok, reconstruyendo su cuerpo, su mano derecha había quedado en su espalda. La colocó en un lugar, y un dolor ahogado se dibujó en su rostro. La mano de Kobok se estiró lo suficiente como para llegar a donde estaba la doctora y Kevin se lanzó a toda velocidad, pero bajó la guardia, siendo golpeado salvajemente con la otra mano de Kobok, que salió de la pared, lanzándolo contra la pared. —Si… parece que tu perdición es involucrarte sentimentalmente con las personas. Mírate, hace rato hubieses salido de aquí por tus propios medios, ahora no tienes escapatoria, ya están llegando los demás —dijo Kobok acercándose al chico, caminando, mientras Kevin estaba tendido en el suelo, incapaz de moverse, el golpe que había recibido había sido muy fuerte. —Bárbara —salió de los labios de Kevin. Kevin estaba dentro de su cabeza, y Bárbara estaba allí sonriendo. —Yo te espero, sálvala a ella. Tu puedes. Cuando Kobok levanto su pierna para aplastar la cabeza de Kevin, el muchacho abrió los ojos deteniendo el tiempo, todo quedo en una calma temporal, el pie de Kobok aún seguía levantado. Kevin se levanto del suelo, sus ojos estaban completamente rojos y fijos. Caminó a donde estaba la chica tendida en el suelo, la colocó en su hombro y salió del lugar. Kevin imaginó un lugar y al atravesar la puerta desapareció. —¡NOOOO! —gritó Kobok cuando todo acabó, y el lugar se llenó de decenas de hombres. Kevin y Tamara aparecieron en las montañas del Cuyahoga Valley National Park, Kevin se desmayó al tener contacto con la superficie, parecía que todas sus energías se habían esfumado. La noche se vistió encima de estos jóvenes, los cuales parecían estar inconscientes. Los animales nocturnos comenzaron aparecer uno a uno con sus sonidos. En la mañana un grupo de cazadores que pasaron por el lugar vieron a la pareja; al principio pensaron que solo se trataba de dos amantes, que habían tenido una noche de pasión, pero luego una de las mujeres que los acompañaban les hizo señas a otros, mostrando los restos de sangre que tenía Tamara en el rostro, y el traje poco casual: que tenía un emblema triangular donde había una letra “P” y una letra “E” —¿Qué les habrá pasado? Pobres —dijo la mujer. —Susy, esto no es problema nuestro, debemos irnos —dijo un hombre mayor de unos cincuenta años. —Yo apoyo a Vicent, solo hagamos que nunca los vimos —dijo un joven sureño, de unos treinta años —¿Qué sucede? Paul —Llegó otra chica, la cual era una contradicción en persona —tenía una escopeta en su mano, unas lindas piernas blancas se elevaban hasta conseguirse con una falda corta, como si estuviese preparada para jugar tenis, su cabello rubio lacio, jugueteaba con el viento —¡Oh, por Dios! Debemos llamar a la policía —dijo la jovencita alterada dejando caer el arma encima de unas rocas, que con el impacto se disparó. Todos se lanzaron a un lado a cubrirse, pero la chica no pareció importarle su propia imprudencia. Su vista estaba puesta en una sola persona en ese momento en Kevin —o debemos llevarlos con nosotros. —¡¿Que?! —gritaron al unisonó Paul y Vicent. —Yo también pienso lo mismo —dijo Susy. —¿Acaso están locas? ¿Quieren que la policía nos quite la mercancía de contrabando? O peor aún, que nos involucre en este crimen. No va hacer faltas muchas pruebas, saben muy bien que esto es un parque nacional protegido, y no tenemos mucho a nuestro favor. Cazadores en el parque nacional ¡que bien! dirán los policías, gracias por avisarnos, son unos héroes. No sé como te los imaginas tú, pero yo no los imagino de una bonita forma, así que… —dijo Paul. —Digan lo que tengan que decir, si no dejan que llamemos a la policía, deben dejar que los llevemos a las cabañas —dijo Susy. —La verdad no se que es más arriesgado, creo que es momento de votar —dijo Vicent. Las votaciones fueron fácilmente de predecir dos votos contra dos. —Hagamos algo —dijo Paul —si ustedes pueden llevarlos, háganlo, no nos interpondremos en medio de su heroísmo, pero nosotros nos adelantaremos a conseguir el ave. Ustedes hagan lo que les plazca. Las dos chicas se miraron y asintieron. —Entreguen sus armas —le dijo Paul. —¿Por qué? —preguntó Susy. —No saben quienes son, no deben ver sus armas, tomen, estas más pequeñas y discretas guárdenlas. —Muy bien —dijo la joven sexi. —Tu Jasmín, por favor mantente alejado de los pantalones del chico —dijo Paul, dándole una orden. Jasmín sonrió un poco, y le dio un beso a cada uno en los labios. Susy imitó lo que hizo Jazmín. Y Vicente les agarró el trasero a las dos, haciendo una mueca de deseo. —Chicas —dijo Paul al alejarse —¿porque las chicas siempre se meten en problemas? —No lo sé, quizás les guste la adrenalina. —Más adrenalina que compartirlas no creo. Las dos chicas se vieron y sonrieron. —¿Qué hacemos? No podemos mover estos cuerpos hasta allá, son dos kilómetros —preguntó Jasmín. —Creo que definitivamente es el día de suerte de este par —respondió Susy señalando la orilla del lago. Había un bote abandonado volteado boca acabo, parecía que tenía tiempo allí. —¿Cómo sabes que no esta defectuoso? —pregunto Jasmín. —Ja, ja, ja —Susy estalló en carcajadas. —¿De qué te ríes? —Ya antes he estado allí adentro —dijo Susy agachándose y tomando a Kevin por los pies —esto dolerá amigo —se dirigía a Kevin en esa ocasión. La cabeza de Kevin comenzó a golpearse con las piedras al momento que era arrastrado. —Me produce dolor de cabeza, solo verlo —dijo Jasmín. —ven te ayudo. Las dos chicas levantaron a Kevin, Susy pasó las manos por debajo de las axilas de Kevin, mientras que Jasmín lo llevaba por los pies. —¿No te parece lindo? —dijo Jasmín. —¿Quién? —preguntó Susy. —Este joven. —Recuerda lo que te dijo Paul, además al parecer tiene novia —dijo señalando con la vista a Tamara. —No parecen ser novios —además no tengo problemas en compartir. —Si, lo sabemos, pero recuerda que todo el mundo no piensa de la misma forma. Solo estamos haciendo algo de caridad, para tapar las atrocidades que le hacemos a la naturaleza, recuérdalo, no somos las buenas. —Lo que hacemos no esta mal del todo, solo contrabandeamos aves, ¿qué hay de malo en eso? Estoy muy seguro que las personas que compran las aves, no se las comen, ni nada. —Pero las encierran, nosotras las hacemos prisioneras. —Si te molesta tanto, porque solo no renuncias. —Sabes que no puedo, no tengo a donde ir —dijo Susy —uno, dos… y tres —dijo dejando caer a Kevin en la orilla del lago. —A ella si la puedes dejar que se golpeé la cabeza —dijo Jasmín, agachándose para tocar el rostro del muchacho. —¡JASMÍN! —gritó —Ya, está bien, sí.
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