Capítulo 17

1784 Words
Después que los dos estuvieron en la orilla del lago, voltearon el pequeño bote abandonado, y tal cual como lo había dicho Susy, no había ningún tipo de daño visible en la embarcación, parecía estar dispuesto a navegar. —Lo ves, te lo dije, todo está en perfecto estado —dijo Susy. —Si tienes razón, lo que no sé es porque estaba aquí abandonado, parecía estar en el lugar correcto y en el momento justo, además por el polvo encima del barco indica que no se ha movido en varias semanas, es decir que ellos no pudieron llegar en bote. Además, que tú lo usaste me dijiste, lo que no recuerdo es verlo visto antes, pero bueno. —Pareces una detective, y no lo habías visto, porque esta zona casi no la recorremos, es nueva —le indicó Susy. —Bueno, vayamos ¿tú sabes navegar? O al menos sabes ¿A dónde nos vamos a dirigir? —Si lo sé, tranquila, mi padre fue un excelente pescador, y me enseñó un poco, además este barco no tiene muchas cosas que haya que hacer, solo hay que remar. Mira allá están los remos —señaló Susy unos palos que estaban recostados a un árbol —en cuanto a la dirección, solo debemos ir hacia allá, para luego encontrarnos con la corriente, la cual nos llevará rio abajo, para llegar a las cabañas. —¿Eres normal? —dijo Jasmín mirando fijamente a Susy. —Si lo soy. Ja, ja, ja. —Pareces una sabelotodo —Jasmín se tapó la boca, pero sus ojos brillaron demostrando que le parecía algo divertido. —Los chicos podían habernos ayudados, solamente son unos flojos —comentó Susy. —Bueno, no importa llegaremos rápido, y atenderemos a este pobre joven. Hicieron el recorrido completo en el bote, hasta que llegaron a un pequeño muelle, el cual no tenía nombre, y estaba escondido entre varios manglares, no se veía gracias al enorme camuflaje. —hogar dulce hogar —dijo Susy. —Me gusta este lugar, yo me quedaría aquí el tiempo que fuese necesario, tengo todo lo que mi corazón anhela. Y sigue llegando cosas buenas. —Si, es bellísimo —respondió Susy. Cargaron a los jóvenes hasta dentro de unos cuartos hechos de barro y paja, las casas fueron construidas de forma artesanal, unos años anteriores. En total eran seis cabañas, dos mujeres se acercaron en el momento que Susy y Jasmín. En el cuarto donde estaban había dos camas individuales, y en una de ellas acostaron a Tamara, y en la otra acostaron a Kevin. —Puede acostarse en mi cama, yo puedo vigilarlo. —No confió en ti, para tal propósito, terminarás comiéndote al muchacho. —Piensas muy mal de las personas Susy —dijo Jasmín. —No pienso mal, solo debes aceptar las cosas. Debes ayudarme, pero no de esa manera. —¿Cómo está el muchacho? —preguntó una chics muy guapa. —Stacy, gracias por preguntar, amiga mía, pero no creo que Paul este de acuerdo con eso de que andes preguntando por extraños. —¿Pero Paul permitió que el chico viniera aquí? —pregunto Stacy. —Si, pero bajo mi estricta supervisión ¿No es así Susy? —Si, así es —respondió Susy, con cara de picardía. Stacy pareció molestarle un poco las respuestas de sus compañeras, y salió del lugar dando grandes zancadas y, maldiciendo a diestra y siniestra. —¿Puedo preguntar por los chicos? —dijo la otra de las chicas, la cual tenía cara de ángel. —Claro Lucía, puedes venir. No sabemos nada de ellos, solo que estaban perdidos en el bosque, necesitamos hacerle algunas curas —le respondió Susy. —Necesito sentirlos… —dijo Lucía. Las dos chicas se miraron, como si se comunicaran por medio de sus ojos. Lucia era una chica especial, siempre estaba ligada a la naturaleza, fumaba hierbas. Estaba en contra de vender aves, había llegado al lugar con una razón clara, tratar de convencerlos a todos, de apartarse de los caminos errados y guiarlos por el camino correcto. Lucia no creía en la violencia, estaba convencida que podría meterse en el corazón de todos los miembros de la banda y hacerlos cambiar. Lucia al igual que todo era muy liberal con respecto al sexo. Todos allí eran una comunidad no atada a ninguna persona, todos eran libres de estar con los miembros, pero no sé permitía, estar con otro que no perteneciera, y obviamente los hombres eran los encargados de aceptar a los miembros. Lucia se pasaba la mayor parte de su tiempo drogada, que en la realidad, por lo cual alucinaba que hablaba con personas muertas e incluso que podía ver la energía dentro de los demás. A Paul y a Vicent les gustaba mucho Lucia, pero no les gustaba que hablarán sobre irse del lugar o dejar de vender aves. Era difícil convencer a alguien de dejar de vender o traficar, con lo mismo que se ganaban la vida. Lucía no usaba el dinero con el cual se lucraba, ella conseguía su propio alimento de la naturaleza: recolectando frutas y vegetales frescos; fabricaba su propio jabón artesanal, y de vez en cuando iba a la ciudad a cambiar con los mercaderes, algunos vegetales por prendas de vestir; ella era la menos atada al grupo. Las demás chicas atadas al dinero, o eso es lo que les decía lucia, la cual se consideraba un alma libre. —Esta bien, puedes tocarlos —respondió Jasmín. Lucía estiro su mano, hacia la doctora, y cerró sus ojos, mientras una lagrima salió de su rostro. —¿Que sucede? —preguntó Susy. —Ella sufre —contestó Lucía —pobre, lleva una gran carga sobre sus hombros. —¿Y él? —preguntó Jasmín. El ambiente en el lugar se había puesto algo interesante. Lucía se acercó al muchacho y antes de tocarlo salió desprendida hacía atrás, como si algo o alguien la hubiese empujado, golpeándose contra las puertas del closet. Las ventanas estaban abiertas y una brisa fuerte entró. —¡Vaya! —dijo Jasmín, nunca había visto que la brisa te pudiese tumbar así. Creo que estas muy delgada, necesitas comer más. —No fue la brisa, parecía más bien algo como sobrenatural —dijo Susy, que estaba viendo a Kevin. —¿No vas a creer que se trata del muchacho, o sí? si viste que nosotros los cargamos hasta aquí, si fuera sí, no pudiéramos haberlo tocado. —No es él —dijo Lucía levantándose del piso, colocando sus lentes en la posición correcta, parecía un poco perdida. —Lo ves —comentó Jasmín. —Es algo que está a su alrededor —susurro Lucía, con algo de misterio. —Me da algo de miedo, solo escucharlo —dijo Susy —no seas tan cruel con nosotras, no nos asustes. —No es broma, no podemos tenerlo aquí, hay que sacarlo de este lugar, todos estamos corriendo peligro —dijo Lucía. —No podemos abandonarlo en el bosque, así como así —dijo Jasmín cruzándose de brazos. —No apoyo esa idea tampoco, pero creo que esto se trata de algo serio, no creo que Lucía este jugando con nosotros al respecto —No hablo de abandonarlo, lo podemos trasladar a otro lugar, y vamos a cuidarlos entre las tres podemos turnarnos, debe ser nuestro secreto. Las dos amigas se vieron, y asintieron de nuevo con la cabeza. —¿Pero ¿qué hacemos con Stacy? Podría darse cuenta. —Usemos el carro de Vicent —dijo Lucía. —¡Vaya! Debe ser algo muy serio para que quieras ensuciar la naturaleza con dióxido de carbono. —No hay tiempo ahora de pensar en eso, si lo mantenemos aquí, puede dañar algo más que simples árboles —dijo Lucia. —¿Simples arboles? Seguro no te golpeaste la cabeza al car —dijo Jasmín con una risa en su rostro. —Voy a entretener a Stacy, ustedes dos márchense, pueden llevarlo a la cueva de Galdar —comentó Lucía. —¿No es un mito? —preguntó Susy. —No, no lo es. En la puerta de la cueva hay una inscripción, deben decirla tres veces, para activar la protección. Jasmín estaba que estallaba en risas, pero no lo hizo, solo veía al piso en ese momento, apretando los labios. Susy que le llevaba unos años a Jasmín, estaba escuchando con algo más de detenimiento, mientras Lucía les daba los puntos exactos geográficos. —¡Esta bien! ¡vamos! —le dijo Jasmín a Susy. —¿Pero si llegan los hombres? —preguntó Susy. —Algo se nos ocurrirá —respondió Lucia —ahora vayan. Después que montaron los cuerpos de Tamara y Kevin en el coche, los cuales no habían recibido los primeros cuidados, solo andaban rodando a diferentes lugares. —¿Crees que sea verdad? Digo eso de que Lucía ve cosas —preguntó Jasmín. —Bueno como dicen, de que vuelan, vuelan. Lo que sí, es que a mí me da miedo todo eso. Prefiero hacer caso, antes de pasar un mal rato o un susto —respondió Susy. Unos helicópteros sobrevolaban la zona en ese momento. —No parece militar, ni de la guardia ¿Quiénes serán? —dijo Jasmín sacando la cabeza por la ventana. —No lo sé, pero creo que no es momento de adivinar —dijo Susy acelerando un poco. —¡Espera! —dijo Jasmín, en el momento que Susy pisó los frenos con todas sus fuerzas. Los cuerpos de Tamara y Kevin se fueron hacían delante, pero gracias al cinturón e seguridad no salieron contra el cristal. —¿Qué sucede? —preguntó. —Escucha. —¿Qué? Jasmín puso su dedo índice en sus labios; y un fuerte sonido a motor venía frente a ellas. —Por allí —dijo Jasmín —confía en mí —dijo al ver la negativa de su compañera. Ella a regañadientes volteó en el volante para desviarse un poco e introducirse al bosque, saliendo del camino. Cuando dio la vuelta, camuflajeados por la naturaleza, las chicas vieron unos carros tipo militares sin nada escrito. Había muchos hombres a pie en ese momento, y Jasmín ahogó un grito cuando vio las insignias en los hombres, igual al que llevaba Tamara. —¿Será que los están buscando? —susurró Jasmín. —Eso es seguro, lo que no sabemos, es el motivo por el cual lo hacen, con esas armas en sus manos, no creo que los estén buscando para saludarlos ¿Por qué de otra forma ¿Por qué entrarían así? Aquí en este lugar no hay peligro de entrar.
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