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intro-logo
Blurb

Kevin, siempre estuvo enamorado de Bárbara, desde el primer día que la vio, estudiaron juntos la secundaria, pero los padres de ella no aprobaban la relación porque Kevin no tenía futuro según ellos; sin embargo, ellos se veían a escondidas. Él estaba loco por ella, y era capaz de hacer lo que sea, para sus padres lo aceptarán. Ella estudiaba en la universidad, y tenía futuro como ingeniero; Kevin, sin embargo, al salir de la preparatoria no tenía para pagar una universidad; y era lo más injusto pues el chico fue el número uno de su clase.

Kevin se puso a vender frutas con su madre en el mercado municipal de su ciudad, y veía como los padres de Bárbara lo veían por el rabillo del ojo cuando estos iban de compras, y aunque no decían nada, se les notaba en sus gestos.

Todo cambia, cuando un hombre va al puesto de frutas, ese día Kevin lo está atendiendo solo, su mamá estaba enferma. El hombre de traje y corbata ve como Kevin no necesita calculadora, y en algunas ocasiones no necesitó ni peso, para atender a seis clientes a la vez, no equivocándose. El hombre le entrega a Kevin una tarjeta dorada, la cual tiene varios números, muy parecido a un sodoku. Kevin la guarda en su bolsillo y se queda pensativo.

Cuando Kevin va a la casa de Bárbara, ve como el padre de ella, llega en su carro con otro chico, el señor Thomson, lleva tiempo metiéndole a Jeremías por los ojos a Bárbara, lo invita a comer y en las festividades, pero ella solo lo ve con ojos de amigos, y hasta ha llegado a detestarlo.

Kevin se siente cansado de la situación, pues solo puede ver a Bárbara los días y horas que los padres de ella no están en casa, se suponía que ese día a esa hora sus padres no iban a estar; Kevin se siente frustrado de la situación, pues ese día no podría disfrutar de los besos húmedos y el toqueteo habitual que compartían él y Bárbara en el sillón de la sala de sus padres.

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Capítulo 1
—Te buscaré en dos años —dijo Kevin, mientras sostenía la mano de Bárbara, después de una larga faena de besos húmedos en el viejo sillón de la casa de los padres de Bárbara. —Dos años —respondió Bárbara, que pensó que ese momento sería eterno, para toda la vida, y que Kevin solo estaba bromeando. Cuando Kevin salió de la casa de Bárbara, caminó unas cuadras, hasta que dos autos lujosos, Mercedes Benz, se pararon frente a él. —¡Entra! —dijo un hombre vestido de traje oscuro, que se bajó del auto trasero, abriendo la puerta del primero coche. Kevin, miró a los lados, tenía la intención de correr, pero el arma que llevaba este hombre en el cinturón lo hizo dudar un poco, a lo lejos veía la casa de Barbará. —¿No le harán daño a ella? Ese fue el trato —dijo Kevin al entrar al auto. —El trato se canceló, en el momento que escapaste —dijo un hombre de unos sesenta años de edad, que estaba sentado dentro del auto, su cabello blanco combinaba con el traje elegante que llevaba —vamos, busquemos también a la chica, seguro sabe algo. —No le dije nada, es verdad. —No creo que no lo hiciera. —¡No por favor! ¡Esta vez sí lo haré! ¡lo prometo! —Ya no estás en disposición de negociar —dijo el viejo —de igual forma lo harás. Bajaron todos del carro, a Kevin lo empujó un hombre fornido que cayó de inmediato en el suelo de rodillas frente a la puerta, mientras le amarró los brazos. —Para que no lo vuelvas hacer —dijo el hombre, el cual su voz sonó un poco aguda, como si fuera la voz de un niño; esa voz no contrastaba en nada con la fuerza de sus músculos. Kevin hizo un esfuerzo descomunal por intentar zafarse de las cuerdas, su rostro se puso de un color tomate, pero en cuestión de segundos sus fuerzas fueron mermando. La puerta fue derribada en solo dos pequeños golpes de los atléticos hombres, abrieron la puerta como si fuese de plástico u otro material endeble. —¡Noooo! —gritó Kevin, y las cuerdas se estiraron un poco como si quisieran reventarse. El viejo vio esto desde la parte trasera de Kevin, y por un momento su cara quedó pasmada, pero luego una mueca en su rostro apareció. —Todavía te queda algo de energía —dijo la voz serena del anciano —¿O acaso quieres morir antes de tiempo? —Déjala en paz, ella no tiene nada que ver —dijo Kevin con su voz ahogada, parecía que estaba muerto de dolor. Si tan solo hubieses seguido mis órdenes, las cosas ahora serían de otro modo —dijo el anciano mientras caminaba hacia la puerta no sin antes aplastarle la mano a Kevin, el cual no le dolió nada —tráelo Bloster, quiero que vea, le dijo el anciano a uno de los hombres fornidos. —Enseguida señor. El hombre se agachó y levantó a Kevin, como si fuese un simple muñeco de feria. Cuando entró a la casa, dejo caer a Kevin en el suelo, golpeándole la cabeza. —¡Ten cuidado idiota lo quiero vivo! —le dijo el anciano a Bloster. —Lo siento señor Rogers —dijo Bloster dirigiéndose al anciano. El señor Rogers se agachó en el piso frente a Bárbara, y puso su dedo índice debajo de su barbilla para levantarte el rostro. —¿Cómo te llamas? —Bar…bara —dijo ella con la voz entrecortada mientras jadeaba un poco, y las lágrimas empezaron a correrle más. —Qué bonito nombre ¿Estás asustada? —dijo el señor Rogers, de forma sarcástica. Bárbara asintió con la cabeza. —¡Oh querida, nada te va a pasar! —dijo el señor Rogers mientras en su rostro se había dibujado una sombra oscura, que denotaba maldad. Cuando se dio la espalda levantó la mano, para dar la orden, el que tenía apuntada el arma, con un movimiento cargo el arma, y volvió apuntar para disparar, el arma se trancó. Los ojos de Kevin habían cambiado de color, y se encontraba viendo a el hombre fijamente, el hombre que sostenía el arma, poco a poco volteó el arma, empezó a disparar en diferentes direcciones, liquidando a los dos gorilas que acompañaban al señor Rogers. El señor Rogers se lanzó rápidamente detrás del viejo sofá de la sala de Barbara, con la agilidad de un jovencito. —Ja, ja, ja ¡Por fin lo sacaste! —dijo el señor Rogers riendo. Kevin se levantó del suelo, mientras sus ojos ardían, el hombre armado pasó a su lado buscando en varias direcciones el sonido de ella voz del señor Rogers, pero parecía estar ciego. Bárbara estaba en el suelo, parecía que se había desmayado, por los recientes disparos. —¡Bien, bien! ¡Dejaremos a la chica en paz! ¡Trato hecho! Solo ven con nosotros. Pero en ese momento Kevin volteó enseguida sintiendo la presencia del señor Rogers en la dirección de su voz. El hombre armado empezó a disparar hasta que descargo completamente si arma contra el sillón; pero cuando se asomó, no había nadie, el lugar donde debería haber un cadáver estaba desolado. —Debiste haber aceptado el trato —dijo una voz detrás de Kevin. El señor Rogers se encontraba encima a lado del cuerpo de Bárbara, agarrando su mano. Kevin corrió hacia ella, con una velocidad asombrosa, pero cuando estaba a punto de tocarlo, el señor Rogers se desvaneció de la nada, dejando solo la esencia de su cuerpo en el aire, también Bárbara había desaparecido. Kevin se quedó allí en ese lugar, tratando de escuchar algo en el silencio infernal, sus ojos se movían más rápido que un ojo normal. El hombre armado llevó el arma justo a la altura de su cabeza, y se disparó sin pensarlo un segundo, cayendo sobre el duro pavimento. Los ojos de Kevin volvieron a la normalidad, mientras el también caía al suelo. Pasaron dos años, Kevin se encontraba leyendo un periódico dentro de su celda de máxima seguridad en Ohio, Columbus, las paredes estaban rayadas y había restos de viejos postes; en la celda había un retrete y un lavamanos. La barba de Kevin decía que llevaba mucho tiempo allí, sus brazos estaban más fuertes que antes, ya que pasaba mucho tiempo haciendo ejercicios dentro de su celda. —¡4 0 7! Tienes visita —dijo un guardia aporreando las rejas de la celda con un barrote —¡Ábrela! —gritó. La puerta inmediatamente se abrió en cámara lenta. El guardia tenía cubierta la cara, con un pasamontaña que solo dejaba ver sus ojos, boca y nariz: esto lo hacían para no conocer las identidades de los policías de la prisión, y no recibir sobornos o chantajes de parte de familiares o amigos de los privados de libertad. —¡Date la vuelta 4 0 7! ¡y levanta las manos! —dijo el guardia. Cuando Kevin obedeció todo eso, el guardia lanzó a Kevin contra la pared y lo esposó rápidamente. —¿Todo en orden? —dijo otro policía a lo lejos. —Si. Kevin salió de allí escoltado Mientras miró hacia abajo, había otro guardia, igualmente con el rostro cubierto, la única diferencia es que este era más obeso, parecía ser el hombre encargado de abrir y cerrar las puertas del lugar, estaba aislado en un cuarto de control. Cuando Kevin lo vio a los ojos, este hombre, hizo un leve asentimiento con la cabeza. La puerta se abrió frente a Kevin, al final del pasillo había una última puerta, que necesitaba dos accesos, desde adentro y desde afuera, el guardia puso la mano en una pantalla, e inmediata le leyó la mano completamente, encendiéndose una luz verde. —1 0 4 7 —dijo el guardia cuando la cámara que estaba junto a la cabeza de los dos, empezó a moverse. —Date la vuelta mostrando las esposas hacia la cámara. Al parecer, tenían que estar seguro que el recluso estaba inmóvil para proceder abrir la puerta desde el interior, esa cárcel lo tenía todo pensado. Kevin al instante hizo caso, todo esto para él, era nuevo, nunca había recibido visitas desde que había entrado a ese lugar. Un leve accionar abrió la puerta deslizándose de lado, todo era mecánico y rodaba muy lento. El techo del lugar era muy bajo y faltaba el oxígeno lo que daba la impresión que estaban bajo tierra. —Tengo que colocarte esto —dijo el guardia mostrándole a Kevin una capucha que cubría su cabeza. A diferencia de la que el guardia tenía puesta, este no tenía orificios por dónde respirar, ni ver y esa parecía ser la intención. Kevin pensó en decir no, pero su palabra no era válida en ese lugar, el guardia solo lo había dicho como protocolo, ya que de una u otra forma igualmente se la pondría, antes de que el guardia le pusiera a Kevin la capucha sobre la cabeza, otro guardia llegó al lugar. —Yo me encargo de 4 0 7 —dijo el guardia, tomando a Kevin por el brazo. —Pero me asignaron a mí —dijo el guardia contrariado. Kevin aprovechó la situación para ver a los ojos al guardia que lo había trasladado a ese sitio. —Fueron órdenes directas de Decker, si no crees háblale 1 0 4 7 —dijo el guardia que acababa de llegar. Kevin vio que los números que acababa de nombrar el guardia, eran los mismos números que estaban en el chaleco del mismo. —Lo siento 1 0 8, no fue mi intención dudar de ti —dijo 1 0 4 7, entregándole la capucha. Cuando 1 0 8, tomó la capucha en sus manos, se la puso a Kevin rápidamente, caminaron pocos pasos, hasta que se quedaron inmóviles. Kevin sintió que estaban subiendo, lo que, si teoría no resultaba descabellada, mientras iban en ascenso, Kevin iba contando los segundos en su mente, que en total fueron treinta y seis. Kevin sintió un frio en la parte de atrás de su espalda. —No quiero problemas, solo obedece nada de trucos ¿entendiste? Kevin asintió con la cabeza, en el momento que dejaron de subir, 1 0 8 empujó a Kevin hacia delante para decirle que avanzará, mientras el sudor iba escurriéndose de el rostro del guardia, que miraba hacia los lados para esperar algún reciente acontecimiento. —¿Por qué estas callado? —le dijo 1 0 8 a Kevin. Cuando 1 0 8 le quitó la capucha a Kevin, no era él, era 4 0 7, que tenía una sonrisa en su rostro, parecía estar complacido por algo, sus ojos se encontraban perdidos. —¡Escapó! —dijo rápido 1 0 8 a través de su radio. Kevin se encontraba pegado a la pared, mientras veía desde la esquina. —¡Entendido! ¡vamos para allá! 1 0 8 sacó su arma mientras daba círculos en la habitación, temiendo que Kevin apareciera de la nada y lo atacara. —Ven amigo, o mataré a tu noviecita, Barbara se llama verdad, esta mañana me dio recuerdos para ti. —¡Esta muerta! —Con que allí estas —dijo 1 0 8 encontrando la voz de Kevin, cuando llegó a la esquina donde había salido la voz de Kevin, pero ya no estaba allí —así que quieres jugar, ella tiene un tatuaje en la pierna derecha. —¡Eso no prueba nada! —Yo no la conocí como lo sabría. —Quizás te lo dijo Rogers con la intención de desconcentrar. —Pero esta haciendo efecto, ya te siento más cerca —dijo llegando de nuevo a donde salía la voz, pero Kevin tampoco se encontraba en el lugar. —Ya paso mucho tiempo ¿Para qué tenerla con vida? —Eso si no te lo puedo responder —dijo 1 0 8, pero en vez de ir al origen de la voz, fue al lado contrario. —Eres mas inteligente que otros, ¿también experimentaron contigo? —Yo me ofrecí voluntario, no he evolucionado como tú, pero no me vas a engañar tan fácil. —Ya veo, por eso te mandaron. Se escuchaban varios pasos aproximarse. —Ahora no escaparás —dijo 1 0 8 riéndose. —¿No crees que solo podría desaparecer? —No, funciona así, tu no desapareces, solo me podrías sugestionar y pasar frente a mí, yo olvidando todo por completo, y vería que desaparecerías, pero eso no lo puedes hacer, estas rodeado, los hombres que vienen allí, tienen una especie de antídoto en contra de tu sugestión. —¡Vaya si que han evolucionado! —gracias por la información. —¡Espera! ¿estabas en mi mente? —dijo 1 0 8 contrariado —¡esperen ya lo sabe! Los hombres no escucharon nada, sino empezaron a disparar ráfagas contra la pared donde se encontraba Kevin, el cual estaba allí lo más pegado a la pared posterior, pues sentía que las balas iban rozando. Pero dos hombres venían con armas de grandes calibres, era 4 0 7 que estaba con el rostro descubierto por primera vez, era un hombre de bigotes poblados y cabello crespo, el otro hombre era un anciano de unos setenta años, por la postura de su cuerpo, era el hombre que estaba dentro de las maquinarias, bajo una Browning M2, que puso en el piso sobre un trípode, y se lanzó al suelo acostado boca abajo, descargando el arma como si estuviese en plena guerra, las balas hacían mucho daño destruyendo paredes enteras. Los hombres tuvieron que ocultarse, parecía que la guerra la había ganado Kevin, sin embargo, la ametralladora dejó de disparar. 1 0 8 salió de su escondite, haciendo señas con su mano para que los hombres se adelantaran, se asomó desde la esquina viendo como los hombres buscaban en todos lados, hasta que sintió un arma justo detrás de su cabeza. —¿Pero ¿cómo has hecho? —¿Está viva? —salió la voz de Kevin, pero esta vez más aguda. —¿Cómo llegaste hasta aquí? —¡Responde! —Si, esta viva —dijo en el momento que cerraba los ojos, que el arma había llegado a la altura de cráneo —¡por aquí! —gritó desesperadamente, pero cuando volteó no era Kevin, sino 4 0 7, parecía que Kevin lo estaba poseyendo completamente ya que había tomado hasta su voz. —¡Pero que rayos! ¡es una trampa! —dijo 1 0 8 en el momento que todos quedaron inmóviles. Kevin paso frente a los hombres, los cuales no movían ni un nervio de su cuerpo, mientras caminaba hacía 1 0 8. —¡Esta bien! ¡Vamos! ¡dejaré que me lleves! Pero si esto es una trampa, morirás, supongo tienes un plan de escape. —Entrégame el arma —le dijo a 1 0 4 7, que se la había quitado. —Si entrégasela —le dijo Kevin a 1 0 4 7? Extendió el arma hasta entregársela, y rápidamente trató de accionar el arma en contra de 4 0 7, pero fue inútil, el arma no disparaba por más que quería. —Eres más tonto de lo que pensé —dijo Kevin —1 0 4 7 irá con nosotros ¡ah, por cierto! Kevin caminó delante de todos como si fuese el líder de una gran expedición. —¡Ah lo siento! —dijo señalando a 1 0 8 el camino, para que caminará el primero. —No puedo ir con él —dijo 1 0 8 señalando a 1 0 4 7 —¿Por qué? —contestó Kevin —¿Qué diré? —Que lo reclutaste, tu solo dilo, ellos seguros te creerán. —Tengo que colocarte esto —dijo 1 0 8 mostrándole una esposa a Kevin. —¡Claro! —dijo Kevin volteándose. Los hombres que se habían paralizado, empezaron a tener movilidad. —¡Vengan! Ya estoy capturado— dijo Kevin en un tono burlón. —Señor que hace —dijo uno de los hombres que llegó a donde estaba 4 0 7. —Cambio de planes Joice, el señor Rogers lo quiere con vida. —Pero… —¡Como te atreves! —¿Cómo sé que no está bajo control? —Tu esposa te cocina filetes a diario, tu quieres comer más saludable, pero ella te engorda porque teme que te vayas con otra mujer. —¡Esta bien! ¡está bien!, pero si era un secreto el ya lo sabe, no entiendo porque estas tan molesto, si la voluntad del señor Rogers era llevarlo, debes estar contento, pues te dará la última dosis. 1 0 8 se quedó callado, con la mirada al frente. Kevin iba callado, y 4 0 7 los estaba siguiendo. —¿Qué hace ese hombre siguiéndonos? —Lo recluté, el señor Rogers necesita otros cuerpos. —¿Pero no lo estaba controlando este hombre? —Creo que tienes algo que decirme —dijo 1 0 8 parándose repentinamente —dímelo, piensas que no soy lo suficiente para ser un líder ¡quizás tu querrías serlo! —No… —Entonces porque cuestionas lo que digo —dijo 1 0 8 sacando el arma de la funda de su cintura —entrégame tu arma —dijo con una sonrisa en su rostro. —¡Pero señor! —¿Acaso quieres desobedecer una orden directa? —No claro que no —dijo entregándole su arma a 1 0 8. —Vamos ¿Qué esperan? ¡a caminar! Todos fueron avanzando hasta que subieron al techo, todo estaba calmado, como si en el lugar no hubiese más nadie, al llegar a la azotea un helicóptero los estaba esperando. —¿Por qué se demoraron tanto? —dijo un hombre que estaba a lado del —Las cosas se pusieron difíciles, pero aquí estamos —dijo 1 0 8. —¿Y él? —Solo, viene con nosotros. —Bueno que suba, no hay tiempo. —Ya vienen por ustedes —le dijo al resto de los hombres —¡vamos!

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