Capítulo 4

1043 Words
—Haces bonitos dibujos —comentó Bárbara mientras caminaban por el largo pasillo, o al menos así se le hacía a Kevin, por las miradas penetrantes de los compañeros de escuela. —Todavía tienes oportunidad de marcharte —le recomendó Kevin a Bárbara. —Si los dejas destruirte, ellos lo harán. —Créeme cuando te digo que hace tiempo me resigné. —Yo creo que todos tenemos una valentía interna que solo explota cuando defiendes algo que quieres. —Ojala las reflexiones funcionen a tu favor, cuando vengan detrás de ti. —Las reflexiones y ser cinta negra en karate. —¿Eres cinta negra en karate? —preguntó Kevin sorprendido. —No, pero solo crea un rumor y todos lo van a creer —dijo ella colocando el dedo índice sobre sus labios. —Vaya y el inteligente era yo —pensó Kevin en voz alta. —¿De verdad memorizas todo? —Lo que me importa —respondió Kevin apretando los labios —aún no se ni donde he puesto mis calcetines —en ese momento se levantó el pantalón mostrando la falta de ellos. —Entonces ¿Cómo funciona tu mente? —Solo guardo las cosas que me gustan —le respondió Kevin señalando su cerebro. —¿Podrías guardarme y nunca olvidarme? —dijo Bárbara sonrojándose inmediatamente. Kevin volvió a quedar sin habla. —No espera, no te vuelvas a desmay… —¡Hola bienvenido de nuevo? Nunca había tenido un paciente por lo mismo, el mismo día ¿o acaso piensas demandar a la escuela? Porque si es así, yo te apoyaré —dijo la enfermera bajando la voz en las últimas palabras, hablando en el oído de Kevin en forma de susurro. Kevin volteó buscando a la chica, pero no estaba. —Si ya se fue —dijo la enfermera, que entendía muy bien lo que estaba pasando —al parecer tu eres su criptonita. —¿Qué cosa? —Del planeta Criptón de Superman ¿No sales mucho verdad? Kevin meneó su cabeza de lado a lado. —Ya veo —dijo la enfermera en el momento que se acercó —¿te gusta mucho? Kevin se levantó de inmediato de la silla. —No te asustes, que estar enamorado es lindo —continuó hablando la joven, con ojos brillantes. Kevin arrugó el rostro «la joven enfermera era algo diferente» —Me siento algo incómodo hablando de esto con usted. —¿Y tienes con quien hablarlo? Kevin volvió a menear la cabeza. —Esta bien, no me meteré en tus asuntos, pero trata de no desmayarte tanto, y expresa más. Antes de Kevin salir de la enfermería se giró sobre sus pies. —¿Como hago para controlarlo? —Lo siento cariño, esto es algo que no tiene control —dijo ella con un gran suspiro. Kevin salió de la enfermería, mirando a los lados, el corazón le latía, solo por el simple hecho de pensar que se podría encontrar a Bárbara en cualquier pasillo o rincón de la escuela, su pecho le dolía un poco. «contrólate, vamos tu puedes». Kevin cerró sus ojos, pero antes de poder llegar al salón de clases le empezó a sangrar la nariz. El estaba acostumbrado a este tipo de cosas, levantó un poco el rostro y fue directo al lavabo, se lavó la cara y miró su reloj, aún faltaba un par de horas para salir de clases «como me gustaría controlar el tiempo» pensó Kevin y una gota de sangre bajo de su nariz y quedó suspendida en el aire. Kevin vio a través del espejo este fenómeno, los bombillos comenzaron a parpadear, y uno de ellos se rompió lanzando chispas en el suelo. Kevin sintió un fuerte dolor de cabeza y la gota de sangre cayó al lavabo colocándose más grande; Kevin se lanzó hacia atrás para no salpicarse. Todo esto había sido una locura para Kevin y sintió que había sido parte de una alucinación; las luces volvieron a estar como antes, la sangre había dejado de correr, no tuvo más opción que ir al salón de clases, pero al salir del baño, el timbre inesperadamente sonó, anunciando la hora de salida, los salones abrieron sus puertas, inundando los pasillos de alumnos con rostros felices y grandes sonrisas, por un día culminando. Kevin miró su reloj, y mágicamente habían pasado las dos horas restantes que faltaban. —¡Hola! —dijo una voz conocida. Kevin volteó de inmediato, era Bárbara. —Hola —contesto Kevin el saludo. Algo había cambiado drásticamente en él, se sentía más seguro. —¿Te paso algo? —preguntó ella, entrecerrando los ojos. —¿Por qué? —Nada olvídalo —aunque seguía viendo a Kevin con ojos de suspicacia. —Aquí está el tonto Kevin —dijo un chico detrás de él. Era Billy Flermon, un chico del doble de su tamaño y cuatro veces más ancho; parecía un chico universitario. Venía con dos escoltas Doddy y Fred, los cuales parecían estar con él, más por el temor de estar en contra de él; el tamaño de ellos dos, si era un tamaño promedio. Kevin siguió viendo a Bárbara, sin que la voz de Billy le hubiese afectado. —¿Me vas a ignorar? —dijo Billy algo contrariado por la reacción de Kevin —¿O simplemente te paralizaste? —Es hora de que te vayas —las palabras salieron de la boca de Kevin, pero sin embargo no fue su intención decir eso, era como si algo o alguien estuviese dentro de él. —¡Cretino! ¿Cómo te atreves? —dijo tocando el hombro de Kevin. Pero de su hombro emanaba un gran calor que le quemó la mano de inmediato como si la hubiese pegado directamente al fuego. —¡Ahhhh! —gritaba Billy tomándose la mano con la otra. Cuando Kevin volteó su cuello, sus ojos habían cambiado, Doddy y Fred corrieron despavoridos mientras una gota de sangre descendió de su nariz, quedando suspendida en el aire. Bárbara quedó inmóvil en el lugar, al igual que el resto de los espectadores, un fuerte dolor de cabeza apareció y todo oscureció, Kevin estaba frente al lavabo nuevamente, al parecer todo se trataba de un sueño.
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