Capítulo 7. Yo soy Mary Grant señor, su prometida
Sir. Artur baja las escaleras y se encuentra a Mary Grant de pie en el salón de su residencia, la mujer que logra ver desde donde está no se parece mucho a la mujer que su padre le describió antes de morir, el frunce el ceño mientras se acerca,
-- ¿Quién es usted? – le pregunta con su voz autoritaria y llena de molestia. El hombre no estaba para juegos, y esa mujer distaba mucho de ser la joven con quien debía comprometerse, incluso la edad no coincidía para nada, Sir. Artur a punto de perder la paciencia llega al primer escalón y se cruza de brazos esperando una respuesta,
-- Yo soy Mary Grant señor, su prometida – le dice ella y comienza a acercarse moviendo las caderas.
Mary lo había visto mientras bajaba las escaleras, el hombre frente a ella era mucho más atractivo que en las fotos, incluso su porte se veía mucho mejor, ahora que lo veía en persona, ella comienza a pensar que quizás será más que agradable estar comprometida con ese tipo.
-- ¿Mi prometida? –
-- Señorita, mi prometida debió llegar la tarde de ayer. Ahora si me lo permite tengo algo urgente que hacer – le dice y Mary es quien frunce el ceño ahora, ella puede notar a través de la pulcra camisa que lleva puesta una marca roja en el cuello del hombre, y por lo que vio en la joven que se encontró en plena carretera hace una hora no le quedaba la menor duda de con quien la reemplazo la noche anterior su prometido,
-- Lo siento sir. Artur, debo presentarle mis sinceras disculpas por no haber llegado el día de ayer. Estuve en… -- de pronto se quedó en silencio por un segundo, no supo que decir para justificar su falta, obviamente nunca le diría la verdadera razón, además, que nunca en su vida tuvo que justificar un acto, pero en esta ocasión lo haría simplemente porque ese hombre le había llamado la atención, pensó la señorita Grant. Y no dejaría que se le escape de las manos,
-- … en una reunión de negocios – terminó de decir, sir Artur conocía bien el status social de la dama, y según su padre ella veía los negocios de la familia Grant, así que pensó que quizás podría estar diciendo la verdad, aunque igual no olvidaba que la descripción no coincidía con la que su padre le había dado. Y eso era cierto, pues la persona que su padre conoció no fue Mary, ya que ella estaba en un viaje con sus amigas, perdiendo el dinero de su familia como siempre y quien se presento en ese momento fue una muchacha que contrataron para reemplazarla.
Sir Artur le dio una mirada rápida, no le gustó la apariencia de Mary desde el principio, pero como hombre de palabra tampoco iba a echarla de su casa, primero debía buscar a la joven con la que pasó la noche anterior, así que levantó la mirada en busca de su hombre, Abimael se acercó rápidamente,
-- ¿Dígame sir Artur? –
-- Envía todas las cosas de la señorita Grant a la casa de la ciudad, a partir de hoy ella vivirá allí, yo pasaré por ella antes de la ceremonia de compromiso, ahora debo salir – luego comienza a caminar con paso firme hacia la puerta, Mary se imagina lo que su prometido está por hacer, si ella no hubiese ayudado a esa muchacha hace unos momentos, él la encontraría en una hora o un poco más, así que sonrío satisfecha sabiendo que su futuro esposo nunca la volverá a ver,
-- Artur querido ¿por qué no puedo quedarme en esta casa?, me gusta mucho este lugar – susurra ella antes de que él llegue a salir, sir Artur gira levemente para mirarla de reojo, desde que llegó a este país era la primera vez que alguien lo llama de esa manera, quitándole su título honorifico que tanto esfuerzo le costó ganar,
-- No es apropiada para usted – le dice y Mary se acerca a él rápidamente, ella intenta tocar su brazo, pero él la esquiva, de la misma manera como esquivó a Adaia la noche anterior,
-- Puedes llamarme de tu cariño, total vamos a ser marido y mujer muy pronto. Nuestro compromiso será anunciado esta tarde, no creo que debamos ser tan formales entre nosotros Artur – le dice volviendo a llamar de manera impersonal y su melosa voz comienza a molestar al hombre,
-- ¡Sir Artur! – Abimael mira a su jefe intentando apaciguarlo, el hombre simplemente asiente y sale de casa. Le envía un mensaje a su empleado antes de subir en su auto para que cumpla sus órdenes, y enciende el motor para salir a toda velocidad.
Mary pasa la lengua por sus labios, le gustó demasiado lo que sus ojos vieron, y no perderá la oportunidad de tenerlo para ella.
Sir Artur conduce como loco, él avanza por veinte minutos sin encontrar rastros de Adaia, detiene su auto y baja en la carretera para observar hacia el horizonte,
-- Es imposible que haya desaparecido, ¿Dónde te has metido mujer? – pregunta al viento, pero no obtiene respuesta, de pronto un auto se aproxima a él, el hombre se para en medio de la pista haciendo que el vehículo se detenga de inmediato, un hombre malhumorado baja de él,
-- ¿Esta usted loco, he podido atropellarlo?, ¿acaso quiere morir? – el chofer mira a sir Artur de arriba abajo, luego observa el deportivo estacionado a un lado, no hay forma que un auto como ese se haya malogrado en mitad de la carretera piensa, pero tampoco puede ser posible que sea un ladrón, ¿o sí? Se pregunta en ese momento,
-- disculpe señor, estoy buscando a una muchacha. ¿Solo quiero saber si por casualidad usted vio a una mujer caminando sola por la carretera mientras conducía hasta acá? – el chofer observa la ropa de sir Artur y nota que es un noble extranjero, piensa en el hombre que lleva en su auto y lo diferente que se ven, luego niega moviendo la cabeza,
-- Lo lamento señor, no he visto a ninguna mujer desde que salí de la ciudad y menos caminando por esta carretera – le responde y vuelve a meterse en su auto, el chofer mira a sir Artur y lo compara con el hombre que lleva en el asiento de atrás, mueve la cabeza nuevamente y continúa su marcha.
Alejandro dormía con los ojos cerrados, había estado toda la noche buscando a Adaia en la ciudad, cuando por fin se volvió a encontrar con los apostadores nuevamente ellos le confesaron que habían recibido dinero de un elegante chofer por dejar en libertad a la joven mujer.
Alejandro fue en busca de Adaia al bar de mala reputación que le mencionaron los apostadores, pero cuando llegó no encontró a su novia por ninguna parte, él ingresó al bar he hizo destrozos en el lugar y terminó detenido por el resto de la noche, cuando logró salir en libertad se enteró que el hombre con el que Adaia se había ido era el chofer de los Berinson, así que averiguó y ahora iba camino a la casa del tal sir Artur Berinson, para encontrarse con ese chofer que se llevó a su novia la noche anterior.
Sir Artur observó el auto y miró la dirección desde donde venía, no tenía porque no creer lo que ese hombre le dijo, así que subió en su auto, dio medio vuelta y en pocos segundos paso al auto donde Alejandro dormía la siesta, el chofer movió su timón a un lado moviendo todo el auto hacia la derecha, consiguiendo que Alejandro se despierte abruptamente,
-- ¿Qué carajo pasa?, no te han dicho que conduces muy mal – Alejandro mira por la ventana y no ve nada a su alrededor, lanza un gruñido de frustración, anoche perdió demasiado dinero por culpa de Adaia, y hoy se las iba a cobrar todas,
-- ¿Cuánto más falta para llegar a ese lugar? – pregunta irritado, el chofer observa su teléfono y se da cuenta que falta media hora de camino,
-- Treinta minutos más señor – Alejandro vuelve a cerrar los ojos, ha sido demasiado paciente con su noviecita, esa noche iba a ganar un dineral con ella, y todo salió mal por su culpa, no solo eso, sino que Adaia se escapó llevándose todas las ganancias de la mesa, el cerraba el puño pensando en como le iba a hacer pagar todo de una vez por todas,
-- Te aguante demasiado mujer – susurra entre dientes, mientras montones de billetes aparecen en su mente cuando se imagina todo lo que les pedirá a los Berinson sino quieren que les haga un escándalo en la ciudad…