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Huye Adaia!

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one-night stand
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kickass heroine
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blue collar
kicking
mystery
poor to rich
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Blurb

Después de que su novio Alejandro, un jugador empedernido, pierde una apuesta en la que ella era la prenda, Adaia decide que es hora de huir. Harta de los hombres y decidida a tomar las riendas de su vida, toma el dinero de la mesa y huye lanzándose sobre el lujoso auto de un desconocido, desencadenando una serie de eventos inesperados.

El dueño del auto, un exitoso empresario ingles digno representante de la realeza extranjera de nombre Sir. Artur, acepta ayudarla debido a que también acaba de ser engañado por su viciosa prima e impactado por la historia de los ganadores de la apuesta entrega una cantidad de dinero para que dejen libre a la joven, ya que él no se siente por completo bien y necesita llegar pronto a su residencia.

Mientras tanto, Adaia se da cuenta de que ha sido drogada y en su afán por salvar su vida decide aprovecharse de su salvador, ella debe conseguir acostarse con el empresario, y para lograrlo necesita hacer uso de toda su fuerza y astucia.

¿Podrá Adaia conseguir doblegar el poder y la fuerza del gran Sir Artur Berinson?

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1. La Huida
Capítulo 1: La Huida de Adaia Adaia se desliza por las oscuras calles de la ciudad, sus tacones golpean el pavimento mientras corre desesperada. El aire fresco de la noche la envuelve, mezclándose con el calor de la adrenalina que recorre su cuerpo. Ha decidido que ya es suficiente, no más apuestas en su vida por el momento, no más de Alejandro que solo la ve como un objeto hermoso a quien utilizar. Está vez, ella misma tomará las riendas y el control de su vida, por eso decidió tomar todo el dinero que había en la mesa de juego y sin pensarlo corrió alejándose de todos. -- ¡Detente ahí malvada mujer! – había gritado un hombre al verla tomar todo el dinero que había sobre la mesa, pero ella no escuchó nada, solo metió todo en su bolso y ¡corrió!. Adaia esta vestida con un traje muy provocativo a pedido de Alejandro su novio de toda la vida y ahora se arrepiente de ello, pero ya no hay marcha atrás, logró salir de la sala y consiguió trabarla con una silla, logrando ganar tiempo en su huida, pero minutos después los hombres lograron liberarse saliendo en su búsqueda. Detrás de ella, podía escuchar los gritos de los ganadores de las apuestas, pero eso no la detendría. No podía permitirse ser atrapada por ellos. No ahora. Había escuchado en el orfanato horribles historias de lo que les hacían a las chicas que perdían en las apuestas, y no estaba dispuesta a correr ese riesgo, Alejandro le había asegurado que nunca perdería una apuesta con ella en juego y así había sido hasta ese momento, él era demasiado bueno con las cartas y no supo que fue lo que paso ese día, era como si su novio hubiera perdido a propósito. Finalmente, llegó a una calle más tranquila cuando se detuvo para recuperar el aliento. Adaia miró a su alrededor, tratando de pensar en un plan. Fue entonces cuando lo vio, un lujoso auto deportivo estacionado en la acera, brillando bajo la luz de la luna, de pronto las luces de sus faros se encendieron anunciando que pronto partiría del lugar. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él, no le importaba quien fuera la persona que estuviera en el volante, ella se acercó y se lanzó sobre el capó, sintiendo la frialdad del metal bajo su cuerpo. En ese momento el auto que comenzaba a andar se detuvo, la puerta del conductor se abrió y un hombre furibundo salió de él. Era alto, vestido con un traje oscuro, con una mirada indescifrable y peligrosa y un aire de autoridad que la dejó sin aliento, sin embargo, Adaia no tenía mucho tiempo para pensar, pronto la alcanzarían y debía huir sino quería ser presa fácil de los apostadores. -- ¿Qué carajos crees que estás haciendo? – le pregunta el hombre, con una mezcla de molestia, advertencia y peligro en su voz, nunca nadie se había atrevido a hacer algo semejante en su presencia. Adaia se enderezó asustada, mirándolo directamente a los ojos. Ella se quedó impresionada por la presencia del hombre, no estaba segura de quien podría ser, pero por el impecable traje y el terrible humor que llevaba se imaginó que quizás sería el chofer de algún niño rico, el típico hombre malhumorado por tener que cumplir una orden no deseada, por la zona de la ciudad en la que se encontraban, ya que lo último que ella podría pensar, era que ese hombre podría ser el dueño de ese increíble auto, sobre todo por la forma como estaba vestido, aunque luego de mirarse ella misma, se sonrojo, pues al bajar la mirada y ver como traía el vestido se dio cuenta de que parecía una gran puta, más que una damisela en apuros huyendo de unos apostadores. -- ¡Estoy huyendo! – susurro ella rápidamente y corrió hacia él, intentando refugiarse en sus brazos como la damisela en apuros que pretendía parecer, pero solo consiguió que Sir Artur la mire con desprecio, y se haga a un lado dejándola pasar de largo. Él hombre acaba de salir de un bar de mala muerte donde intentaron ponerle una trampa, tuvo que vestir el traje de su chofer, el cual le estaba presionando los huevos y salir por la puerta trasera, antes de que su prima Ana, consiga drogarlo para acostarse con él. No estaba de humor y ahora encontrar a esta loca a mitad de la noche vestida como lo estaba Adaia, con ese traje tan sugerente que. más parecía una meretriz que una noble dama y pretendiendo lanzarse sobre él, era algo que no estaba dispuesto a soportar. -- No caeré en otra trampa – susurro para sí Sir Artur al ver a Adaia pasar por su lado, no era común para él que ocurrieran este tipo de situaciones en su país, pero desde que llegó a este país, su prima no había dejado de intentar meterlo en su cama. Él conocía muy bien a las mujeres como ella, y lo último que necesitaba ahora era lidiar con otra mujer igual. Sir. Artur se iba a ir dejándola sola, cuando de pronto pudo notar a lo lejos que varios hombres venían acercándose peligrosamente, Adaia también pudo verlos. -- Por favor señor ayúdeme – suplicó ahora ella, la seriedad y determinación en la voz de la joven se habían esfumado, y ahora ella intenta que su voz sonará más como una súplica, algo que Sir Artur detestaba de las mujeres, pero Adaia pensó que él parecía ser un tipo anticuado por la ropa que llevaba, aun cuando solo parecía tener veintiséis o veintisiete años de edad, así que insistió manteniendo la postura de dama desprotegida, cayendo de rodillas ante él. La joven espera una respuesta mientras mira desesperada cómo los apostadores van acercándose peligrosamente a ellos, tanto que lo único que puede hacer es rogar intentando esperar que el hombre frente a ella se conmueva de su desgracia, Sir Artur la miró por un momento intentando evaluar toda la situación, mientras observaba el aspecto de Adaia. ** Esa ropa me hace pensar que es una mujer fácil, pero quien soy yo para juzgarla, si ahora llevo la ropa de mi chofer ** piensa Sir Artur mientras decide que hacer. No solo era su vestimenta lo que la hacía parecer indecente, su cabello estaba alborotado luego de correr, sus mejillas sonrosadas, sus labios semi abiertos y su mirada ansiosa. El hombre bufa imaginando que no tiene nada de damisela en apuros, sin embargo, decide no juzgarla por su apariencia, necesita volver a su propiedad cuanto antes, es ahí donde estará a salvo pensó en ese momento. Luego, con un gesto de su mano, le ordenó que se quedara detrás de él. -- Mantente detrás mío, intentaré razonar con esos hombres -- Adaia no dudó ni un momento, y aceptó agradecida su oferta, se levantó rápido y se colocó detrás de él, el hombre era tan alto que, aunque quisiera no podía ver quiénes eran los que habían venido detrás de ella, sin embargo, pudo notar el enorme cuerpo que tiene delante de ella, la increíble espalda de Sir. Artur aun cuando lleva ese horrible traje pasado de moda que parece haber sido diseñado para un abuelo y mientras lo observa escucha como los hombres hablan con él alejándose de ella, en el momento que Adaia comienza a sentir ciertas molestias en su cuerpo. Adaia Siento que estoy a salvo detrás de él, hasta que veo como ese hombre camina unos pasos para estar más cerca de esos apostadores y sentí que iba a perderlo todo. Además, mi cuerpo comienza a sentirse extraño, no es normal que sienta estas molestias en él, intentó recordar ¿Qué pasó mientras Alejandro desidia apostar en el juego y yo lo esperaba en la sala posterior?, ¿Qué se me pasó por alto? Y de pronto en mi memoria recuerdo el vaso con agua que bebí antes de entrar en el salón secreto de apuestas, no podía creer que el miserable de Alejandro haya sido capaz de haberme drogado, me hago varias preguntas tratando de entender ¿Por qué quiso drogarme? Y ahora comienzo a entenderlo todo. Ese malnacido debió perder a propósito, siempre fue su intensión entregarme a esos malditos apostadores, y yo pensando que podrían ser ellos quienes me podrían poner una trampa, me cuide de no aceptar nada de esos miserables apostadores y la trampa me la puso mi propio novio, -- ¿Cómo pude ser tan ingenua? – susurro para mí, esa agua debió tener la droga, estoy segura de eso, con razón le sentí un sabor extraño al beberla, pero como iba a dudar de él, es mi novio, mi amigo.

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