El mismo día
New York
Desirée
En algún momento todos escuchamos consejos de personas creyendo que nos ayudan, pero la realidad es que solo tú tienes la capacidad para tomar una decisión buena o mala, no importa las señales, ni las advertencias, tú eres el único responsable de tu vida, en mi caso hace tiempo hago oídos sordos a los consejos, no me interesa cuidar mi corazón por una simple razón, no puede romperse lo que ya está roto, entonces para mí relacionarme o divertirme con cualquier muchacho es como olvidarme de mis heridas. No digo que sea lo ideal, aunque no todos los seres humanos reaccionamos, ni nos curamos de la misma forma, cada uno encuentra su método para sanarse. En fin, al parecer ha vuelto mi consciencia a desempeñar su trabajo, volví a escuchar sus consejos, peor que mis padres metiendo sus narices en mi vida, sobre todo me sorprenden sus advertencias, ya debería estar acostumbrado que hago mi voluntad, igual le refrescaré la memoria a mi amigo.
–Stéfano eres mi amigo, no mi padre, ni mi hermano para cuidarme, ante todo sabes que no me interesa una relación con ningún hombre, incluyéndote, entonces tus palabras no tienen sentido, me voy a divertir con quien quiera, además soy libre de hacer lo que me plazca, ¡¿Entendido?! –exclamo con firmeza y miro su rostro tensarse.
–¡No! No lo entiendo, no me cabe en la cabeza, ¿Por qué una chica como tú le gusta llevar está vida? No es por el sexo, es como si tuvieras una obsesión por destruirte, por alejarme, ¿Me lo explicas? –menciona con su voz envuelta en malestar, pero lo ignoro y deposito un beso en su mejilla.
–Me voy Stéfano, nos vemos después, pero te recomiendo aprovechar el ensayo para que charles con mi abuelo Lance o con mi papá, apuesto que Dante puede presentártelos para que tengas una cita de negocios como querías– comento y me da una sonrisa forzada.
Sí está es la única manera para poner distancia entre los dos, lo haré sin dudarlo, porque es evidente que está enamorado de mí y creo que todavía puede olvidarme, sobre todo es hora de levantar muros entre nosotros para que no guarde esperanzas. Además Julius parece el candidato perfecto para no complicarme la vida, vive en giras por la compañía de ballet y diría que no busca una relación, claro necesito confirmar mis sospechas, pero lo haré pronto, pues está caminando en mi dirección con una amplia sonrisa en su rostro.
–Desirée, ¿Pudiste resolver tu inconveniente? O ¿Te arrepentiste de acompañarme? –pregunta con su mirada envuelta en curiosidad y suelto una sonrisa traviesa.
–Yo nunca me arrepiento de nada, vamos a dar una vuelta por la ciudad– respondo dándole una mirada penetrante y asoma una sonrisa afable en su rostro.
Julius camina a mi lado ganándonos unas miradas curiosas de mis primos, igual no les prestó atención mientras continuamos a la puerta principal entre charlas banales, así nuestros pasos nos llevan a mi auto y una vez en el interior percibo su mirada invasiva sobre mi silueta mientras me acomodo en el asiento del conductor y busco sus ojos verdes.
–Desirée, ¿A dónde quieres ir? ¿A la playa? O ¿Un lugar más íntimo para tener más que una charla? –pregunta con recelo y muerdo mis labios de manera sensual.
Me quedo prendida en sus ojos verdes disfrutando el silencio, es como un afrodisiaco, o un coqueteo previo que hace más interesante la charla, igual no doy señales y solo sonrió traviesa.
–Julius eres muy directo o muy tonto para proponerme tener sexo sin rodeos, ¿Por qué debería aceptar tu oferta? –replico y me mira pensativo.
–Si fueras como las típicas chicas me hubieras abofeteado sin pensarlo dos veces ofendida por mi propuesta, incluso me hubieras exigido bajar de tu auto, en cambio tú curiosidad es más grande por conocer como nos divertiríamos juntos– argumenta con un tono de malicia y vuelvo a mirar al frente para arrancar el auto en completo silencio, creo que habla más que mil palabras muchas veces, y en esta ocasión lo mejor es hacerlo simple.
Un rato después
Julius
Por un segundo me sentí amenazado porque observé a Desirée charlando con un hombre joven, pues a simple vista podía palpar la tensión entre ellos, además existía demasiada confianza entre ellos, pude observar cómo acariciaba su rostro, era como una escena de una pequeña discusión de novios, aunque tenía claro que no iba a perder mi oportunidad de tener sexo con semejante diosa, entonces acorté distancia y jugué mis fichas. Me estaba retirando con ella y ya era una victoria, encima me sorprendido su pequeño cuestionario e improvisé esperando no ser abofeteado por ser sincero, más ella me tiene hechizado con sus misterios y quiero descubrir que hay detrás de está imagen de mujer liberal que vende. No cambia que acabamos de ingresar a su departamento, el lugar es amplio, lujo y sobrio, cada cosa combina a la perfección, no cambia que siento la tensión del silencio mientras ella deja su bolso en uno de los sillones, continua a la cocina y escucho su voz hacerse presente.
–Julius ¿Qué tomas? ¿Vino? ¿Cerveza? O ¿Un whisky? –pregunta mirando que deja dos copas sobre el mesón de la cocina, pero camino en su dirección sin dejar de contemplarla con malicia.
No necesito alcohol para calmar este fuego que tengo en mi cuerpo, más bien ella es la solución para apagar este incendio que sigue provocando con sus miradas coquetas, con su sonrisa traviesa y creo que no bastará una sola vez perderme en su piel.
–Preciosa no necesito de alcohol, más bien de ti– digo con sinceridad anulando el espacio entre nuestras bocas para besarla con urgencia mientras mi respiración es incontrolable.
Sus labios se unen en perfecta armonía con los míos avivando el fuego de cada poro de mi cuerpo, es un beso que va intensificándose cada vez mucho más, incluso es una necesidad recorrer su silueta con mis manos inquietas, así pierdo el control dejándome arrastrar por cada beso húmedo y ardiente. Trepo a su cuello para enloquecerla y escuchar sus gemidos que solo aumentan la locura del momento, así las prendas van volando entre beso y beso, pero me detengo un segundo para contemplar su perfecta silueta solo cubierta por lencería sintiendo cómo el deseo se apodera de cada parte de mi ser.
–Preciosa eres muy hermosa, demasiada tentación para mi mala suerte– susurro a su oído solo encendiendo más la pasión que reflejan sus ojos.
–Yo no encuentro el problema– dice con su voz agitada y vuelvo atacar sus labios.
Mis manos ansiosas acarician su piel suave a través de la lencería que la envuelve disfrutando de cada curva de su cuerpo. Ni siquiera entiendo lo que está desatando en mí, porque por primera vez siento una corriente eléctrica apoderarse de todo mi ser, pero me dejo arrastrar por este deseo incontrolable de ser su esclavo. Sus besos provocan una tormenta que alcanza un nivel incontrolable cuando mis manos se deslizan hacia sus nalgas, levantándola ligeramente del piso para hacerla enroscar sus piernas alrededor de mi cintura. Así nos encaminamos a la habitación sin abandonar sus labios, pues estoy volviéndome adicto al sabor de sus besos, que se han convertido en una droga que me aturde. Me siento con ella todavía horcajadas para con mucha destreza deshacerme de su sujetador, liberando sus pechos para ser presos de mis labios y mi lengua. Escucho sus gemidos y mis jadeos como si fueran una música erótica que resuena en la habitación, mientras mis manos encuentran su diminuta tanga para terminar de desnudarla. Aunque me sorprende sacando un preservativo del cajón de la mesita de noche y ante su mirada seductora me lo coloco. Como tal dejo caer su cuerpo sobre el colchón, aparto sus piernas para acomodarme sobre su perfecta anatomía y dejo que me guíe a su entrada en medio de jadeos, gemidos y respiraciones agitadas. Soy preso del deseo devorando su cuerpo con cada embestida que es un acto de devoción y un placer compartido. Parece que ella leyera mi mente en cada arremetida, como si estuviéramos creando una conexión inexplicable provocando un frenesí de deseo y lujuria, pero es lo que percibo al perderme en cada movimiento que provoca en mí. Sus uñas se clavan en mi espalda, intensificando la pasión que nos consume. Cada centímetro de su piel es un fuego que arde en mí, llevándome al límite del placer y la locura. No quiero que este momento termine, más bien quiero seguir perdiéndome en esta espiral de éxtasis y desenfreno, pero escucho un gemido desgarrador indicando que tuvo un orgasmo y sigo con una última arremetida llegando a la meta. Con cuidado salgo de ella para acostarme a un lado con mi respiración alterada y como un reflejo busco la oscuridad de sus ojos y nos miramos cómplices.
–¡Hey preciosa! Debemos repetir la experiencia porque dejaste con muchas ganas de ti, me muero por seguir preso del mar de tu piel– digo con sinceridad teniendo mi voz agitada y me da una mirada seductora.
–Necesito una ducha, comer algo y tal vez piense en tu propuesta– responde mientras rueda al borde de la cama, pero alcanzo a sujetar su mano antes que se incorpore obligándola a mirarme.
–No me dejes con ganas de ti después de lo que hiciste para enloquecerme, te acompaño en la ducha, ¿Sí? –exclamo con mi corazón a mil por hora mientras sigo preso de sus ojos y me da una mirada confusa.
Unas horas después
Vuelvo a mirar a Desirée mientras terminamos de vestirnos todavía confundido por todo lo que hicimos en la cama, la verdad es que no le encuentro explicación a lo que causó en mí, porque creamos una conexión intensa y apasionada o algo mucho más fuerte que me asusta por momentos y por más que lo ideal sería poner distancia para no encadenarme a una relación, existe una necesidad por descubrir a la verdadera mujer en ella.
–Julius fue una experiencia deliciosa que quisiera repetirla, pero como te dije tengo un compromiso con mis primos, igual sácame de la curiosidad, ¿Qué planes tienes para está noche? –comenta sacándome de mi mundo y busco su mirada.
–Estoy libre todo el fin de semana, el lunes si debo de asistir a los ensayos porque llega la entrenadora. Pero por ahora soy todo tuyo, te acompañare a donde quieras– explico con un tono de picardía y se muerde los labios nerviosa.
–¡Eh…! Aclaremos un par de cosas, no busco una relación, no quiero a nadie acosándome, solo quiero sexo sin compromisos y si estás de acuerdo perfecto, de lo contrario hasta aquí llegamos– acota con seriedad y me deja con una sensación extraña.
–Preciosa no debes aclararlo y si te dije para acompañarte es porque no conozco a nadie en la ciudad, además me agrada tu compañía y detesto estar un viernes encerrado en la habitación de un hotel, ¿No te parece aburrido?
–Sí debe ser abrumador y aburrido estar encerrado en un hotel. Acompáñame a la fiesta.
Un momento después
No me quedo más que improvisar, no podía repetirle que me dejo confundido después de tener sexo, además mis instintos me gritaban que ese sujeto podía estar en la fiesta y no iba a dejarle el terreno libre con Desirée, al contrario, emergió mi necesidad de estar a su lado. No cambia que acabamos de llegar a la entrada de una discoteca encontrándonos con mi rival que me lanza una mirada penetrante, más interviene Desirée para hacer las presentaciones.
–Stéfano no creí encontrarte también en la fiesta. Déjame presentarte a Julius Edmond, la pareja de baile de Alessia en el Royal ballet– dice Desirée y el tipo me mira con su rostro comprimido, pero puedo sentir la tensión en el aire, igual le doy una sonrisa forzada.
–Julius, mi amigo Stéfano Casiraghi, un empresario de la moda y gran conocedor de los vinos– nos presenta Desirée y él estira su mano dudando en contestarle, más me guardo mi malestar para responderle el saludo.
Por primera vez quiero comportarme, pero esas miradas invasivas suyas sobre Desirée me descontrolan y es un mal síntoma sentirme tan vulnerable.
–Mucho gusto Stéfano. El ambiente parece estar divertido por la música–saludo, comento para intentar calmarme.
–En realidad acabo de llegar, estaba terminando de fumarme un cigarrillo, pero seguro debe estar animaba la reunión– responde Stéfano y sigue pesado e incómodo el ambiente mientras Desirée tiene una sonrisa forzada.
–Entonces lo mejor será descubrirlo, encima tengo una sorpresa para Adamis que les encantará. Se los aseguro– interviene Desirée.
Sin muchos preámbulos ingresamos al lugar en medio de algunos saludos de los chicos, pero Desirée me deja solo un instante que pareciera una eternidad, mientras observo de fondo a Alessia con su “amigo Mustafá” bailando de una manera que solo confirma mis sospechas, este par están enamorados. Sin embargo, en medio de mi momento, escucho la voz ronca del italiano a mi lado.
–Por tu bien deberías alejarte de Desirée, porque no es una mujer para ti, sobre todo no quiero que la lastimes y haré lo que este en mis manos para cuidarla de ti, ¡¿Fui claro?! –replica con su voz firme y desvió mi mirada para fulminarlo.
–¡Imbécil! No eres quien para prohibirme nada, si quiero estar con Desirée tú no lo impedirás, más bien admite que perdiste tu oportunidad y esfúmate, no seas un exnovio pesado– sentencio con mi voz enardecida y me da una sonrisa burlona.
–El imbécil eres tú si crees que conseguirás más que sexo con ella. Seguro te sentiste especial y diferente entre sus brazos, pero para Desirée fuiste un amante más en su lista, te olvidará con los días y sobre todo ustedes no tienen nada en común. Así que deberías dar media vuelta y no complicarte la vida– rebate con firmeza y aprieto mis puños conteniendo las ganas de romperle la cara.
Se supone que debo comportarme, pero es imposible si me provocan de esta manera, no soy un santo, incluso estoy a punto de estallar.
–Puedes decir lo que quieras, más quién sabe la verdad es Desirée, no tú, entonces aprende a perder y no hagas el papel de novio celoso porque no te sirve de nada. ¡Adiós! –exclamo con mi voz irritada y camino unos pasos adelante al bar para tomarme un trago fuerte por más que no deba.
Un instante después
¡Mierda! El alcohol y yo no somos una buena combinación, porque para mi desgracia saca lo peor de mí y se me nubla el pensamiento, o la palabra correcta es que me emborracho de la nada, incluso solo me tomé dos vasos con whisky y tengo la cabeza dándome vueltas, más acaba aparecer Desirée por la barra para rescatarme.
–Hola galán, pensé que estabas charlando con Alessia. Vamos a saludarla, ¿Sí? –escucho la voz de Desirée como un eco y le doy una sonrisa forzada mientras me levanto de mi sitio.
–Hola preciosa, solo estaba refrescándome, pero vamos a saludar a los chicos– digo y la cabeza sigue dándome vueltas, igual me esfuerzo por caminar erguido y sin dificultad como si estuviera con mis cinco sentidos.
Pese a estar un poco borracho vuelvo a mirar alrededor buscando al imbécil del italiano y sin darme cuenta estoy delante de mi amiga.
–Hola Alessia, está muy animada la fiesta, en buena hora me decidí a venir con Desirée– improviso saludándola con un beso en la mejilla para después mirar alrededor al idiota del italiano que sigue observando a Desirée.
–Hola Julius, no esperaba verte aquí, porque pensé que estarías descansando en el hotel, pero bien por ti que te animaste a disfrutar la noche– menciona Alessia una sonrisa afable.
–Hola chicos. Alessia necesito que me acompañes, porque aún tenemos una sorpresa más, ¿Vamos? –saluda Desirée y se alejan las dos quedándome con el árabe quién también me mira con recelo.
¿Qué le pasa a este imbécil? ¿Qué tengo en la cara? Debe ser que el idiota del italiano que estuvo conspirando contra mí, pero ahora mismo arreglamos este asunto y no importa si tengo que romperles la cara a los dos sujetos.
–¡Diablos! En verdad soy un tipo suertudo por tener una novia tan hermosa como Alessia, y sería el mayor idiota si la dejo sola, menos mal que decidí asistir a la fiesta– comento con una sonrisa forzada mientras abro los ojos de par en par para intentar reaccionar.
–Julius no hace falta que armes este teatro, porque Alessia me dijo que entre ustedes no existe ninguna relación amorosa, que solo es una pantalla por su trabajo por insistencia de la compañía de baile– sentencia y frunzo el ceño.
¿Qué le dije? ¿Hablé de Alessia? Creo que debería salir de aquí, porque no tengo idea que estoy haciendo, incluso su voz la escucho como un eco.
–Julius podrás repetir mil veces lo que crees saber de Alessia, pero ella es la única que conoce lo que quiere y tú no estás en sus planes. Lo mejor que puedes hacer es limitar su relación al trabajo por tu bien– argumenta con su rostro comprimido y creo estar observando al italiano, pero entrecierro mis ojos para volver a mirarlo.
–No harás nada, porque yo tengo todas las de ganar para llevarla a la cama, te recuerdo que vivo teniéndola entre mis brazos, paso horas tocando su cuerpo, en cambio tú ni en sueños la puedes tener– vocifero dándole una mirada desafiante.
–¡Imbécil! Alessia no es cualquier mujer fácil como intentas sugerir, es una chica con mala suerte en el amor, pero no por eso voy a permitir que manches su nombre repitiendo estupideces. ¡Respétala! –grita sujetándome del cuello de mi camisa mientras me fulmina con una mirada asesina y no entiendo nada, ¿Cómo acabe de esta manera? ¿Dónde se fue el italiano? Sin embargo, en un parpadeo la escena cambia y miro como Alessia interviene incluso su voz la escucho como un eco a lo lejos.
–¡Cállate Julius! ¿O prefieres que te rompa la cara Mustafá? Da gracias que te ayudo– declara Alessia con su voz envuelta en malestar y sigo confundido.
–Alessia voy a soltar a Julius, pero solo lo hago por ti, porque tu compañero es un imbécil que merece una buena paliza– asegura Mustafá y sin darme cuenta observo la cara de reproche de Desirée.
El árabe me suelta y me quedo con idiota paralizado, más Desirée me sujeta por el brazo para caminar unos pasos más adelante, hasta que se frena para lanzarme una mirada asesina.
–¡¿Qué mierda es lo que acaba de suceder?! ¿Te interesa Alessia? –pregunta con su voz irritada y me quedo desconcertado.