Al día siguiente: Elizabeth abrió sus ojos con una pesadez increíble. Su vista se encontraba borrosa, por lo cual ella al principio no pudo distinguir bien si esa persona que veía era un ángel, o un fantasma, ya que lo único que podía distinguir era una figura de lo que parecía un hombre con cabello rubio. —¿Estoy muerta? —susurra la joven con voz ronca. —Si, bienvenida al infierno. Elizabeth al escuchar esa voz, la reconoce al instante, es por eso que ella entrecierra sus ojos varias veces hasta que su vista vuelve a la normalidad, viendo que ese “ángel” se trataba de Harald. La joven de inmediato como pudo se sentó viendo que se encontraba encima de la mesa, y Harald aun continuaba con la manta cubriendo su cuerpo desnudo. —¿Te quité la maldición? —pregunta ella sintiéndose algo can