En la mañana siguiente, Elizabeth no pudo dormir en toda la noche pensando en esa voz que había escuchado en su cabeza, al momento que besó profundamente a Harald, quizás había sido parte de su imaginación, o ya había llegado el momento cuando la calamidad encontró su propia voz hablando dentro de su cabeza. La pelinegra tenia muchas teorías, pero para prevenir y preservar su vida por el momento, prefirió no volver a acercarse de forma carnal hacia Harald. Oficialmente él ya no era su jefe, así que ella no le encontraba sentido hablarle con respecto y mucho menos seguir sus órdenes, además él había jurado de rodillas (y desnudo) lealtad a ella, diciendo que jamás volvería a lastimarla. No obstante, ella sabia que si él llegaba a tocarle tan solo un cabello de forma violenta, ya sabia como