Con paso ligero nos reencontramos con Harry y Alexis. Ambos se encontraban haciendo guardia en la puerta principal, como les había dicho. —Vamos —ordené, recargando mis pistolas. Miré a ambos lados hasta encontrar la tienda de Artac. Esta era la más grande del campamento y estaba rodeada de barriles que les servían de escudo. Todos avanzamos hacia la tienda. —Alexis, ¿cuántos hombres le quedan a Artac? —pregunté. —Cinco, seis con Artac —respondió Alexis, escudriñando la tienda. —Genial —ese c*****o se había escondido detrás de sus hombres, dejándolos morir. Me ajusté la cola y me giré para mirarlos a todos—. Recordad: Nephalem es mío. Con una pistola en cada mano, me dirigí hacia la tienda. Estaba impaciente por atrapar a ese c*****o y hacerle pagar. Mis cuatro compañeros me si