Alcé una ceja. —Ahora tengo incluso más curiosidad. —Me temo que tendrás que esperar. Justo entonces llegamos a los jardines. Nos sentamos en uno de los bancos de mármol que había allí, al lado de unas rosas. —Ya iré descubriendo cosas de ti. No tengo prisa —sonreí. Ethan me devolvió la sonrisa. Por alguna extraña razón me parecía que no era del todo sincera. —¿Qué te gustaría hacer? —me preguntó de repente. —No lo sé —respondí cerrando los ojos, sintiendo la brisa mecer mi pelo—. Ya que hemos terminado las tareas de hoy, tenemos el día libre. Hagamos algo que te apetezca a ti. Ethan pareció meditarlo un rato antes de mirarme. —¿Segura? —Mm, sí, segura —reí. ¿Qué se le estaría pasando por la cabeza? Antes de que me diera cuenta, había acabado en la otra punta de la c