Le volví a dar un puñetazo al saco. Me había despertado más temprano de lo habitual y me había pasado toda la mañana en el gimnasio. —Veo que eres madrugadora —mencionó Ethan a mi lado. ¿Cuándo había llegado ahí? —Algo así —le dije sin dejar de golpear al saco de boxeo. Ethan se puso al otro lado del saco y lo sujetó mientras yo seguía golpeándolo. —¿Te ha pasado algo? —Ayer no fue un buen día —puñetazo izquierdo—. Apenas he dormido —puñetazo derecho—, y no podía quedarme en la cama por más tiempo —izquierda, derecha y patada giratoria—. Así que pensé en hacer algo productivo. Ethan sonrió de lado. —¿Y eso es peleándote con un saco de boxeo? —Sí, entrenando me olvido de todo —seguía golpeando el saco mientras respiraba entrecortadamente—. Es como una vía de escape de todos