Caminé por los pasillos de la base hasta dar con una cabellera rubia que conocía a la perfección. Justo como había imaginado, Gabriel acababa de terminar su entrenamiento. Era mi oportunidad para convencerlo. Corrí hasta alcanzar uno de sus brazos y pararlo en seco. Su piel bronceada por el sol se tensaba bajo mis dedos y fue entonces cuando me di cuenta de que había aparecido sin llamarlo. —¿Ocurre algo, Sasha? —Necesito que me hagas un favor —respondí sin preámbulo. Vi como Gabriel me dedicaba una sonrisa lánguida. —¿Y qué gano yo a cambio? Fruncí los labios ante su respuesta. Como siempre, sólo piensa en sí mismo. —¿No quieres saber antes lo que necesito que hagas? —Te escucho. Me mantuve en silencio unos pocos segundos pensando bien lo que quería decir. —Necesit