Coloca su boca sobre la mía para besarme y lo peor es que coloca su mano detrás de mi cuello para evitar que me aparte, pero en realidad estoy tan abrumada por el golpe que ya ni siquiera me opongo.
—Eres un maldito desgraciado—me atrevo a decirle sin temor a las consecuencias porque sé que esta noche no voy a librarme de su castigo y los horrores que tenga en la cabeza para mí por qué ya lo ha dicho, espera que sea mejor que una libertina, pero si mi vida tuviera que depender de algo así, preferiría morir.
—Eso es tesoro, tu altanería solo me excita, así que ven aquí—manifiesta mientras me coloca mi cuerpo sobre su regazo levanta mi camisón para dejar al descubierto mi trasero.
Al ver lo que se propone, intento luchar para evitar lo que sé que está por venir, pero él coloca su mano sob
