Capítulo 1. La cena
—¡Es hermoso!—digo un tanto maravillada, pero al mismo tiempo algo decepcionada porque en realidad esperaba el collar que el joyero real me mostró hace un par de días y le comente varias veces a mi madre, pero al parecer nadie entendió el claro mensaje que quise dar a entender.
—Era de tu abuela—menciona mi padre y al levantar la mirada hacia él, noto que parece estar más emocionado que yo—es una amatista, una joya muy difícil de encontrar en nuestro reino.
Su comentario genera interés en mí, parece que es una joya poco común en el reino, lo que significa, mayor costo y, por lo tanto, mayor valor. La joya es sencilla y de hecho muy pequeña para los joyas que suelo usar, es una piedra pequeña, casi del tamaño de la yema de mi dedo anular, pero tiene la forma de un corazón lo cual le da un poco más de puntos a su sencillez, es color violeta y en realidad es la primera vez que veo una joya como esta.
—Espero que no sea el único regalo ¿No?—menciono como una broma, aunque en realidad no lo es, ya que aunque la joya parece ser única en su tipo, aun así creo merecer un poco más, ya que no todos los días se cumplen dieciocho años.
—No seas ambiciosa—me reclama mi madre, la reina, pero lo hace con una sonrisa y en broma porque de ella aprendí que no hay nada en la tierra que no merezca no solo por ser una princesa, sino porque, en un mundo dominado por hombres, las mujeres debemos darnos nuestro propio valor y el mío es muy alto, costoso y por supuesto exótico— tu padre quiere que conserves esta joya, la cual ha pasado de generación en generación, no solo es especial, sino que hay una historia detrás de esta joya, la cual deseamos para ti.
Miro de nuevo la joya, la cual por primera vez no ha pasado a segundo plano en esta conversación, como suele suceder cuando hablamos sobre joyas costosas.
—¿Y van a decirme o tendré que averiguarlo? —reclamo mientras observo los rostros de mis padres. Mi padre muestra una sonrisa y le dirige una mirada a mi madre con esos ojos verdes brillantes que herede. Mi madre niega y entonces se arregla un pequeño mechón de cabello n***o azabache que ha caído justo delante de su bello rostro.
—Te la diré, pero será mañana durante el baile. ¿Te parece bien?—propone mi padre y eso me hace enfadar un poco porque no soy lo que se dice una persona paciente. Respiro profundamente y asiento con la cabeza porque mañana me espera un gran día o mejor dicho mi día, mi cumpleaños.
—De acuerdo—me digno a decir mientras me coloco la joya en el cuello para agradar a mi padre y luego me levanto de mi lugar para dirigirme hacia donde ellos se encuentran sentados y hacer una reverencia para despedirme, porque no solo son mis padres, sino también mi rey y mi reina—aunque probablemente no podre dormir por la duda.
Mi padre ríe mientras me da un abrazo previo a mi cumpleaños y cuando me alejo un poco me percato de que observa el corazón de aquel simple collar con cierta nostalgia y supongo que de alguna forma le recuerda a su madre quien paso a mejor vida hace muchos años, incluso antes de que mis padres se comprometieran.
—Será mejor que te vayas a la cama Isabelle, no quiero que estés somnolienta mañana, vendrán muchas personas importantes para la celebración—menciona mi madre y yo sonrió con cierta satisfacción porque podre ver a mis amigos después de tantos meses.
—Lo sé, ya me voy—digo con una molestia fingida porque sé que mañana, aunque muy divertido, también será un día pesado, así que al salir del comedor privado, me reúno con mis damas de compañía, quienes me acompañan a mi habitación y me ayudan a quitarme el vestido para ponerme el camisón de holanes para dormir.
—¿Puedo preguntar que es esto? —dice una de ellas mientras toca la joya y la mira con mucho interés.
—Era de mi abuela, creo que es una amatista, aunque supongo que se lo preguntaré al joyero real cuando venga de visita—expongo algo decepcionada por lo del otro collar, pero supongo que mañana también tendré algo que mostrarle a mis amigos.
—Dicen que las joyas representan algo por su color ¿No es así?—cuestiona Arianna mientras me prepara la cama, ella es hija de una de las familias de aristócratas más acaudaladas y, por lo tanto, tiene el derecho de poder servirme —¿Qué podría representar esta joya?
—Ya que es un violeta muy intenso, supongo que representa poder y riqueza—menciona Alanna mientras mira la joya con emoción—puede que sea pequeña, pero en realidad las joyas más valiosas son de ese modo.
—¿Ahora todas son expertas en joyas?—cuestiono entretenida por sus comentarios y entonces alguien por la puerta de mi habitación.
—¿Qué hacen ustedes aún aquí?—sermonea la voz de mi nodriza, una anciana de baja estatura que coloca sus manos sobre su cintura al ver a mis damas de compañía, riendo como si a penas fuera medio día.
—Por favor, no las regañes, fue mi culpa por quedarme conversando con mis padres hasta tarde—trato de justificar su presencia, pero mi nodriza niega con la cabeza.
—Ellas ya deberían estar en casa durmiendo, no aquí—dice mientras mi damas, una vez que estoy lista para recostarme, salen una por una y alejadas de mi nodriza para no provocarla aún más.
—Lo lamento, nana—digo mientras le doy un beso en la mejilla y enseguida me recuesto en mi cama— que tengas buenas noches.
—Igualmente, mi niña—expresa mientras apaga la luz de las velas de mi habitación y sale lentamente mientras el sueño comienza apoderarse de mí, pero mientras miro hacia el ventanal toco la joya que aún cuelga de mi cuello y me pregunto cuál es el secreto que hay detrás de ella y pensando en ello, en algún momento mis ojos se cierra víctimas del sueño.