Capítulo 9

1583 Words
Alejandro se sintió mucho mejor después de los remedios qué Alba le había llevado, tanto como para poder atender sus pendientes de ese día, correos por revisar, planos qué corregir y citas qué confirmar o en todo caso, rechazar, entre ellas la inauguración de un hotel qué pertenecía a un viejo amigo suyo, Roberto Fernandez, al qué Alejandro había aportado su granito de arena al hacer el diseño sin cobrarle un solo centavo. —Por favor, tienes que venir—le suplico su amigo en una llamada— mi sueño no sería posible sin ti. —No, por favor no insistas—decía Alejandro sin darle más detalle del porqué estaba rechazando su invitación. Lo cierto era qué quería evitar problemas innecesarios y aunque por el momento no vivía junto a Victoria, no quería ni imaginar lo que le haría si se llegaba a enterar que había asistido a una gala como las que su amigo solía ofrecer en eventos importantes, puesto que su familia era dueña de un par de hoteles alrededor de la república mexicana. Aquel hotel era el primero que su amigo abría de forma independiente, por lo que era seguro que echaría la casa por la ventana, con tal de que aquel evento fuese inolvidable para la prensa mexicana. —Mira, te propongo esto—expresó Roberto como última opción—¿Qué te parece si vienes temprano por la tarde, te quedas a la inauguración y te vas durante la fiesta? A Roberto ya le habían mencionado anteriormente qué Alejandro había cambiado mucho desde que se había casado, todo el mundo creía que se trataba de la Esposa, quién ya no le permitía salir con sus viejas amistades, algunos entendía qué era recién casado, por lo que ya ni se molestaban en invitarlo porque sabían que le daria la preferencia a su mujer, pero otros, como Roberto, no aceptaban un no por respuesta. —N-no... —dudó Alejandro, aunque la idea no sonaba del todo mal, ya qué de ese modo cumpliría con apoyar con su amigo, pero no se vería en la necesidad de tener que convivir con allegados suyos qué seguramente también serian invitados a aquel evento y como se encontraba su matrimonio, lo cierto era qué no tenia ganas de verlos y mucho menos de hablar con alguien, sobretodo con la situación de su matrimonio. —Por favor, Alejandro—expresó Roberto en tono serio, pero suplicante y vaya que él no solía hacer ese tipo de cosas, al menos no con hombres, pero quería de algún modo reconocer a su amigo y ya había preparado todo un discurso para ello, e incluso le había mandado a realizar un pequeño detalle que conmemoraba su participación en la realización de su hotel. Alejandro no podía fallarle— si no quieres estar en la fiesta lo comprendo, pero ven a la inauguración. Alejandro suspiró, él no solía dejarse llevar por chantajes, al menos no de sus amigos, sabia cuando decir no y sus amigos claramente conocían como era su actitud cuando marcaba sus límites, pero aquel asunto no se trataba de una parranda exactamente, si no de apoyar a Roberto. —De acuerdo—finalmente cedió, diciéndose a si mismo que no disfrutaría del tener que asistir a ese sitio, quizás porque aún se sentía culpable por lo que había sucedido con Victoria. —Muchas gracias, hermano—expresó Roberto más que agradecido— ya te envie la invitación a tu oficina, espero verte ahí, no me falles. —No te preocupes, nos vemos—expresó Alejandro antes de colgar y quedarse pensando si había tomado la mejor decisión. Al saber que la invitación ya había llegado, se digno a ir por ella y averiguar qué horario había elegido su amigo en esta ocasión, ya qué a los eventos qué Roberto solía organizar para la cadena de hoteles de su familia, no era exactamente un horario familiar, así que rodeo su escritorio y camino hasta la puerta para asomarse brevemente. Vio a su nueva asistente, Alba. Ese día, parecia llevar un atuendo diferente y no precisamente porque llevara otra ropa, sino que al parecer se había adaptado muy rápido a lo que él requería en una asistente y después de lo que le había sucedido el día anterior no era para menos. —Señorita Torres—la llamó y entonces Alba alzó la mirada—¿Hay correspondencia el día de hoy? Alba aun no sabia como funcionaba la correspondencia en ese sitio, por lo que miró a su alrededor, al menos en su antiguo trabajo el correo siempre llegaba hasta su escritorio y efectivamente, ahí junto al monitor de su computadora, estaba un sobre de color n***o junto con otros sobres de diferentes colores y tamaños, así que sonrió y se levantó para llevárselosa su jefe, quien agradecido le sonrió y volvió a su sitio. Alejandro cerro la puerta, sintiéndose muy conforme con el cambio de Alba, parecía ser una chica bastante profesional, aunque enseguida otro asunto ocupo sus pensamientos, la invitación. La saco del sobre y mientras regresaba a su escritorio, se digno a leer la hermosa y elegante invitación para la inauguración de un hermoso hotel fuera de la ciudad, rodeado de un bosque maravilloso y por supuesto con las lujosas comodidades para cierto tipo de huéspedes. Todo lo que leyó le gusto, puesto que su amigo había predispuesto la hora de la inauguración a las cuatro de la tarde para que el evento comenzara alrededor de las seis, lo cual era una hora bastante decente para sus amigos, así que intuyo qué probablemente habría gente muy importante para Roberto como para organizar un evento tan reservado. Todo estaba bien para Alejandro, excepto el hecho de que tendría que irse cuando el evento prometía ser inolvidable y no exactamente por las bebidas, sino porque su amigo realmente deseaba ofrecer un evento más que excepcional. Se dijo a si mismo que no estaría nada mal quedarse al menos una hora demás en el evento, solo para constatar el mismo que tipo de personas asistirían, aunque al ver la fecha lo dudó. Debía entregar un informe en la compañía precisamente ese día y aunque tenia la opción de enviarlo, él no solía dejar ningún cabo suelto cuando se trataba del trabajo. —¿Qué hago?—Sé pregunto en voz alta mientras buscaba el calendario en la pantalla de su monitor, faltaban cuatro días para el evento y la entrega del informe. Lo pensó un momento y muy confiado se dijo a si mismo—creo que puedo hacerlo. Aquella tarde, cancelo todo lo que tenía pendiente y enseguida se dispuso a trabajar en aquel dichoso informe. Mientras qué Alba por su parte, mientras intentaba trabajar, un extraño sentimiento de duda la invadió. Aun se preguntaba como diablos, Victoria había lo grafo casarse von ese papucho, es decir, claro que esa horrible bruja tenia lo suyo, es decir, buena figura y buen gusto a la hora de vestir, pero no era precisamente una persona empatica o agradable. Los únicos que la soportaban seguramente era de su misma calaña venenosa, pero el licenciado Olmedo no parecía ser de ese tipo de gente, sino más bien, él era un hombre muy exitoso gracias a su propio trabajo o al menos eso era lo que ella había visto en su primer día de trabajo. Con esa extraña duda en la cabeza, Alba hizo algo que nunca jamás se habría atrevido a realizar, revisar el perfil de su antigua jefa en su aplicación social favorita. El perfil de Victoria, hacia sentir a cualquiera que ella disfrutaba de la vida como ninguna otra. Había fotos de ella en la playa, disfrutando de un sol cálido y una buena brisa, también había fotos de ella, disfrutando de sus vacaciones de invierno en algunas montañas, quizás de Canadá. Todo eso Alba lo había visto un par de meses antes, pero ahora había fotos nuevas, algunas de ella y del licenciado Olmedo en un viaje a Suiza y también Italia y Francia. Fotografías de ambos tomados de la mano, besándose y riendo como si ambos fuesen la pareja ideal. ¡Todo eso debía ser mentira! Alba sabia que Victoria era toda una maestra del engaño, era muy buena actuando, de hecho Alba intuía qué sé había equivocado de carrera si es que en realidad había terminado por si sola la universidad, para Alba, la carrera ideal de Victoria era la de ser actriz y era muy buena fingiendo ser tan buena y frágil. Las fotografías eran evidentes, Victoria fingía en todas y esas falsas sonrisas habían logrado conquistar a ese hombre. —¡Maldita bruja!—la maldijo en voz baja mientras se lamentaba qué incluso una mujer como su jefa hubiese encontrando una pareja y no solo eso, sino que también lo hubiese atado en matrimonio— es una pena qué no exista alguien que te pise la cola de diablo qué te cargas. Pero... ¿Y sí existiera? Alba de pronto comenzó a imaginarse como seria si de pronto alguien apareciera en la vida de Victoria, alguien tan loca y por supuesto, vengativa como para enfrentarla y hacerla sufrir. Alba pagaría lo que fuera con tal de ver a Victoria tan desesperada como ella hacia sentir a sus empleados, pero para su desgracia, ella no conocía a alguien así, al menos no tan loca como para hacer algo en contra de Victoria porque por supuesto, si existía el deseo de hacerla sufrir.
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