Capítulo 11

2120 Words
Eran las siete de la noche cuando Alba recibió un mensaje inusual. Ella estaba sentada frente al televisor mientras veía una serie turca bastante popular y por supuesto, doblada al español. Al lado suyo tenia un tazón de papitas fritas, junto con un vaso de coca-cola con hielos, además de un paquete de pañuelos qué no utilizaba exactamente para limpiarse las lágrimas, sino que los tomaba y los arrugaba para después arrojarselos al villano de la novela, quien tenia un extraño parecido con Victoria, al menos en su actitud petulante y altiva. Mientras escupia insultos a la antagonista de su novela, Alba extendió el brazo hacia su teléfono pensando que se trataba de su amiga Rosalba, pero al desviar la mirada por un breve instante de la pantalla hacia el teléfono, descubrió qué sé trataba de un número desconocido y para más privado. Estuvo a punto de no responder la llamada creyendo qué sé trataba de esa compañías telefónicas qué ofrecían “supuestamente” un mejor servicio o incluso las típicas llamadas de extorsión y fraude, pero algo interiormente le dijo que debía responder. —¿Diga?—respondió Alba con voz sería y un tanto enfadada, una técnica para no dejarse amedrentar por algún estafador qué seguramente estaba haciendo esa llamada desde alguna cárcel de la ciudad. —¿Señorita Torres?—cuestiono Alejandro desde el otro lado del auricular, no sabia que detrás de aquella dulce imagen que su asistente podía tener, en realidad estaba una mujer bastante severa, al menos por su tono de voz. —¿¡Licenciado Olmedo!?—cuestiono Alba muy sorprendida y bastante avergonzada por seguir su instinto de supervivencia latinoamericana. —Ah,crei qué me había equivocado de número—expresó Alejandro más aliviado al constatar qué en realidad se trataba de Alba, quien aparentemente tenia muchas facetas y una de ellas era precisamente una muy enfadada. —¡Disculpeme, licenciado. No sabia que se trataba de usted, pero...¿Cómo consiguió mi número? —La señorita Gutierrez me lo proporcionó—respondió Alejandro para tranquilidad de su asistente—emmm...sé que ya no se encuentra en horario laboral y que muy probablemente sea un atrevimiento de mi parte el llamarle a esta hora cuando seguramente debe estar descansando, pero no le llamaria de no ser un asunto urgente. —¿Urgente?—musito Alba algo desconcertada, aunque en realidad estaba comenzando a sospechar el porque de aquella llamada. —Si, disculpe que la moleste tan tarde, pero necesito que me haga un favor—expresó Alejandro apenado. —P-por supuesto, dígame. ¿En qué puedo ayudarle?—se vio obligada a decir ya qué sé trataba de su jefe, aunque interiormente se dijo a si misma qué debía poner límites para evitar que pasara lo mismo que con Victoria, aunque ella nunca le había pedido las cosas poniendo la palabra “Favor” en medio de sus exigencias. —Se supone que esta mañana entregue el informe en el que estuve trabajando, pero aparentemente hubo una confusión y mi documento termino traspapelado—explicó Alejandro mientras Alba escuchaba atentamente—pensé que podría ir a la oficina para imprimir de nuevo el informe y llevarlo al corporativo. Alba torció ligeramente los labios luego de escuchar sus instrucciones, no pensaba salir de casa esa noche, de hecho ya tenía puesta unas mascarilla para quitársela antes de dormir, pero ya había aceptado ayudarlo. —¿El documento esta en su computadora?—expresó Alba mientras pausaba su episodio para después apagar la TV. —Si—afirmo Alejandro mucho más aliviado ya que, con Alba ayudándole con esa situación, sería mucho más fácil para él resolver el asunto sin tener que moverse de la inauguración del hotel—la carpeta se llama, informe mensual. —De acuerdo. ¿Podría darme la dirección del corporativo y el número de la oficina en donde debo entregar el documento?—expresó Alba levantándose de su lugar para buscar algo decente en su armario, puesto que al no tener más que una amiga, su vida social se reducida a su TV, así que ya tenia puesta la pijama. —Te lo enviare en un mensaje para que no se te olvide—dijo Alejandro para mayor seguridad— muchas gracias por su apoyo señorita Torres, no sé que haría sin usted. —Para servirle, Señor—respondió Alba antes de colgar la llamada y mientras se movía rápidamente por su departamento para lavarse el rostro y lucir más o menos presentable Alejandro movió los dedos con agilidad para enviarle la dirección y el número de la oficina. Al recibir el mensaje y descubrír hasta que parte de la ciudad tendría que movilizarse, Alba no se molesto tanto, no era mucho tiempo de camino entre la oficina al corporativo y posiblemente terminaría aquel encargo en una hora si se apresura a salir, aunque se dijo a si misma qué tendría que cobrarse aquel “favor” ya que seguramente su jefe no se lo pagaría hablando monetariamente. Como y era un poco tarde, decidió ponerse un pantalón de color beige estilo oversize, además de una blusa negra y un abrigo azul largo qué ajusto con la cinta trasera para poder cerrarlo. Alba tomo sus llaves, su cartera y enseguida salio corriendo fuera de casa para poder atender la urgencia de su jefe, la cual no estaba obligada a realizar, pero por ser la primera vez lo había dejado pasar. Luego de tomar un taxi por aplicación que llego en cuestión de cinco minutos. Finalmente llego a su trabajo, el cual estaba cerrado, era obvio pues era fin de semana. Lo bueno fue que al acercarse a la puerta un guardia de seguridad la vio y se acerco a preguntarle el porque estaba justo ahí. —Soy la asistente del licenciado Olmedo—intento explicar, pero el guardia la mirada con cierto recelo—debo pasar a la oficina por un documento importante que necesita mi jefe ahora. —Disculpe, pero no puedo dejarla pasar, no he recibido ningun aviso—explicó el guardia quien solo laboraba de noche, por lo tanto no conocía a muchos empleados ahí, así que no podía permitirle el acceso. —¿Cómo que no recibió ningún aviso?—cuestiono Alba un poco molesta, ya qué al parecer su jefe no sabia que debía avisar al edificio qué alguien debía pasar—espereme un momento. Alba miro su teléfono movil, el número del cual su jefe la había llamado no aparecía en su lista de llamadas recibidas pues este era privado; sin embargo, recordó enseguida la tarjeta que le había dado su jefe, así que la saco de su billetera para llamarlo. Alejandro ya había vuelto al evento, este ya había comenzado y su amigo Roberto ya estaba al fondo del salón ofreciendo un discurso del como había comenzado ese sueño y quienes habían participado para que se hiciera realidad, no obstante, en cierto momento sintió la vibracion de su teléfono dentro de la chaqueta de su traje y al ver que se trataba de su asistente, se vio obligado a levantarse e intentar buscar un rincón en el salón para poder escuchar la llamada. —¿Qué sucede?—respondió. —Señor, el guardia no me permite la entrada porque nadie le aviso que vendría—explicó Alba un poco apenada por tener que molestarlo con esa nimiedad. Alejandro se llevó la mano a la frente, al recordar que había olvidado ese pequeño inconveniente. La seguridad de la oficina. —Aguarda un momento—le dijo Alejandro mientras colgaba la llamada y le enviaba un mensaje a Roxana, quien hasta el momento tenia mucho más conocimiento y control de lo que sucedía en la empresa, además de que ella era la única empleada qué tenía su número teléfonico. Alba espero alrededor de cinco minutos cuando el guardia finalmente recibió el dichoso aviso y finalmente le permitió la entrada. Ella creyó qué aquel inconveniente sería el único que tendría aquella noche para poder entregar el documento de su jefe, pero al momento de llegar a la oficina y revisar la computadora de su jefe, desgraciadamente, no encontró la carpeta. Alba espero un momento antes de marcarle de nuevo a su jefe. Reviso varias veces solo para confirmarlo y realmente la carpeta no estaba. Obviamente se preocupo, si marcaba a su jefe para darle esa noticia, seguro que iba a dar el grito en el cielo, pero no había de otra. Mientras tanto, en la inauguración, Alejandro qué había mantenido un poco alejado mientras observaba el como su amigo daba los agradecimientos, pensaba en ir a sentarse una vez que Alba le confirmara qué había encontrado su documento, pero cuando recibió la llamada lo que escucho no le agrado del todo. —¿Cómo que no lo encuentras?—exteriorizo Alejandro alzando la voz debido a la música. —Lo lamento—dijo Alba apenada—pero ya revise todo y no se encuentra, ni siquiera en la papelera. Alba reviso esa carpeta esperando encontrar algo, pero lo curioso era qué en realidad ahí no había nada, como si alguien la hubiese vaciado o quizás la maquina hubiese tenido un reinicio de fábrica. Miro la hora en el monitor y enseguida se percató qué tanto la fecha como la hora estaba mal registradas, así que intuyo qué sé trataba de eso. —No puede ser—dijo Alejandro en voz alta. Desgraciadamente para él, ese informe era un documento que debía ser revisado no solo por su jefe inmediato de área, sino también por el CEO de la empresa, un hombre alrededor de sus 70 años de vida que en realidad era uno de los pocos arquitectos más talentosos del país. Alejandro lo respetaba mucho no solo por ser el CEO, sino porque lo admiraba por su trabajo. No quería quedar mal ante ese hombre cuando había hecho hasta lo imposible por hacerse notar en el corporativo, por ello había aceptado tantos proyectos al mismo tiempo, para demostrarle su capacidad y es que existía el rumor de que el CEO estaba por jubilarse y pronto elegirían a alguien igual de capaz que él y aunque Alejandro sabia que estaba muy lejos de llegar a ese puesto, la realidad era qué estaba consciente de que habría muchos cambios y esperaba que al menos, reconocieran su trabajo como uno de los mejores arquitectos dándole un puesto más adecuado a su categoría. Alejandro pensó en una solución rápida y sencilla a ese problema. De haberse borrado el archivo, iban a necesitar llamarle aun técnico para recuperar el documento y eso tardaría bastantes horas, tiempo del cual no disponía. Alejandro intuyo qué el discurso de su amigo tardaría un poco más o eso quiso creer, por lo que nuevamente salio del salón, cruzo el vestíbulo y posteriormente salio al estacionamiento para poder ir a su auto. Por suerte él había hecho una copia de seguridad en una memoria USB una técnica vieja para guardar archivos, pero aun funcional. Alejandro tenia la esperanza de haberla dejado en su oficina, pero algo en su interior le decía que en realidad, debido a la prisa con la que había salido se la había llevado consigo. Al llegar a su auto constato qué había dejado aquella memoria en la guantera, por lo que no había más remedio de que Alba viajará en busca de la memoria para poder entregarla a tiempo. —Señorita Torres...—suspiro Alejandro volviendo a colocar el auricular de su teléfono movil sobre su oído. —¿Si, licenciado Olmedo?—cuestiono Alba esperando sus siguientes instrucciones. —Por favor tome un taxi de aplicación y vaya a la dirección que le voy a enviar, la veré ahí para entregarle el informe—expresó Alejandro un tanto molesto por no haberse fijado del problema, él usualmente no era olvidadizo ni mucho menos descuidado, pero la situación con Victoria, el estrés del trabajo y la responsabilidad qué tenía con su amigo lo habían llevado a cometer ese error. No tenia más alternativa qué disculparse con su jefe y esperar que le tuvieran compasión. Así que enseguida colgó la llamada y le envío la dirección a Alba para que se dirigiera a la inauguración, solo que mientras él aun continuaba en su auto, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer sobre el parabrisas. Alejandro las miro, pero se dijo a si mismo que por ser una zona boscosa, el clima debía ser así, húmedo, por lo que salio del auto y volvió hacia el interior sin saber que aquella ligera brisa se convertiría en una lluvia torrencial conforme pasaban los minutos y que impediría qué Alba regresará a casa esa noche.
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