Alba se sorprendió al ver el lugar donde había ido a parar. Era un hotel bastante lujoso en medio del bosque, parecía como un castillo de los cuentos de hadas de disney, con la diferencia de que alrededor no había música con piano ni violines, sino un más bien música más moderna, había un buen ambiente en ese sitio lo que indicaba qué su jefe seguramente se estaba divirtiendo y por lo tanto esa había sido la razón para llamarla.
—¡Mendigo infeliz desgraciado!—se digno a maldecir lo en voz baja mientras bajaba del taxi por aplicación lo más rápido que podía para encontrar refugio en el vestíbulo del hotel— me trajo solo para mojarme porque no quería irse de su fiestesita.
Por supuesto, el tramo qué le tomo el llegar a un lugar seco, causó qué se mojara el abrigo qué llevaba como parte del pantalón, pero no fue sino al entrar qué sé dio cuenta de que no se había vestido para la ocasión, ya qué las personas que ahí disfrutaban un poco de la vista de la lluvia la miraron extrañados y es que la gran mayoría de los invitados iban vestidos de etiqueta.
Alba inmediatamente se sintió incomoda con esa miradas altivas, pero se dijo a si misma qué no estaba ahí por ningún tipo de placer sino que había ido únicamente por trabajo, porque su jefe la necesitaba, así que se trago su vergüenza y camino siguiendo la música hasta un enorme salón el cual ya había sido adecuado para el evento, con varias mesas alrededor para una distinguida cena y baile.
Al quedarse sobre la puerta del salón, busco con la mirada a su jefe, había muchas personas ahí, algunas a quienes solo había visto en revistas y programas de chismes, parecía ser un evento muy excepcional para tener a ese tipo de personas ahí, pero aunque Alba estaba fascinada con lo que observaba, continuó su búsqueda hasta que en cierta parte del salón vio un grupo de gente felicitando a un joven caballero, su jefe.
Alba alzó la mano esperando que la viera, aunque la distancia qué había entre ellos era considerable; sin embargo, mientras lo observaba, las mejillas de Alba se ruborizaron al ver lo atractivo qué lucia su jefe.
Usaba un traje ajustado a su cuerpo qué permitia contemplar su complexión. Por un momento, Alba se quedo con la boca abierta, ahora entendía el porque Victoria lo había elegido como esposo, sin duda el hombre tenia lo suyo, músculos escondidos debajo la ropa o al menos eso fue lo que Alba supuso.
—¿Disculpe, señorita? —una voz masculina de pronto interrumpió su contemplación. Alba giro la vista y entonces se encontró con un guardia de seguridad qué la hizo volver a la realidad—¿Podria mostrarme su invitación, por favor?
—Perdone, pero no tengo—admitió Alba un poco incomoda—pero no estoy aquí por la fiesta, vine a ver a mi jefe, el me llamo.
—Disculpe, pero si no tiene invitación, tengo que pedirle que se retire—expresó el guardia de seguridad, pero entonces Alba volvió la vista hacia donde se encontraba el licenciado Olmedo; sin embargo, justo ya no se encontraba donde lo había visto.
—Mi jefe esta ahí, solo debe entregarme algo y me iré—insistió en explicar, pero entonces el guardia la tomo de la espalda y comenzó a guiarla fuera del salón.
—Perdone, pero sin invitación no puede quedarse—insistió el hombre quien únicamente hacia su trabajo y que había notado que Alba estaba incomodando a los invitados al no ir vestida adecuadamente.
—Pero es que no entiende,yo no vine a la fiesta...—intento explicar.
—Perdone, ella si tiene invitación—de pronto dijo una voz masculina bastante firme, una voz qué ella reconoció al instante y que le ruborizo las mejillas ya qué, había ido en su rescate.
Alejandro había visto de reojo a su asistente. Había estado nervioso casi todo el tiempo en que había tardado Alba, tanto como para comenzar a beber un par de tragos para calmarse.
—Oh disculpe—dijo el guardia de seguridad quien no se molesto en pedirle la invitación de la chica que tenia enfrente porque además de lucir un caro y lujoso traje, también había pasado al escenario para recibir el detalle que su amigo había preparado para él.
Cuando el guardia se alejo, Alejandro finalmente soltó un suspiro, uno que evidencia a que se había pasado un poco con las bebidas.
—¿Porque tardaste tanto?—expresó Alejandro mientras sacaba de su chaqueta la memoria qué Alba debía llevarse, para después desviar la vista hacia el reloj en su muñeca.
—El lugar está bastante retirado y con la lluvia...—dijo Alba intentando explicar.
—No importa, por favor llevate esto y entrega el documento. Supongo que podrían esperarte otra hora, así que no tardes mucho ¿De acuerdo?
—¿Una hora?—dudó Alba, ya qué había tardado más de una hora y media en llegar hasta ese lugar porque la lluvia había dificultado la visibilidad de la carretera—señor, no creo poder llegar a tiempo.
—Inténtalo, por favor—dijo Alejandro mientras colocaba sus manos juntas para animarla a hacer el esfuerzo, un gesto qué jamás habría hecho ante una empleada suya de no estar ebrio, aunque trataba de disimularlo— vamos, te acompaño a la puerta.
Ambos caminaron rápido por el pasillo hasta el vestíbulo y de pronto a tan solo unos cuentos metros de distancia de la puerta. La luz eléctrica del sitio fallo debido a la caída de un rayo muy próximo qué dejo al hotel y a media población en las sombras.
Todo el sitio se oscureció y la única luz qué llegaba a iluminar brevemente el vestíbulo era la luz de los relámpagos en el cielo.
Instintivamente, Alba se sujeto de lo más próximo qué tenía a su lado, el brazo de su jefe y por un breve instante sus manos chocaron.
Alejandro se quedo inmóvil por un momento, un tanto incomodo por aquella acción imprevista, aunque no dijo nada suponiendo qué tal vez tenia miedo.
—Vamos—expresó Alejandro caminando hacia la salida mientras la gente trataba de encender sus teléfonos. Solo que al llegar a la salida y observar el estacionamiento, el taxi qué había llevado a Alba hasta el hotel, se había ido.
—¿Cómo llegaste aquí? —cuestiono Alajansro a punto de perder la paciencia, pero en ese momento, el tono de llamada de su teléfono comenzó a sonar.
—¿Alejandro?—escucho la voz de su jefe de área y creyendo qué estaba a punto de ser monear lo trago saliva dispuesto a defenderse—lamento mucho la llamada de hace un rato, mi secretaria confundió las carpetas, pero ya encontramos tu informe, lamento mucho las molestias, solo que si falto la hoja de las estadísticas, aunque eso lo podemos añadir mañana, solo quería corroborar la información que tenemos nosotros. Qué pases una linda noche.
—D-de acuerdo, muchas gracias por avisarme—dijo Alejandro mientras observaba la silueta en la oscuridad de su asistente.
Tal vez había tomando medidas muy extremas al hacerla ir a ese lugar sin recibir noticias antes del corporativo.
El asunto ya estaba solucionado, pero ahora tenia otro cuestión por concluir, regresar a Alba a casa. Sin otro taxi no había más alternativa más que llevarla el mismo a casa “otra vez”.
Por supuesto no tenia ningún problema con ello, pero no sabia que diría su amigo al despedirse tan temprano cuando técnicamente ya le había prometido quedarse un poco más tarde.
—¿Sucede algo, Señor?—cuestiono Alba sin alejarse mucho de su jefe, aunque ya le había soltado el brazo al darse cuenta de su atrevimiento.
—Ya no hay necesidad de que entregues el documento—dijo únicamente sin darle más detalles del asunto para evitar decirle que si, había hecho todo ese viaje para nada y ahora estaba atrapada en ese lugar.
—Acompañame al salón, iré a despedirme y enseguida nos vamos en mi auto—le indico a Alba y él enseguida saco su teléfono para iluminar su camino con la lámpara.
Alba camino un poco más tranquila con la luz frente a ellos hasta que llegaron a su destino. Ahí, Roberto, el amigo de Alejandro estaba invitando a todos a mantener la calma suponiendo qué solo se trataba de una breve interrupción del servicio.
Luego de tranquilizar a sus invitados, Alejandro se aproximó a Roberto quien obviamente tenía una mala cara por la situación, no esperaba que algo así pasara justo en su inauguración y aunque se suponía qué el hotel disponía de su propia fuente de energía eléctrica alterna a la publica, aún no se realizaba la instalación de la misma al faltar pequeños detalles por concluir que no se esperaban utilizar tan pronto.
—Roberto—saludo a su amigo con cierta pena, ya qué él esperaba que aquel evento estuviera en la primera página de algunas revistas digitales y si lograba estarlo, sería solo para contar el desastre en que había terminado debido a la tormenta. Seguro que para Roberto no era precisamente una buena señal para su hotel—debo irme, disculpa por dejarte ahora, pero tengo un asunto pendiente por resolver.
—Pues tu pendiente tendrá que esperar—le advirtió Roberto— al parecer se cayeron algunos árboles en el camino, así que tal vez debamos pasar la noche aquí.