Episodio 5. Una familia sin rostro

3205 Words
Punto de vista desde la perspectiva de Meridia: —Esta lluvia está muy intensa, ¿cierto, Asher? Parece un diluvio —le comento a mi esposo que hoy decidió conducir rumbo a nuestro hogar. —¿Un diluvio? —se detiene para soltar una pequeña risa llena de burla —como siempre todo lo agrandas y lo exageras, Meridia. Eres una dramática. El tono de voz que usaba Asher en ese instante tenía un tono burlón y al mismo tiempo distante como siempre, últimamente era difícil mantener una conversación tranquila con él, podía sentir que todo lo que decía le molestaba, o no lo tomaba enserio, pero aun así yo trataba de llevarlo todo por la paz, porque no deseaba problemas. —Es una expresión, Asher. Dije diluvio, porque las gotas de lluvia están muy pesadas y fuertes, mira los pobres parabrisas están luchando ahora para poder aplacar toda esa agua —digo, señalando el camino que transitábamos. —Tus expresiones, todo en ti es dramático y exagerado. —Claro que no, yo siento que soy normal. —No empieces, Meridia, no quiero discutir. —¿Pero que dije que te irrita tanto? No he dicho nada que sea motivo para una discusión. La luz del semáforo cambió a rojo, y Asher detuvo el auto. Cuando lo hizo golpeó el volante con fuerza y luego se volteó a verme con una evidente expresión de molestia. —¡Eres pasivo agresiva, Meridia! Eso me estresa mucho ¡Siempre lo has sido! Incluso hoy estuviste a punto de dejarme en burla mientras ponía en su lugar a aquel pordiosero que se atrevió a subir hasta nuestra oficina. ¡Hice lo posible para no perder la compostura! ¡Nunca intervengas cuando un alfa está mostrando su dominio y superioridad frente a otro alfa! ¿Comprendes? Mientras Asher me grita, yo lo que hago es voltearme para ver el paisaje lluvioso por la ventanilla de forma aburrida. Para él todas mis actitudes eran malas, para él nunca hacia nada bien, siempre era “pasivo agresiva”, “exagerada”, “fastidiosa”, era obvio que él me detestaba, pero no nos separamos porque los dos somos dueños de un imperio donde él es la cabeza, y yo soy el cuello. Si, aunque él es la cabeza de todo, sin mí no puede moverse ni sostenerse y mucho menos andar por cuenta propia. Aunque suene terrible, solo estamos unidos por apariencia y por dinero, ya que ante el mundo somos la pareja perfecta, pero a puertas cerradas, no existe el amor, ni tampoco el respeto. Mi historia es algo singular; yo soy descendiente directo de los elfos fundadores, por lo tanto, siempre he vivido en medio de la riqueza, en pocas palabras: formo parte de la realeza de los elfos puros. En este mundo, ningún elfo conoce la pobreza o el mal vivir, porque para los licántropos somos lo más cercano a los dioses, especialmente los elfos con habilidades como yo. Nunca conocí a mis padres, al parecer mi madre murió cuando yo nací, pero como mencioné anteriormente, eso no me hizo ser una chica desamparada, porque nací rodeada de sirvientas e institutrices. Mi educación fue la mejor, todo en mi vida siempre fue lo mejor y lo más alto, pero a pesar de todo, nada de eso me hacía feliz, siempre me he sentido sola y vacía. Conocí a Asher hace diez años atrás, él es un Wolfgang, la manada más pura de licántropos del mundo, él es como yo en términos de estatus, los de mi alrededor me alentaron a casarme con él porque según decían, éramos “la pareja perfecta”, un alfa puro, y una elfa descendiente de la línea de fundadores, era sinónimo de poder. Cuando me lo presentaron, lo primero que vi fue que era un hombre imponente, guapo, amable y educado, hubiese estado loca si lo rechazaba, por eso apenas duramos unos pocos meses saliendo cuando él me propuso matrimonio y yo sin pensarlo dos veces acepté. Nuestra boda fue de ensueño, fue un evento nacional, parecía un cuento de hadas, tanto que muchas chicas deseaban estar en mi lugar, éramos como el “rey y la reina de la nación”, pero a pesar de eso, yo me sentía culpable porque, aunque tenía al esposo perfecto, la vida perfecta, no me sentía feliz, por el contrario, siempre he sido infeliz y desdichada… Se suponía que mi soledad, mi extraña tristeza se iba a terminar al casarme con ese alfa perfecto, pero nada de eso ocurrió. Además, él y yo sabemos que no estamos destinados, pero a pesar de eso nos unimos porque Asher alegaba que esos eran mitos tontos a los que no debíamos prestarles atención. Él decía que me amaba, pero realmente el amor nunca ha sido recíproco, eso también aumentaba mi tristeza porque yo hacía mi mayor esfuerzo por amarlo, pero nada resultaba. Pensé que cuando tuviéramos hijos todo cambiaría, quizás la razón de mi existir era para ser una madre, haría feliz a Asher con una manada, y yo me refugiaría en mis hijos, iba a sentir que tenía una razón para vivir. Sin embargo, ni siquiera ese deseo se me hizo realidad porque después de muchos intentos, medicamentos, procedimientos y demás, mi esposo y yo descubrimos que no puedo quedar embarazada, soy estéril. Fue ahí, a partir de ese momento cuando Asher comenzó a odiarme. El sueño de todo alfa es tener una manada grande y fuerte, pero nunca le pude dar eso a Asher, y ahora después de diez años de un matrimonio monótono, yo comprendo que el problema siempre he sido yo. Esa es la razón del por qué todo lo que digo a Asher le molesta, todo lo que hago a él le irrita, no puede dejarme porque soy poderosa económicamente, “hermosa”, el sueño de cualquier elfo o licántropo, así que aquí estamos, viviendo de apariencias cuando la realidad es que nuestras vidas son tan deprimentes como la lluvia que cierne sobre nosotros. Yo sé que Asher me engaña con otras mujeres, no sé de qué especie, posiblemente licántropas como él, aunque nunca me lo ha dicho, ni lo ha demostrado, pero a pesar que él es un experto en ocultar sus infidelidades, una mujer siempre sabe cuándo su esposo es infiel… incluso una vez yo le insinué que si él lo deseaba podría tener hijos con otra mujer, y podríamos hacer el proceso del vientre en alquiler, pero Asher no quiere, así que quizás él se resignó a ser un alfa que nunca tendrá una manada por culpa de su esposa que, aunque es hermosa y “valiosa” por fuera, por dentro no sirve para nada. Todos los días de mi vida me siento vacía, inútil, triste, como si algo me faltara. A veces cuando duermo en paz, vienen a mi lindas ensoñaciones en donde tengo muchos hijos e hijas, todos tienen hermosas personalidades y son buenos chicos. Pero, aunque deseo ponerles rostros, no puedo, en esos sueños estoy rodeada de jóvenes que no conozco, pero mi corazón y ser me dicen que son mis cachorros. Mi vida en esos sueños es movida, feliz, además tengo a un esposo que me ama e idolatra. Lo más extraño de todo, es que ese hombre que está a mi lado no es Asher, es otro que en mis sueños tampoco tiene un rostro, al igual que mis hijos. Pero a pesar que no lo reconozco, aquel hombre sin rostro me hace sentir llena de vida. Amo tanto esos sueños, más que mi vida actual al punto que no deseo despertar, porque cuando lo hago me encuentro en mi lujosa habitación acostada con mi verdadero esposo que me odia en secreto, y lo más probable es que se siente preso a mi lado. Ambos lo estamos… estamos presos en esta vida que internamente para mi es un infierno. Últimamente tengo deseos suicidas, por supuesto, la única que sabe eso soy yo misma, porque no tengo amigos verdaderos, no tengo a nadie en quien confiar para hablar sobre estos temas sin que me juzgue diciendo: “¿Cómo puedes sentirte así si tu vida es perfecta? ¡Mírate eres hermosa, no te falta nada, tu esposo es guapo exitoso y amable! ¡Eres una egoísta, si tanto deseas hijos, adóptalos!” Si supieran que la vida y la felicidad es más compleja de lo que se ve a simple vista… no soy feliz, y no le encuentro sentido a mi vida, ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué no puedo tener hijos? ¿Para qué me casé?, a veces me torturo con pequeñas crisis existenciales que me hacen cuestionar mi propia existencia y que ya no debería seguir viviendo en este mundo tan hermoso, pero tan vacío para mí, sin embargo, cuando esos pensamientos de acabar con todo llegan, aparece una pequeña voz que me dice que no lo haga, por qué quizás vendrá un cambio, pero yo me digo a mí misma: ¿Cuál cambio? ¿de dónde vendrá? No lo sé… —Meridia ¿me estas escuchando? Te estoy hablando y haces como si no me oyeras… Era verdad, no estaba escuchando a Asher porque me sumergí en mis pensamientos. —¿podrías repetir lo que dijiste, Asher? —le pido viendo como él mientras conducía revoloteaba los ojos con fastidio. —Olvídalo… mañana tendremos una fiesta con varios clientes importantes, espero que durante toda la velada sonrías y seas amable. —No tienes que decirme como debo actuar, yo sé lo que tengo que hacer. Por cierto… lo que dijo ese alfa, al que humillaste hoy, no se me quita de la mente ¿Por qué no me dijiste que solo tenemos un trabajador en el área de aseo y paquetería?, ese trabajo es muy fuerte, pensé que habías contratado a más personal, al menos a diez hombres licántropos. Tu eres el encargado de eso, Asher. —Diez es demasiado, con uno es mas que suficiente. Ese trabajo solo lo hacen las basuras, si desea un sueldo, que se lo ganen. Además, los alfas son fuertes, ¿para que contratar a tanto personal cuando ese trabajo solo lo puede hacer uno?, sería una fuga de dinero que no deseo perder. —¿Fuga de dinero? ¡No exageres! La mano de obra de ese tipo de empleos representa el 0.002% de los gastos anuales de la empresa. Es decir, el salario obrero es minúsculo si lo comparamos con los salarios administrativos y ejecutivos. Si contratamos más personal no representará pérdidas, por el contrario, podríamos agilizar el trabajo. —¡No me discutas! ¡Esa no es tu área Meridia! ¿desde cuando te importan los obreros? Tu eres la encargada del área administrativa, además ¡realmente lo único que te importa eres tú misma junto con tus estúpidos dramas! ¿Es que acaso de un momento a otro sientes empatía por los gusanos solo porque viste a ese tipo?, vi como lo mirabas, ¿Acaso te gustó ese apestoso? Meridia al instante se exaltó diciendo: —No digas tonterías, Axel… —¿Cómo me llamaste? Meridia parpadea un par de veces. —Te dije Asher… —No, me llamaste por otro nombre ¿acaso te volviste loca?, en fin, ya no discutiré contigo, me va a comenzar a doler la cabeza —murmura Asher llevándose una mano a su frente. ¿Lo llamé por otro nombre? Ni siquiera me di cuenta. Quizás mi esposo tiene razón y me estoy volviendo loca… Treinta minutos mas tarde Nuestro “hogar” era una moderna mansión en el vecindario mas prestigioso de la ciudad. Había solo cinco mansiones en esa enorme manzana, una mas alejada de la otra porque cada propiedad estaba rodeada por hermosos jardines y áreas verdes que parecían sacadas de un cuento de hadas que quizás un elfo como yo con poderes similares a los míos creó. Cuando llegamos, el primero en entrar fue Asher, a esa hora las personas de limpieza se habían marchado, ellos se iban a las ocho de la noche, y como se nos hizo tarde llegamos a casa a las nueve. La mansión estaba decorada al gusto de mi esposo, yo solo intervine colocándole plantas y pequeños arboles a la decoración creados por mí, porque amaba la naturaleza. Entonces, cuando entramos, podía ver claramente como Asher estaba molesto, al parecer el haber interactuado con aquel hombre lobo lo irritó un poco. Todavía lo recuerdo muy bien, no voy a negar que me estremecí cuando lo vi, su apariencia física era imponente, mi esposo parecía un chiste al lado de aquel alfa, quizás por eso Asher se enfrascó tanto para humillarlo, porque seguro él también lo sintió. La forma como ese alfa me miraba me sacudió tanto que cuando lo vi de rodillas ante Asher me sentí mal, deseaba levantarlo, no se lo merecía, pero, aunque quería no podía intervenir, ya que siempre he sido sumisa en cuanto a recibir órdenes, porque sin poder evitarlo, nunca desobedezco las órdenes de mi esposo. Y ahora, en silencio fui a mi habitación, Asher no me acompañó se quedó en la planta baja de la mansión quizás para hablar o escribirle a una de sus amantes. Yo lo que hice fue entrar al baño para darme una ducha rápida, cuando salí me coloqué la pijama y después comencé a peinarme mi cabello sin pensar en nada importante, o quizás sí… en aquel imponente alfa apestoso, pero prefería ignorar esos pensamientos, terminando de cepillar mi cabello para ir a la cama, como no tenía sueño leería un poco antes de dormir, y eso fue lo que hice. Horas más tarde, podía escuchar como Asher estaba subiendo las escaleras, rápidamente apagué la lámpara que estaba a mi lado, coloqué el libro en la mesa de noche fingiendo que dormía al acostarme de lado, escuchando como mi esposo se quitó los zapatos, y luego entró a la cama abrazándome por la cintura. Ese era otro problema… nuestra intimidad. Nunca sentía nada, aunque Asher me besara, e hiciera el amor conmigo, no me excitaba, no sabía lo que era sentir un orgasmo o placer. Pero a pesar de todo, al principio de nuestra relación yo fingía todo el tiempo, gemía y hacia todo lo que se supone se debe hacer, a pesar que el cuerpo de mi esposo nunca me causó ningún tipo de sensación. Si le confesara todos estos secretos a alguien, sin duda alguna diría que el problema de toda esta relación, soy yo. En este justo momento, Asher desea hacer el amor conmigo, juzgando por cómo me está sujetando y oliendo, es claro que desea penetrarme, ¿por qué no se iba con sus amantes y me dejaba en paz? Es lo que pasa por mi mente en este mismo instante y todas las ocasiones anteriores, pero si lo rechazo, se enojará conmigo, además hoy fue un día muy pesado donde lo irrité bastante, así que por eso debo cumplirle, en el fondo de mi ser soy una mujer sumisa, y al final siempre me limito a cumplir mi papel de esposa a pesar que mayormente nunca lo deseo. Pero a pesar de todo, hoy trataré de salirme de esta situación al instante que le digo: —Asher… ya está muy tarde, además estoy cansada —le digo mientras mi esposo comienza a besarme el cuello. Como siempre, él no me escucha colocándose encima de mí, me levanta la pijama, y poco apoco comienza a bajarme mis panties, no puedo negarme, él quiere intimidad y si lo rechazo empezaremos a discutir de manera escandalosa, y yo me sentiré como la mala de la relación… quizás yo soy la mala de la relación. —Me encanta tu aroma, Meridia… —susurra Asher cuando ya me ha quitado mis panties, y ahora se amolda para comenzar a penetrarme. En el momento que lo siento dentro de mí, emito un suspiro y comienzo a mirar hacia el techo, el rostro de Asher está escondido en mi cuello, así que por suerte no estamos cara a cara, yo solo veía la hermosa lámpara que estaba colgada en el techo, en ese instante estaba apagada, pero la luz de la luna que entraba por la ventana me la hacia ver claramente. Me muevo de arriba hacia abajo a causa de las penetraciones, en mi oído puedo escuchar los gemidos excitados de Asher quien debe usar su saliva para lubricarme como siempre, entre tanto yo no hago nada porque él estaba haciendo todo el trabajo por mí, quizás si me veían en tercera persona, dirían que parezco una muerta en vida. Nuestras sesiones de sexo eran muy aburridas, Asher quizás ya estaba acostumbrado, y me usaba como su muñeca de carne y hueso en esos momentos cuando no deseaba descargarse con su o sus amantes, no sabía cuántas tenía. Minutos después de esa faena carnal que solo mi esposo disfrutaba, pude sentir como él estaba entrando en el clímax porque se estaba moviendo mas rápido, en esta ocasión me duele un poco porque él es mas grande que yo. No está demás decir que a Asher no le gustaba verme mientras hacíamos el amor, quizás no le gustaba ver mi rostro sin excitación alguna, o el poco interés que sentía. Me gustaba de esa forma, porque así no tenía que fingir más, ya que, aquellos días cuando fingía orgasmos se acabaron. Durante todo el proceso libidinoso yo veía un punto ciego en cualquier lugar, hoy fue la lámpara mañana quizás sería la ventana. Cuando hacíamos el amor ni siquiera me movía de lugar porque sabía que el resultado sería igual. ¡Oh! Esto fue rápido, puedo sentir como ahora él eyaculó dentro de mí, sin duda solo usó mis partes íntimas para no masturbarse, porque este acto duró quizás menos de media hora. En el instante que Asher terminó, me dio un beso en la mejilla, levantándose de la cama, yo también me levanté y fui al baño a limpiarme… cuando me quité los fluidos de mi esposo, duré mas de lo necesario y cuando regresé a la cama, Asher ya estaba volteado con los ojos cerrados, arropándose con su propia cobija, posiblemente fingía que estaba dormido, no creo que se haya quedado rendido tan rápido, así está bien, no tendremos que hablar de nada… con un suspiro cansado regreso a mi lugar en la cama arropándome dándole la espalda, alejándome lo mas que puedo de él al punto que estoy casi en la punta de la cama, dormimos en la misma cama porque así Asher lo desea, pero es obvio que estamos muy separados. No se por qué, pero siento ganas de llorar, mi mentón tiembla y mi garganta me duele, sin embargo, lo que hago es suspirar cerrando mis ojos para soñar esa vida feliz que mi mente recreaba, con esa familia sin rostros, al lado de aquel esposo sin rostro que me amaba como si fuera lo más importante del mundo para él, esa vida tan feliz que en la realidad no tenía, por eso en secreto de todos, deseaba vivir en mis sueños, y nunca más despertar…
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