Episodio 1. Axel conoce su nueva realidad
Perspectiva de Axel:
Cuando la ira fue desvaneciéndose por ver a mi esposa, la madre de mis hijos en los brazos de mi hermano, y que además él la llamara “amor”, yo quedé en un estado letárgico recordando la realidad, y el por qué estoy aquí. No me moví de mi lugar viendo como Meridia, entraba tomada de la mano con Asher ese querido hermano que tuve, quien yo mismo había matado hace unos diecinueve años atrás cuando él aceptó que la oscuridad lo absorbiera. Asher tenía el mismo aspecto que recordaba, ver su rostro, escuchar su voz, sentir su aroma, sin duda alguna causó un impacto en mí. La primera reacción que sentí fue lanzarme sobre él y abrazarlo, incluso por un instante olvidé todo el pasado con tan solo ver su rostro, pero luego toda esa sensación de extraña felicidad mermó al instante que vi a Meridia.
¡Oh! Ella sin duda alguna lucía hermosa, demasiado diría yo. Estaba usando un atuendo ejecutivo que ni en mis sueños más extraños la hubiese imaginado, sin embargo, recordé que ella tampoco me reconocía, incluso ver la forma como me miró me dolió bastante, pero no mas como verla alejarse de mí. Cuando ella y mi hermano entraron a ese edificio, yo comencé a pensar: «¿Cómo podré conquistarla?, ¿Cómo me acercaré a ella?» en este instante soy un don nadie, un pordiosero el cual posiblemente lo único que tengo de valor son esos billetes que me dio Asher porque pensó que me acerqué a él a pedir limosna. Además, ¿Cómo encontraré a mis hijos? Al menos se donde está Aurelia, ella en esta utopía es una celebridad, porque en cada rincón publicitario puedo ver su rostro, pero ¿Dónde están mis gemelos Leo y Bruno, y mis mellizos Benjamín y Diego? ¿Qué estarán haciendo?, ¿Dónde viven, estarán juntos? Son tantas preguntas que al analizarlas comienzo a abrumarme.
—Cálmate, Axel… conserva la calma…
Tengo que decirme a mí mismo esas palabras porque no puedo entrar en la desesperación, sin embargo, la paciencia no está incluida en mi lista de virtudes, pero gracias a este castigo de los dioses, tendré que comenzar a escribirla con sangre en el libro de mi vida. Con un suspiro cansado, y quizás para torturarme más intencionalmente, veo la palma de mi mano observando como los minutos que marcan el tiempo que estaré en ese mundo están corriendo, eso significa que hoy es el día ciento veinte.
—¡Cronos dame un respiro! —exclamo alzando mis brazos al cielo, porque por lo visto, cada segundo que estaba ahí contaba.
Honestamente, no se como comenzaré. El Axel Wolfgang de siempre en ese instante hubiese entrado a ese enorme edificio y hubiese raptado a Meridia, hubiese abrazado a Asher, y luego le daría una golpiza si se le ocurría intervenir. Con Meridia en mis brazos, le diría parte de nuestra vida pasada, después en la intimidad la haría mía con una larga faena de sexo y quizás con eso tendría a mi elfa conmigo. Es un plan bastante simple, ortodoxo, pero sin duda alguna efectivo diría yo. Después de tener a mi esposa devuelta, comenzaría a buscar a mis hijos, iniciando con a Aurelia, y así iría con el resto de mis cachorros; en menos de dos semanas ya cumpliría mi tarea. Sin embargo, como este es un castigo, y estoy en otra realidad, tengo el leve presentimiento que no puedo actuar de esa forma, nada saldría bien, porque se supone que todo está en mi contra.
Ahora, como estoy en un entorno diferente al acostumbrado, debo usar mis instintos para saber moverme en este nuevo mundo. Actualmente soy un lobo solitario, mi manada se ha extraviado y debo encontrarla, ese es mi norte y debo enfocarme en ello, pero primero debo buscar un refugio para protegerme, comida para alimentarme, y un empleo para suplir el resto de mis necesidades básicas. Si el dios Cronos me dio cuatro meses, debo saber administrarlos bien. El dios superior no me lanzó desnudo a este mundo, me otorgó esta vestimenta para cubrirme, es por eso que sin perder tiempo busco en mis bolsillos para ver que mas cosas él me otorgó, y es ahí en medio de mi tanteo, que saco una billetera del bolsillo trasero de mi viejo pantalón de mezclilla.
La cartera era de cuero, nada especial, la abro para ver su interior, no tengo ni un centavo, eso no me sorprendió en lo absoluto, ni siquiera tengo tarjetas de crédito, nada, lo único que tengo es una identificación, en este mundo sigo llamándome Axel, pero mi apellido es “Wolf”. Ahora soy “Axel Wolf”, me causa risa, pero eso no detiene mi búsqueda de las herramientas que Cronos me dejó para poder moverme en esta realidad. En medio de la revisión exhaustiva que tenía puedo sentir que el bolsillo de mi deteriorado abrigo, tengo unas llaves, era una sola con un llavero de reloj de arena…
—Que gracioso, Cronos… —murmuro sin dejar de tantear para ver que más encontraba.
En el bolsillo delantero tengo un papel, en el cual hay una dirección que dice: “Avenida 30 A. con 50, Caelum. Edificio 305 piso 12 apartamento 152”. Lo primero que pienso, es que ese es el lugar donde viviré, así que con los billetes que Asher me dio, decido tomar un taxi rumbo a esa dirección, no sin antes voltearme para ver aquel edificio pensando que sin duda alguna regresaré ahí, por lo menos ya se dónde se encuentra Meridia.
Una hora más tarde:
Le agradezco a los dioses por el dinero que me dio mi hermano, porque logré pagar el transporte que me trajo a una zona apartada de esta ciudad extraña, estaba en un área pobre, parecía peligroso, ya que el taxista casi patea mi trasero para que me bajara rápido y él poder acelerar e irse a toda prisa, tanto que los neumáticos hicieron un chirrido cuando aceleró. Yo me bajo viendo de lado a lado diciendo:
—Toda utopía tiene su lado oscuro por lo visto —digo en un tono de voz bajo, viendo que el edificio efectivamente tenía el numero trescientos cinco.
Cuando entro, el lugar no tiene vigilancia, ni siquiera una puerta para impedir que extraños pasen. El interior parecía que no lo habían pintado en siglos, el piso estaba deteriorado y por supuesto, el elevador no funcionaba. Si, sin duda alguna este sería mi nuevo hogar, claro que sí.
—Vivo en el piso doce… —susurro yendo hacia las escaleras para comenzar a subir.
A final de mi castigo tendré piernas de maratonista, es lo que pienso mientras subo con la mayor rapidez que puedo. Luego, cuando finalmente llego al piso correspondiente, busco el apartamento ciento cincuenta y dos. De un lado a otro leo los números en las puertas, y cuando llego a la puerta indicada, saco la llave colocándola en la cerradura. Encaja y logro abrir la puerta. No puedo evitar sonreír porque al menos tendría un techo. Cuando ingreso, está bastante oscuro, el lugar parecía perfecto para hacer una película de terror. Era un apartamento sin cuartos tipo estudio, las paredes tenían un papel tapiz amarillento y rasgado, en el techo se podían ver las tuberías de los baños y demás, el piso de madera rechinaba, y las ventanas no tenían cortinas, incluso una de ellas tenía el vidrio roto, y luego mientras hacía mi escaneo visual, una rata de un tamaño considerable pasó corriendo entrando en lo que suponía que era el baño.
—Mi celda en Alcatraz era mejor que este cochinero… —digo caminando hacia el interior de mi nuevo hogar.
En el centro había un colchón tirado en el suelo, y justo al frente de este una televisión de modelo viejo. La cocina, muy precaria, con una estufa amarillenta como el refrigerador. Lo primero que hago es revisar la alacena, y lo único que encontré fueron insectos, y telarañas. En el refrigerador solo había agua y dos latas de cerveza. De inmediato agarro la lata abriéndola diciendo en voz alta.
—¿Qué comerá esa rata? En este lugar no hay comida —digo mientras veo que en el mesón de la cocina había varios papeles, todos de facturas vencidas. Debía la luz, el agua, el gas, y estaba en periodo de ultimátum con la renta.
Primera vez que veía algo así desde que tengo uso de razón, yo no sabía lo que era vivir de esta forma: usando ropa desgastada, no tener comida en el refrigerador, las alacenas vacías, estar en rojo con los servicios básicos, y tener que pagar renta. La sensación era extraña, aparte no tenía un centavo para suplir ninguna de esas necesidades, en pocas palabras: “Axel Wolf” era producto de un mal sueño. Una vez más la preocupación comenzó a entrar dentro de mi mientras veía los minutos corriendo en la palma de mi mano.
—No dejaré que la preocupación me absorba —me digo a mí mismo mientras respiraba profundo pensando que el primer paso era buscar un empleo.
No tuve que pensarlo demasiado: el lugar donde buscaría empleo sería en: “Wolfgang Corporation”, haría lo que fuera, pero conseguiría un trabajo ahí porque literalmente, mi vida dependía de ello. Sintiéndome algo humillado, conté los billetes que me dio mi hermano, eran en total diez mil Lycans, me había gastado tres mil para llegar hasta aquí, en esta ocasión tomaría el transporte público porque no tenía idea hasta cuando debía estirar esta limosna. Así pues, cogí las llaves de esa cueva deprimente donde viviría y sin mas me regresé al mismo lugar donde vi al amor de mi existencia: Meridia Larios.
2 horas más tarde:
Cuando me bajé del transporte público, me sentía miserable, y eso que apenas tenía exactamente: cuatro horas y quince minutos en ese mundo… no lo podía evitar, pero a cada instante veía la palma de mi mano contando los minutos, era evidente que eso iba a ser un problema a futuro que debía controlar, porque de lo contrario me iba a volver loco y en el peor de los casos, regresar a mis antiguos hábitos de la bebida para intentar relajarme. Si… antes de conocer a Meridia bebía mas de lo que se pudiera considerar saludable, por lo tanto, para no regresar a mis antiguos vicios del pasado, tenía que buscar una manera de no ver tanto el reloj de mi mano, pero eso era casi imposible, porque con tan solo unas horas ya podía sentir que mi vida ahí sería un infierno que ni siquiera había iniciado. Entonces, cuando regreso al enorme, lujoso y moderno edificio, lo primero que hago es ir con la recepcionista que me mira de pies a cabeza diciéndome con sus ojos: “tu no perteneces aquí”, me causó gracia y voy directo al grano para no perder tiempo diciéndole:
—Necesito un empleo —digo, y es ahí cuando comprendo que era la primera vez que estaba buscando trabajo, por eso mejoro la formulación de mi pregunta agregando: —¿Están contratando personal?
La recepcionista sin dejar de observarme me dice:
—Supongo que vienes a buscar empleo en el área de limpieza o bodegas.
Yo parpadeo tres veces, y tragándome mi orgullo respondo con amabilidad:
—Si… busco empleo en esas áreas, señorita… —respondo con una sonrisa algo forzada.
—¿Traes tu hoja de vida?
—¿Hoja de vida? Mierda… cierto, necesito una hoja de vida…—chasqueo mi lengua recordando que eso era necesario para buscar empleo —No, lastimosamente no la traigo, pero puedo hacer lo que sea, por la paga que sea… yo me las arreglaré
Realmente no podía pedir “la paga que fuera”, porque necesitaba para vivir setecientos mil Lycans al mes. Eso era lo mínimo porque al sacar una cuenta rápida luego de ver las deudas que Cronos me dio, requería ese salario para estar al día con los servicios básicos incluyendo comida, siendo eso lo imprescindible, sin poner gastos extras. Cuando la recepcionista me escuchó lo que hizo fue echarse a reír, no sabía si se estaba burlando de mí, o quizás lucía demasiado lamentable, no lo sabía con certeza.
—No pagamos “lo que sea”, pero ya con ver su aspecto me doy cuenta que está algo desesperado. Está de suerte, porque estamos buscando personal en el área de bodegas y aseo.
Al oír eso, sonrío ampliamente viendo como la recepcionista que, por cierto, era una elfa, coge el teléfono para hacer una llamada.
—Hola, señor secretario disculpe que lo interrumpa, pero tengo en recepción a un lobo alfa que desea buscar empleo para la sección de bodegas y aseo… si, es grande, se ve fuerte… si, dijo que tiene disponibilidad inmediata, como es de bodegas no necesita demasiado entrenamiento ni nada, ajá, ajá… está bien… gracias señor secretario, ya le diré.
La recepcionista cuelga la llamada mirándome, y sin más dice:
—Hoy es su día de suerte señor… ¿Cuál es su nombre?
—Axel Wolfgang… quiero decir, Axel Wolf, señorita.
—Bien, Axel Wolf esta de suerte. ¿Puede comenzar ahora mismo?, hay un desastre en el área de bodegas porque solamente tenemos un trabajador en esa área, sería bueno que él recibiera algo de ayuda mientras le explica lo que debe hacer.
» El secretario me dijo que debo explicarle lo básico: aquí pagamos por horas, entre más horas dure más ganará, son cinco mil Lycans la hora, los trabajadores como usted no poseen un contrato, ¿me hago entender? A usted se le pagará al final de la jornada las horas que estuvo laborando, solo puede venir de lunes a sábado, los domingos son libres.
—Comprendo —Es lo único que le digo, viendo como la recepcionista llamaba a alguien mas para que me llevara a mi área de trabajo.
¡Vaya, esto fue rápido!, no sabía si así funcionaban las cosas en esta utopía, o quizás necesitaban con urgencia a un esclavo para explotarlo, porque todo el asunto fue muy rápido. No pasó mucho tiempo cuando un lobo beta vino a buscarme, él también me explicó lo que debía hacer mientras caminábamos. Cuando llegamos al lugar correspondiente, lo primero que vi fue que era un área extensa, sofocante, llena de una cantidad interminable de cajas de quien sabe qué, y luego cuando observé al único trabajador con quien estaría, abrí mis ojos a mas no poder, porque él dejó de hacer lo que estaba haciendo para asomarse mientras el licántropo que me trajo dijo:
—Ustedes dos trabajaran aquí: él se llama Diego, comenzó hace un mes ha batido récord. Aunque lo más probable es que renunciará dentro de poco y quedarás tu. Te voy a ser sincero: en este trabajo nadie dura, por eso te contrataron tan rápido, pero tú eres un alfa enorme, seguro lo soportarás, buena suerte. Cuando termine el día, le dices a Diego que te lleve con el secretario, te pagará tu salario.
Honestamente no escuché demasiado a ese beta que me estaba hablando, solo oía un: “bla, bla, Diego, bla, bla, te pagarán tu salario, bla, bla. Porque lo único que veía era a mi hijo acercarse, yo lo primero que hice fue caminar hacia él y sin importarme nada lo abracé con fuerza sintiendo que tenía siglos sin verlo, me emocioné tanto por ver a mi cachorro que olvidé por completo que él no sabía quien era, y por eso dijo:
—Wow… que intenso…—dijo Diego mientras se apartaba de mi —no creo conocerte para que me abraces de esa forma. ¿Cómo te llamas?, puedo ver que eres un alfa como yo, aunque yo soy mestizo, mi nombre es Diego… te diría mi apellido, pero no tengo, es una larga historia.
—Me llamo Axel, mucho gusto… Diego —me presento sintiendo un nudo en mi garganta.
No puedo evitar fruncir mis labios mientras me paso una mano por mis ojos fingiendo que me los rascaba, pero realmente estaba limpiando un par de lágrimas que se escaparon, porque me dolía escucharlo decir “no tengo apellido”, claro que sí, eres un Wolfgang, uno de mis cachorros, estabas a punto de casarte, y eres padre de un hermoso bebé al que llamaste Aiden. Tragué profundo recordando que nada de eso existía en ese mundo y me apresuré a decir:
—¿No tienes padres, o hermanos?
—No, nada de eso, ni siquiera tengo novia, vivo solo con mi gato. Tengo suerte porque conseguí este empleo, ellos piensan que me iré, pero no lo haré, me alegra que trajeron ayuda... —explica mientras comienza a caminar y yo lo sigo viendo como él me señalaba todo.
—Eso es lo bueno de ser alfas, siempre tenemos los trabajos que los elfos, omegas o betas no pueden hacer, así que nunca verás a un alfa desempleado, siempre estará haciendo el trabajo sucio por algún lugar, por cierto… disculpa que hable tanto, pero me siento a gusto a tu lado, es como si te conociera de toda la vida, Axel —admite Diego y yo lo único que pienso es:
«Claro… me conoces de toda la vida, pero no de esta, hijo mío…» pienso con cierta tristeza, porque al ver a Diego me di cuenta que esto sería emocionalmente más difícil de lo que pensé…