Episodio 4. Un primer día turbulento

2408 Words
Durante todo el camino la tormenta no cesó, por el contrario, parecía intensificarse con cada minuto que pasaba. Desde la ventana del autobús Axel se daba cuenta que no se veía absolutamente nada desde afuera a causa de la tormenta, luego cuando finalmente llegó con su hijo a la zona apartada donde vivían, se bajaron del autobús y comenzaron a caminar sin mucha prisa. —¿Crees que esté abierto ese lugar donde comeremos? Si dices que es un puesto de comida rápida, dudo mucho que siga abierto con esta lluvia tan fuerte —asume Axel lo que él encontraba más lógico. Diego al instante piensa lo mismo, y con un suspiro cansado dice: —Si, yo creo que debe estar cerrado, lo siento Axel… sería en vano que fuéramos hasta allá. —¿En que parte de este barrio vives exactamente? —pregunta Axel con curiosidad. —Yo vivo en el desguazadero que está al final del barrio. —¿En dónde? —cuestiona el pelilargo porque pensó que había oído mal. —En el desguazadero de autos, vivo en un remolque rentado. Fue lo mas barato que pude encontrar, también es una larga historia… —responde Diego con una expresión de vergüenza en su rostro. Axel queda atónito, tanto que se mantiene en silencio por un instante para procesar la información que su hijo, Diego, que se había criado en cuna de oro en la montaña Wolfgang, en esta realidad vivía diez o quizás veinte veces peor que él. Lo único que pasó por la mente del alfa, fue en donde estarían viviendo sus otros hijos, porque con cada minuto que transcurría se preocupaba mas por el bienestar de todos, incluyendo Aurelia porque el ser una estrella famosa, no quitaba el hecho que la preocupación por su hija disminuyera. Y justo en ese instante, mientras él está entretenido escuchando a su hijo, una manada de seis licántropos, se divide en grupos de tres para ir sobre Axel, y otros tres le caen encima a Diego, sujetándolos por detrás con toda la intensión de asaltarlos violentamente. Debido a la lluvia ninguno de los dos logró escuchar ni oír a sus atacantes. Pero a pesar de eso, no quita el hecho que Axel y su hijo actuaran con rapidez frente a la situación: el padre se quita de encima de inmediato a esos dos que tenía por detrás, golpeándolos para que no se acercaran, aprovechando para desquitarse un poco con ellos, mientras Diego también hace lo mismo, pero luego uno de los maleantes saca un arma disparando dos veces al cielo. Con ese disparo, bastó para que Axel y Diego se detuvieran, mientras uno de ellos rodea su brazo alrededor del cuello del hijo del pelilargo apuntándole con la pistola en la sien, mientras otro de esa banda delictiva imita a su compañero sujetando a Axel para apuntarle al lado de su cabeza. —Esta arma está cargada con balas de plata élfica. Al primer movimiento los sesos de tu hijo estarán regados en el suelo. Ya dejen de resistirse y entréguenos todo lo que tengan de valor ¡Ahora mismo! —exclama el ladrón que tenía sujetado con fuerza a Diego por su cuello, hablándole directamente a Axel. —¡Llévense todo, revisen mis bolsillos, ahí tengo dinero! —exclama Axel solamente porque no deseaba que ese licántropo le disparara a su hijo. Él sabía que nada le iba a ocurrir a él porque estaba en medio de su castigo, pero no se confiaba del destino de Diego, es por eso que él se rindió completamente viendo como esos ladrones se llevaban todo lo poco que tenía, incluyendo también el dinero de su hijo, luego cuando se robaron lo que vieron de valor, que solo era el dinero, les dieron a ambos un golpe en la cabeza con el mango del revolver con tanta fuerza que logró hacerlos sangrar. A Axel no le importó y lo que hizo fue acercarse a Diego para verificar como estaba. —¿¡Diego, estás bien!? ¿La herida es profunda? —cuestiona Axel chequeando la herida, viendo que solo tenía una cortada en el golpe, nada para alarmarse. —Tengo una cabeza dura, estoy bien… déjame ver tu herida —pide Diego extendiendo su mano al rostro de Axel. —No es nada, solo es un rasguño —admite Axel al instante que Diego lo sana con sus poderes curativos. El padre al ver eso, frunce sus labios pensando que hasta en esa realidad su hijo continuaba siendo amable. —Yo estaré bien mañana. Nos confiamos… es peligroso estar caminando a esta hora bajo la lluvia. Las manadas delictivas aprovechan para atacar… me iré a casa, ten cuidado, Axel… —dice Diego pensando que no deseaba apartarse de ese alfa, pero asumía que debía hacerlo. —Espera, no vayas a ese remolque. Se que sonará extraño, pero quiero que vengas a mi apartamento, no es una mansión, pero… creo que es mejor, bueno, honestamente no es mejor… en fin ven conmigo —ordena Axel pensando que hoy mismo le diría la verdad a su hijo, no le importaba si eso le traería consecuencias. —Está bien, iré contigo —acepta Diego sin pensarlo dos veces, porque él sentía que no debía apartarse de él. Axel sonrió al escuchar la respuesta sin titubeos de su hijo, y lo que hizo fue ponerle una mano en su hombro, y sin esperar mas se fueron a toda prisa a la zona de edificios donde él vivía. Los dos llegaron corriendo en un lapsus de ocho minutos, subieron las interminables escaleras, y en el instante que llegaron al piso correspondiente, lo que vio el pelilargo lo dejó con los ojos de par en par. Las pocas cosas que tenía aquel apartamento estaban en el pasillo, mientras en la puerta tenía una cerradura nueva, significaba que la habían cambiado. Sumándole todo eso, había una cinta amarilla en la puerta como si fuese una escena del crimen, y un papel con enormes letras rojas que decía: “Usted ha sido desalojado por no cumplir con la renta durante tres meses, para mas información llame a este número…” Cuando Axel vio eso, que le habían quitado el techo donde ni siquiera había estado ni dos horas, que lo habían golpeado, asaltado, humillado, y todo en menos de un día, el alfa no pudo soportarlo más, sintiendo como estuvo a punto de gritar por la desesperación, pero Diego que estaba a su lado le tocó el hombro diciéndole: —No importa, vamos a mi remolque. Yo si estoy al día, tenemos un mes para encontrar empleo. No todo está perdido —dice Diego para intentar calmarlo. El padre se voltea para ver a su hijo, y la desesperación que siente merma tan solo un poco, pero esta vuelve con furia cuando ve que esa cortada que tenía Diego en su frente, a causa del golpe con el mango del arma de fuego, estaba sangrando bastante. —Estás sangrando…—murmura Axel con un tono de voz cansado. —¡Oh!, ya parará no es para alarmarse… —dice el muchacho llevándose una de sus manos hacia la herida para cubrírsela. » Vámonos ya, mira el lado positivo —exclama Diego, mostrándole a Axel el paisaje que se veía desde la ventana que se encontraba al final del pasillo —ya dejó de llover, así si viene otra manada de ladrones podremos actuar con rapidez. —Diego… —murmura Axel comprendiendo porque el dios Cronos lo puso en su camino, para que fuera el primero de sus hijos por encontrar. Cada uno de sus cachorros tenía una personalidad distintiva, y por lo visto en esa realidad continuaban conservándola, la cual le ayudaría para las distintas situaciones que tendría que enfrentar, por ejemplo: Diego no era ese muchacho calmado que se mostraba ante él en ese instante, por el contrario, al igual que su mellizo Benjamín, los dos eran un tanto dramáticos, y se preocupaban con exaltación cuando las situaciones se salían de sus manos. Sin embargo, algo que caracterizaba a su cachorro, era que él siempre trataba de hacer sentir bien, reconfortando a las personas que quería a pesar de sus propios temores, y en esa situación no era la excepción. Cuando el padre logró conservar algo de templanza, bajó su atención hacia las manos de Diego, las dos estaban temblando, no era a causa del frío, era porque el muchacho estaba nervioso, aparte de que en sus ojos claros, se podía ver que también la preocupación lo estaba carcomiendo por dentro, pero a pesar de eso fingía que estaba bien, porque asumía que aquel hombre lobo que tenía frente a él estaba en una situación peor que la suya. Al entender todo eso, Axel chasqueó su lengua concibiendo que en ese instante Diego le servía para que él guardara la calma, porque a pesar de todo lo terrible que estaba siendo su primer día en esa realidad que fue creada en base a sus peores pesadillas, su hijo estaba ahí con él, buscando una solución sencilla al problema, y tratando de apaciguar el temor y frustración que él sin duda alguna también sentía. —No te preocupes, estaremos bien. Mira, tu herida dejó de botar sangre… yo me encargaré de todo —Cuando Axel supo que dijo esa frase: yo me encargaré de todo, recordó que, por esa misma actitud era que estaba en esa situación. » Saldremos de esta juntos, ¿bien? Vamos a tu remolque, como tu mismo dijiste, al menos estás al día y tendremos un mes para encontrar trabajo. Ven aquí, cachorro, no tiembles. Aunque eres un barbudo grandulón siempre has sido un chico dócil que le cuesta sacar sus garras —dice Axel acercándose para abrazar a su hijo, dándole un fuerte abrazo para que dejara de sentirse mal. De inmediato Diego aceptó el abrazo correspondiéndolo de inmediato diciendo: —¿Por qué hablas como si me conocieras de toda la vida? Es tan extraño y reconfortante al mismo tiempo —murmura Diego en los brazos de Axel. —Esa es una larga historia que te contaré pronto… vámonos ya. Treinta minutos después Cuando llegaron al desguazadero de autos, Axel quedó boquiabierto, el lugar era deprimente, parecía una ciudad post apocalíptica, llena de chatarra vieja y oxidada por todos lados, lo único que no se veía tan “mal” era el remolque donde vivía Diego. Los dos subieron los escalones que llevaban a la entrada, y cuando ingresaron, el pelilargo parpadeó dos veces, sintiendo tantas emociones juntas que no supo cual exteriorizar primero: —Está algo sucio… nunca tengo visitas —admite Diego quitando varias cosas que estaban regadas por ahí, incluyendo ropa interior y latas de refresco. —Descuida… que tiempo te va estar dando de limpiar si debes llegar molido de aquel trabajo en Wolfgang Corp. Me alegro que hayas renunciado, buscaremos un lugar mejor —murmura Axel pensando que debía regresar ahí para buscar a Meridia, pero ya luego algo se le ocurriría. —Si, eso espero, ¿quieres pasta instantánea? tengo de sobra. —Si… por favor —responde Axel pensando que él odiaba la pasta instantánea, pero en ese nuevo mundo no podía ser exquisito. De esa forma, Diego hizo la cena, y mientras comían, Axel aprovechó para hacerle varias preguntas a su hijo, quería ver como fue esa vida que tenía en esa realidad, y como terminó en ese remolque tan deprimente. —Cuéntame, Diego… ¿Cómo terminaste en este lugar? Me dijiste que no tenías padres, ¿Dónde viviste cuando eras niño? —investiga Axel con seriedad, sorprendiéndose a si mismo porque había dejado el envase de pasta instantánea limpio, a causa del hambre que tenía. —Desde que tengo uso de razón viví en un orfanato, nunca me adoptaron, es difícil para que un niño alfa sea adoptado en esta sociedad, pero yo soy mestizo, sin embargo, decían que me veo “muy alfa”. Las parejas que buscan niños huérfanos alegan que los alfas son difíciles de controlar, ellos desean hijos manejables ¿comprendes? —explica Diego mientras bebe un sorbo de refresco. —Si comprendo… —A los dieciocho me echaron del orfanato, junto con varios mas que no los adoptaron, pues… busqué empleo de cualquier cosa, meses después encontré este remolque a buen precio y vivo aquí desde entonces. Luego de oír esa historia, Axel se torna pensativo. «Es cierto, Cronos me dijo que todos mis hijos son huérfanos en esta realidad… aunque en el caso de Leo y Bruno… ellos son alfas de cabello blanco ¿Cómo los tratarán en esta sociedad? ¿a dónde estarán?» —Diego… sé que esta pregunta sonará extraña, pero ¿en el orfanato donde estabas había muchachos mestizos como tú, alfas de cabello blanco? Diego se torna pensativo. —¿Mestizos alfas de cabello blanco? De hecho, si… en el orfanato había un muchacho de cabello blanco, era alfa porque era alto y todo lo demás, pero él se fue mucho antes que yo —responde Diego recordando mientras Axel abre sus ojos por la sorpresa. —¿Solo uno? ¿No eran dos… gemelos idénticos? —pregunta Axel acercándose mas a Diego, quien niega con la cabeza. —Que yo recuerde, en el orfanato solo había un muchacho de cabello blanco, no tenía ningún gemelo. «También los separaron…» piensa Axel sintiéndose ansioso al instante. —¿Recuerdas su nombre, no lo sabes? —Creo que su nombre comenzaba por la letra B, o algo así… no lo recuerdo, Axel. Yo no era su amigo, el chico era algo violento, por eso nadie lo adoptó ¿Por qué me preguntas todo eso? ¿a quién buscas? «¡Es Bruno! Él todo este tiempo estuvo cerca de uno de sus hermanos, pero no lo sabía» piensa Axel llevándose las manos a su cabello, porque el segundo hijo que debía encontrar sería Bruno. «Diego me llevo a Bruno, lo mas seguro es que Bruno me lleve a Leo… Benjamín me llevará a Aurelia, quizás así sea el orden, o quizás no… no estoy seguro» Con esos pensamientos en mente Axel lo único que desea es encontrar a sus hijos y recuperar a Meridia lo más pronto posible, pero él sabía que apenas había transcurrido un día, al amanecer le quedarían ciento diecinueve días los cuales posiblemente serían igual o peor que este.
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