—Y pues… básicamente… Eso —dije, finalizando con un profundo suspiro mi monólogo.
Jerome asentía lentamente con la mirada fija en mi rostro, pero la mente perdida en algún otro lugar.
Nos encontrábamos en una pequeña cafetería cerca del río; luego de haberle dicho que necesitaba hablar con él, aceptó ir a tomar un café conmigo y ahí seguíamos, luego de unos minutos de vergüenza y de verme forzada a exponer mi locura y desesperación a un extraño, con la esperanza de que me ayudara, aunque temiendo que no lo hiciera.
—Okay, entonces… Recapitulemos, solo para ver si entendí. —Se incorporó en su silla y se aclaró la garganta antes de hablar—. Estás aquí, pidiéndole a un completo extraño que se haga pasar por tu novio, para que tu familia, la que te odia y no confía en ti, no descubra que me
