bc

El ocaso del millonario

book_age18+
4.1K
FOLLOW
43.0K
READ
BE
one-night stand
forced
playboy
arrogant
heir/heiress
bxg
kicking
office/work place
affair
seductive
like
intro-logo
Blurb

Damien Lefevbre era un hombre frío y sin escrúpulos, era el hijo más joven de una adinerada e importante familia, productores de los mejores vinos de Francia; guapo como el infierno y un promiscuo desenfrenado, pero la ambición siempre fue su rasgo más característico.

Es por esto que decide casarse con Nadine Moreau, heredera de otra importante familia, una mujer digna de la vida que tiene planeada para él... y es esto lo que termina definiendo su destino.Deseoso de hacerse con el control de la empresa familiar, por encima de su hermano, “el favorito de papá", Damien estará dispuesto a lo que sea con tal de superar a su hermano y sacarlo del camino, es por eso que cuando el destino parece hacerse cargo de Emmett, el sol empieza a brillar para él y sus ambiciosos planes.Pero no contaba conocer a Angela, una dulce e inocente chica a la que utilizará de forma perversa sin darse cuenta que se está colando por sus grietas... Invadiendo su corazón, de dónde jamás podrá sacarla.¿Puede el amor cambiar un alma tan perversa?

chap-preview
Free preview
|Prefacio|
Rue de Patay, Distrito XIII. París, Francia. . •°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°• Toqué el timbre y resoplé con cansancio mientras esperaba, no entendía por qué Angela me había obligado a ir hasta allá en lugar de vernos en el departamento, había rentado aquel lugar justamente para poder estar juntos sin tener que ir a ese mugroso barrio. Todo mi mal humor se esfumó cuando la puerta se abrió y vi el rostro hinchado y enrojecido de la mujer que esperaba por mí. —¿Que ha pasado? ¿Por qué lloras? —Crucé el umbral de la puerta y tomé su rostro entre mis manos, obligándola a mirarme... examinándola con atención—. Maldita sea, Ángela... ¡Habla! Pensé en el imbécil de su jefe, y todo lo que me decía sobre sus malos tratos... La sangre me empezó a hervir, tan seguro estaba de que lo mataría, que empecé a meditar si le pagaría a alguien o lo haría yo mismo, el llanto de Angie sacaba los instintos más violentos en mí. Ella siguió llorando y se zafó de mis manos para apoyar su frente en mi pecho y seguir llorando. —Dime-qué-pasa. —Me costaba hablar, detestaba tener que repetirle las cosas, que no me obedeciera a la primera era de las pocas cosas por más que solíamos discutir. Ella murmuró contra mí, fue un sonoro ahogado, casi inaudible, pero pude detectar una palabra, y eso fue suficiente para helarme por dentro. —¿Qué? Angie se separó de mí y me miró con sus inocentes ojos vidriosos y aterrados. —Estoy embarazada, Damien —dijo en voz alta esta vez. Mil cosas se me vinieron a la mente, Nadine y mi madre fueron las dos más caóticas, pero el pensamiento poderoso de todo fue uno que, me avergonzaba y me dolía al mismo tiempo... ¿Qué le había hecho? Angie estaba siendo un daño colateral en toda aquella mierda en la que estaba embarrada mi vida, al inicio no me importó, pero cuando empezó a hacerlo... Traté de minimizarlo, de expiar un poco mi pecado, le había dado un apartamento, había pagado sus deudas, estaba asegurándome de que tuviera una vida cómoda, pero... ¿Cómo podía dejarla con un bebé a cuestas? —No puede ser cierto. —Lo es, me he hecho el ultrasonido hoy, fui con la esperanza de que no, que solo fueran más de mis problemas uterinos pero ya llevo ocho semanas. —Estabas tomando la píldora. —La píldora también falla, eso nos lo dicen en clase de... —¡Me interesa una maldita mierda lo que dijeran en la secundaria! ¡No necesito esta mierda justo ahora! Si rostro se crispó y asustada dió un par de pasos atrás, rompiendo en llanto. Resoplé y me pasé una mano por la cara, alzando ambas manos para indicarle que estaba calmado. —Lo siento... Pero, Ángela, esto es lo último que necesito justo ahora. Desde que Emmett regresó he estado muy estresado, el infeliz no ha dejado de vigilarme ni un segundo, amenazando con su maldita auditoría y... Nadine, si se llega a enterar... Hará un escándalo. —¡¿Y crees que yo sí necesitaba esto?! ¿Ah? —gritó, llorando nuevamente—. Embarazada a los veintiuno de un hombre casado, sin terminar la carrera, con un trabajo del que me echarán más temprano que tarde... Sin... Sin futuro, ¿crees que yo quería esto? Bajé la cabeza y suspiré una vez, justo a eso refería, un bebé hacia que Angela dejara de ser un daño colateral y se convirtieran en una puta catástrofe. —Todos me señalarán, todos hablarán a mi espalda y se burlaran de mí, ellos... —caminó hasta el sofá y se dejó caer abatida antes de continuar—. Dios... Mi padre querrá azotarme en la plaza, me obligará a abortar. Su chillido atravesó mi pecho como una daga, mientras sus palabras me llenaban de una emoción aterradora que nunca antes había experimentado, un torbellino de rugidos y maldiciones nublaron mi mente, pero hubo una cosa que se hizo por encima de todo lo demás... un “No” tan potente que brotó de mi mente, a través de mis cuerdas vocales sin que yo pudiera evitarlo. —¿Qué? —preguntó Angie confundida. —No vas a abortar. —¿Y qué quieres que haga? Mi padre no me dejará quedarme aquí cuando se entere. —Tienes un departamento, te dije que era tuyo. —Claro... Y me quedo como la querida del Lefevbre, una madre soltera mantenida por el playboy millonario de Francia, seré toda una maldita celebridad, qué favor que me haces. — Torcí el gesto, detestaba que me hablara con insolencia, me hacía querer azotarle el culo tan fuerte que no pudiera sentarse en días, pero como siempre que ocurría... mi enfado con ella pasaba rápido y era sustituido por algún pensamiento conciliatorio. —No tienes que ser soltera —murmuré, sorprendiéndome yo mismo ante la idea que cruzaba mi cabeza. —¿Qué vas a hacer, Damien? ¿Me conseguirás un marido que crie a tu hijo?... Sé que crees que el dinero lo resuelve todo, pero algo así es demasiado, incluso para alguien sin escrúpulos como tú. —Me divorciaré —respondí de inmediato, ignorando sus ofensas y el enojo que me causaban, pero poco podía hacer ante su risa. —Ay, por favor, Damien... Yo juegues conmigo, acepté ser tu amante y decidí creerme tu juego de que no la amas y toda esa basura porque te quiero, y si era lo único que podía obtener de ti, lo aceptaba... Es algo patético y no me siento orgullosa, pero lo acepté porque era conciente de que no habría nada más para mí aquí, pero no me vengas justo ahora con toda esa basura de que dejarás a tu mujer por mí. Me acerqué más, debajo de su fachada cínica podía notar lo herida que estaba. Me incliné en el suelo para quedar a su altura, jamás hacía eso, odiaba arrodillarme, pero con ella lo sentí necesario. —No es ninguna basura... Puedo divorciarme, sabes que no la amo, yo... Te amo a ti —Ella sacudió su cabeza y quiso apartar la mirada, pero la atrapé antes de que pudiera—. Lo hago, a mi bizarra y podrida manera... lo hago, y no te dejaré sola en esto, Ángela. —¿Y qué vas a hacer, Damien? ¿La sacarás de la mansión y me llevarás a mí? ¿Cuánto crees que tarde tu madre en matarme? Quizás incluso te mate a ti también, seguro que te prefiere muerto antes que con una mujer como yo. —Nos iremos entonces —le aseguré, cada vez más en shock por todas las cosas que se me venían... estaba dispuesto a mandarlo todo a la mierda—. Nos iremos a California, tengo algunos negocios allá, tenemos el apartamento en San Diego... Y tengo dinero suficiente sin depender de mi familia. —¿Hablas en serio? —sollozó ella, ahora mirándome con ilusión, mi pecho rugió, no entendía cómo podía afectarme tanto, pero sus ojos fueron mi debilidad desde el comienzo... Siempre sería así. —Te lo juro —dije con seguridad, sabiendo muy dentro de mí, que alejarme de toda la mierda de mi familia era lo que siempre había querido. Angie me abrazó y se tranquilizó en mis brazos, no pude quedarme mucho más, pero no dejé el apartamento hasta que estuve seguro de que todo estaba bien. Unas hora más tarde, entraba a mi propio departamento, sintiendo que una aplanadora me había pasado por encima, había sido un día jodidamente rudo, pero cuando escuché el ruido del secador en la habitación, supe que estaba por ponerse peor. Con sorpresa pero cierta resignación fue hasta la habitación y me encontré a Nadine. En tacones, con una falda blanca tallada a la cintura y solo un brasier de encaje vinotinto cubriendo sus perfectas tetas de alabastro, mi esposa se arreglaba el cabello frente al espejo. —¿Qué haces aquí? —le pregunté mientras me quitaba el saco y lo lanzaba a la silla. La jodida mujer era sigilosa como un leopardo acechando, no me decía una mierda de a dónde iría en su día... Poco era lo que me importaba, pero más veces de las que me gustaría terminaba apareciendo dónde yo estaba. —He quedado con mis padres para esta noche, date una ducha y arréglate. —Estoy cansado, Nadine, ve tú sola, no quiero sentarme por horas en una mesa para que tu padre empiece a cuestionarme otra vez sobre las acciones de Lefev's —recosté en la cama mientras la observaba. Había empezado a detestarla con los años, pero la silueta de Nadine Moreau era una cosa digna de admirarse siempre. —Irás, es una noche importante, así que calla y date una ducha. —¿Y qué celebramos? ¿Tu padre ganó una de las audiencias contra Hacienda? —Nadine me fulminó con la mirada desde el espejo. —No, puto imbécil, celebramos que tu mujer está embarazada. Cuando oí aquello, me levanté y me senté de un salto. —¿Estás embarazada? —Así es... ¿Te imaginas cómo se pondrá Gioconda? —expresó con sarcasmo, burlándose de mi madre y su tediosa insistencia para que tuviéramos un hijo. El estómago se me removió y un maldito balde de agua fría cayó sobre mí, estaba arruinado, recién le había prometido a Angie que me iría con ella, y ahora Nadine traía está noticia... amarrándome, sabía que no podría dejarla... los Moreau arremeterían sin piedad si lo hacía, realmente ya no iba a tener escapatoria, mi promesa a Angie se estaba esfumando frente a mí, dejándome nada más que la visión de una tormentosa eternidad con mi esposa. —¿Al menos es mío? —pregunté con amargura. Ella se dió la vuelta y se acercó, tomó su blusa de seda n3gra sin dejar de mirarme y mientras se la abotonaba, me dedicó una sonrisa torcida. —Digamos que Sesenta-cuarenta. —Palmeó mi rostro y aún con actitud burlona se alejó hacia el vestidor por sus zapatos—. Dúchate y arréglate, Damien, la cena es a las ocho. Tensé la mandíbula con furia, maldiciendo el día en que creí que casarme con aquella jodida mujer iba a ser la llave de mi éxito... ¿Qué carajos haría ahora?

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Navidad con mi ex

read
10.7K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
65.2K
bc

Bajo acuerdo

read
29.9K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
194.1K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
92.6K
bc

Tras Mi Divorcio

read
539.1K
bc

Yo, no soy él

read
91.5K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook