Me detuve frente a la puerta del despacho y respiré profundo antes de girar el pomo y entrar, seguida por Roux, por lo visto no sería una reunión privada. En el interior, el tío Emmett estaba de pie frente a la ventana que daba hacia el jardín trasero, se giró al verme y su expresión me dijo que no estaba contento. —¿Estás bien? —preguntó acercándose a mí, deteniéndose apenas a unos pasos. —Sí, tío; estoy bien. —¿Me puedes explicar qué fue lo que pasó en tu apartamento y por qué no nos llamaste? —Abrí la boca, un tanto sorprendida del tono autoritario con el que me estaba hablando. —¿Cómo... Cómo lo sabes? —El apellido Lefevbre no aparece en un informe policial sin que yo me entere, Colette. ¿Cómo es que se meten a tu apartamento y no dices nada? —Bueno, yo... —Me aclaré la garganta