—¿El diario de tu padre? ¿Por qué alguien querría robarse eso? —preguntó Jerome con gesto extrañado. —No lo sé, pero antes de salir estaba en la cajonera y ahora no está, y es lo único que falta. —¿Estás completamente segura? —Lo estoy, esto es... —Me senté a la orilla de la cama y resoplé—. Está todo mal, ¿por qué llevarse solo eso? —¿Y tu padre era científico o algo? —¿Qué? ¿De qué hablas? Claro que no. —Bueno, es que tendría más sentido, los diarios de los científicos siempre corren peligro, por sus investigaciones, sus avances, eso... la competencia en feroz, pero... ¿Un tipo normal? ¿Qué podría tener en su diario que resultara tan importante? —Me miró expectante, alzando una ceja, como esperando mi respuesta. —Yo no sé si tiene algo importante —dije a la defensiva—. Eran solo