Terminé de arreglar mi ropa bajo la mirada atenta de Irina, en mi cabeza meditaba todas mis opciones, pero solo cuando estuve completamente vestido me dispuse a hablar.
—Irina… No imaginé que fueses a estar aquí.
Di un par de pasos hacia ella, quería sacarla de la bodega, podía oír la risa baja de Nadine a mi espalda, y no quería que por su estupidez de querer mostrarse como ganadora terminara jodiendo todo lo que tenía en mente, pero Irina de inmediato alzó una mano con violencia para que no me acercara más.
—No, claro que no. Porque muy inteligentemente me citaste en el restaurante más alejado de este punto —Me lanzó con furia.
Torcí el gesto, y replanteé mis opciones. Ella creía que la había dejado plantada a propósito, y aunque no fue así ¿qué sentido tenía darle explicaciones? A mí no me importaba obtener su perdón, y al final… a ella de nada le servirían mis explicaciones.
—Diablos, cierto… Lamento dejarte plantada.
Tan pronto como hablé su rostro enrojeció de furia y sus ojos se tornaron casi n3gros se clavaron en mí como dagas; eso no se sintió tan bien, era incomodo verle mirarme con odio luego que toda su vida no había hecho nada más que adorarme, maldije una vez más a mamá… de haberme dejado hacer las cosas como yo quería, la chica al menos no hubiese sufrido tanto, después de todo ella no era culpable de nada.
—¿Lamentas dejarme plantada? ¡¿Te encuentro teniendo sexo con otra mujer y lo único que vas a decirme es “lamento dejarte plantada”?! —exclamó furiosa, dejando que su voz se quebrara… haciéndome sentir un poco de pena por ella.
«Puta madre ambiciosa, puto Emmett, y jodida Nadine con su maldito cuerpo de infarto», los maldije a todos mientras el rostro de Irina iba pasando del enojo al pánico.
—Las cosas se salieron un poco de control, no era así como pretendía hacer esto, pero bueno… dado el fin, supongo que no importa cómo ocurra.
«Como sea ya nada más importa sino el hecho de que seré dueño de todo, probablemente Emmett me rompa la cara, pero seguiré siendo dueño de todo», pensé sonriendo, diciéndome a mí mismo que eso era lo único que debía importarme.
—¿De qué hablas, Damien? ¿Qué fin? —preguntó Irina en un sollozo.
—De nuestra relación, Irina. Te cité en el restaurante para terminar contigo —Dije, aunque eso no era cierto, vi sus ojos enrojecer al instante y comprendí que ya era momento de darle la estocada final… una muerte rápida y menos dolorosa—. Me casaré con Nadine.
Señalé hacia la mujer a mi espalda aunque sabía que ya sabía quién era; tan solo un año antes, durante una fiesta en la mansión había salido furiosa, alejándose de mí porque yo no la dejé agredir a Nadine luego de que esta se burlara de su vestido… Si algo tenía que reconocerle a mi madre, era que estaba en lo cierto cuando decía que Irina jamás sabría comportarse entre m!3mbros de la anta sociedad, siempre seguiría siendo la hija de un obrero… una pueblerina, y todos sus buenos sentimientos no cambiarían eso.
—¿Cómo que te vas a casar con ella? —susurró con voz ahogada, haciéndome sentir incómodo, me removí y me rasqué la cabeza, detestaba que las mujeres lloraran frente a mí.
—Pues… La situación en la familia ha cambiado, Irina.
—¿Cómo que ha cambiado? ¿De qué hablas? ¿Tu madre te ha pedido que me dejes? ¿Tu hermano?
Al principio me enfadé, la odié un poco… ¿Por qué no podía tener algo de amor propio e irse de una maldita vez? Me había encontrado f0llánd0me como un perro a otra mujer, y le estaba diciendo que me casaría con esta… ¿Qué diablos esperaba para irse? Pero no pude evitar sonreír por su última interrogante, pensar en Emmett rogándome para que la dejara se me hacía gracioso, en el fondo esperé que pasara muchas veces, pero no fue así, él sí que tenía orgullo, se escudaba en el trabajo y los viñedos para ocultar que vivía amarado día a día.
«Pero su trabajo pronto será mío, así como todo de lo que le gusta presumir».
—Tengo que hacerlo por la empresa, nena… —«Por el poder y todo el puto dinero que dejó mi padre, ¿y ahora por qué no? Por poder ser el dueño del culo de Nadine de ahora en adelante»—. Estoy a nada de quedarme con todo. ¿Te imaginas? Yo, al mando de las industrias Lefev´s.
—No te entiendo, Damien. Eso no tiene ningún sentido, tu hermano es el mayor, a él es a quién le corresponde tomar las riendas de la empresa.
—Sí, claro, pero Emmett no se ha casado aún.
—¡¿Y eso qué?! ¡¿Qué tiene que ver que tu hermano no esté casado aun con que me fueras infiel, y quieras dejarme para casarte con otra?!
—El testamento de mi padre, ¡eso! Papá estipuló que si Emmett no se ha casado al cumplir los treinta , entonces las empresas pasarían a ser mías. Solo que yo también debo haberme casado para entonces o también las perderé… —«Solo que mi suerte ya está sellada».
—Emmett cumplirá treinta el próximo mes —Irina hablaba en un hilo de voz, pero podía ver en su rostro que ya iba entendiendo.
—¡Exacto! El hombre no tiene ni novia… Así que ya soy, en teoría, el dueño de todo. Solo debo casarme.
—Pero tu hermano… Creí que hacía un buen trabajo dirigiendo las empresas.
«Maldita sea, mujer… ¡Ya para!».
—Sí, claro, pero nada de eso importa si no cumple el requisito de mi padre… Fue muy específico en eso, ¿entiendes?
—Sí, supongo que eso lo entiendo, pero si lo que necesitas es casarte, ¿por qué ella? —`preguntó con amargura gesticulando hacia la rubia que aguardaba en silencia sentada sobre la banqueta.
—Es mi primera gran movida de negocios, claro está. Nadine es heredera del mayor fabricante de Champagne de Francia, casarnos representa la unión de las más grandes empresas del país… seremos una potencia.
Yo hablaba con entusiasmo, pero obviamente ella no recibía mis palabras del mismo modo, pero lo que dijo a continuación fue la más grande tontería que jamás le había oído.
—Entonces... ¿Has preferido casarte por conveniencia que por amor? —No pude hacer más que soltar una sonora carcajada, sorprendido una vez más por el nivel de estupidez que había en la cabeza de Irina.
—Vamos, Irina… ¿Amor? El amor no es importante para mí, y lo de nosotros no era amor, nena. A ti te gustaba el estatus que yo te daba, y a mí me gustaba f0llar contigo, eso era todo, no te engañes —«Aunque ahora tengo algo mucho mejor entre mano»—. Además, yo necesito una dama que pueda estar a la altura de mi posición, y tienes que reconocerlo, nena… Tú no eres apta para eso.
«Vamos, vete de una vez, Irina. Ya tuviste suficiente… Vete», pensaba mientras veía sus labios tembloroso.
—¿Soy muy poco cosa para ti?
«¡Maldita sea! ¡Ya vete, mujer!».
Traté de mediar al notar que ya había anochecido por completo, pronto alguien iría a hacer la ronda y si nos escuchaban... Si toda aquella escena de mierda se llegaba a saber… si llegaba a los oídos de Emmett… estaría en un gran problema.
—Nunca dije eso, Irina, pero…
—¡Solo mírate! —Me giré para ver a Nadine ponerse de pie y mirar con desprecio a la humilde chica frente a nosotros—. Tienes puesto un lindo vestido, pero estás descalza y sudorosa, no creo que nadie pueda llamarte una dama, nadie podría llevarte a una gala y estar orgulloso de ti.
Tensé la mandíbula cuando el rostro de Irina se crispó en un gesto de profundo dolor, pero se lo había ganado… Debió marcharse tan pronto como me vio penetrando a Nadine, incluso ni siquiera debió acercarse a los viñedos en primer lugar. Pero una vez más, sus ojos enrojecidos me hicieron sentir pena por ella.
—Vamos, Nadine… No hay necesidad de ser tan bruscos con ella —le pedí mirándola sobre mi hombro, pero entonces, la puerta de la bodega de abrió e Irina salió disparada hacia afuera.
Di un par de zancadas y me detuve bajo el marco, mirándola alejarse a toda velocidad… descalza y seguramente llorando a mares.
—Maldita sea —murmuré al ver que había dejado sus zapatos a mitad del camino, tuve intención de ir por ella, dejarla caminar descalza hasta su casa, casi en la entrada del pueblo, me pareció demasiado.
Quizás si lograba hablar con ella más calmados, podría manipularla como siempre, y hacer que mantuviera la boca cerrada, así Emmett jamás se enteraría, y de paso Hugo no tendría motivos para buscar problemas, bien sabía que si llegaba llorando, descalza y con el corazón roto, su padre quería confrontarme, y ese vejete terminaría contándoselo a mi hermano, pero una vez más… todos parecían saber mejor que yo, como manejar las cosas.
—Me dijiste que era tu exnovia. —dijo Nadine con tono cortante.
—¿Esa mierda importa justo ahora? —Yo la miré a ella y luego al sendero una vez más, meditando si debía ir tras Irina o no.
—Importará si te sigues viendo con ella.
—No lo haré.
—Eso espero, espero que esa chiquilla tonta no vuelva a cruzarse en nuestro camino. Nada más de imaginar lo que dirán mis amigos si se enteran que a mi prometido le gusta liarse con mugrosas de alcantarilla como esa.
—Te aseguro que Irina ya no será un problema para nosotros —respondí cortante—, jamás lo fue, olvídate de ella.
—¿Olvidarla? Acaba de joderme la f0llada de mi vida —Resopló enfadada—, tendré su maldito nombre grabado en mi cabeza por años.
—Oh, descuida… eso lo solucionaremos justo ahora —respondí cerrando la puerta de la bodega una vez más y empezando a soltar mi cinturón nuevamente, bajo la mirada atenta de de Nadine que relamía sus labios en un gesto lujurioso, y sin esperar una palabra de confirmación por mi parte, se puso de rodillas en el suelo… sonriendo como un demonio a punto de arrabatarte el alma.
Tan pronto como el calor de su boca me envolvió, dejé caer la cabeza hacia atrás y con un gruñido de satisfacción me dejé llevar y me olvidé por completo de Irina, en retrospectiva… Ese fue uno de mis mayores errores.