Me mantuve inmóvil de pie en la puerta de la oficina, mientras Emmett se poyaba en su escritorio, parecía estar enfadado, pero luego levantó la cabeza y me miró con una mueca apenada.
—Lamento mucho lo que acaba de pasar, Colette. —Asentí lentamente, sintiendo un poco de pena y admiración al comprender que aquel hombre llevaba el peso de toda la mierda familiar sobre sus hombros.
—¿Hice algo mal? —pregunté en un intento por comprender mejor lo que ocurría, quizás sabiendo lo que le incomodaba a Irina Lefevbre, podría minimizarlo para no seguir empeorando las cosas.
—No hiciste nada malo, en cualquier caso fui yo quien fomentó todo esto.
—¿Seguro? Parece que me desprecia con su alma.
—Irina no te odia, pero… Ya te lo había comentado antes, nuestro pasado está lleno de muchos errores y esos errores provocaron heridas que son muy difíciles de sanar, tú eres hija de las dos personas que más la hirieron en la vida, y el tinte en tu cabello no hará que dejes de parecerte a tu madre, tenerte aquí abre la puerta a recuerdos que estuvieron encerrados por mucho tiempo. Mi esposa es una persona muy… visceral —Sonrió como si de un chiste privado se tratara—. Pero te aseguro que lo superará, todos lo haremos y daremos nuestro mejor esfuerzo para que te integres a la familia.
Abrí la boca para responder que no tenía ningún sentido a forzar a su familia a aceptarme, pero la puerta se abrió en ese momento y Adrien Dubois, mi nuevo tío político, entró a la oficina. Supo disimularlo rápidamente, pero no me pasó desapercibido que se sobresaltó al verme.
—Colette, que gusto verte, había olvidado que hoy era el gran día… Bienvenida a bordo. —Me sonrió con educación, al menos él sabía manejar mejor sus emociones que Irina—. Emmett, aquí tienes el informe de gastos, ¿Irina te entregó ya la lista de distribución?
—No, sí entró con una carpeta en manos, pero no pude hablar mucho con ella —suspiró—. Iré a buscarlo yo mismo, gracias, Adrien. Y pues… Colette ya está lista para empezar, es toda tuya.
—Ehm… ¿Trabajaré con usted? —Lo miré sorprendida.
—Esta semana sí, en realidad te daremos a conocer varios departamentos y al final será tu decisión hacia dónde quieres inclinarte… Hoy visitaremos el fabuloso mundo de las finanzas.
—Ah, vale —respondí no muy segura, si bien Adrien no parecía hostil… Emmett seguía siendo el único que me trataba como a una persona normal, todos los demás me veían y me hablaban como a una fenómeno a la que temían.
—Descuida, Adrien es, en muchos aspectos, la cabeza de esta empresa —bromeó Emmett, quizás viendo mi incomodidad.
—Así es, Emmett es solo el rostro atractivo que usamos para recoger los premios y presentar se eventos —siguió el otro hombre—, además… Elliott trabaja conmigo, él de seguro te ayudará en todo.
—Fantástico —murmuré forzando una sonrisa y empezando a caminar cuando él lo indicó.
Lo cierto era que Elliott me hacía sentir muy incómoda a veces, el chico parecía estar un poco demasiado interesado en caerme bien y eso había empezado a agotar mi paciencia al extremo de rozar la exasperación.
Mientras atravesábamos la sala principal, pasamos frente a la oficina de Irina, que se encontraba sentada en su escritorio, tecleando en su computador. Como si algo en su aura le hubiese advertido de mi escrutinio, ella alzó la cabeza… haciendo contacto visual conmigo, cosa que le desagradó; le vi respirar profundo y fruncir el ceño, aparté la mirada de inmediato, Emmett podía decir lo que quisiera, pero el odio en sus ojos era bastante difícil de ignorar, tanto, que incluso aunque ya no la estaba mirando, podía sentir mis hombros tensos y fríos bajo su mirada.
Al entrar a la oficina de Adrien, ubicada en el extremo opuesto del piso, nos encontramos con Elliott dejando unos papeles en el escritorio.
—Aquí están las correcciones del reporte de cobranzas, tío. —Se giró para recibirlo y se exaltó al verme—. ¡Colette!
Una sonrisa se dibujó en su rostro, representando todo lo que parecía estar mal en su cabeza sobre él y yo. Forcé una nueva sonrisa y agité mi mano a modo de saludo.
—Excelente, Elliott, ehm… supongo que tengo que volver con tu papá, creí que esto tardaría más…
—Vaya, gracias —respondió el chico con sarcasmo, haciendo que su tío riera por lo bajo.
—Sabes que este departamento se iría a la mierda sin ti —Sonreí en una mueca torcida, no entendía de qué iba todo aquello, pero pude reconocer rápidamente el sarcasmo—. Por favor trata de poner al día a Colette sobre el trabajo en este departamento, volveré en unos minutos.
El hombre salió de la oficina, dejándome a sola con un sonriente e incómodamente entusiasmado Elliott.
—Ven, por aquí —Indicó hacia afuera de la oficina—. ¿Qué tal va tu primer día?
«Pues tu madre casi me muerde al verme y me están obligando a trabajar contigo».
—Genial… Con muchas ganas de aprender.
—Pues estás en el sitio correcto, yo estaré encantado de enseñarte. —Sonreí como una respuesta educada a su entusiasmo—. Toma asiento, este es nuestro espacio.
—¿Nuestro? —pregunté un tanto espantada.
—Sí, te conseguiremos un pequeño escritorio, pero básicamente serás una extensión del mío, ya sabes… Hasta que decidas en dónde quieres quedarte y luego tendrás un lugar fijo.
—Claro, es… genial —respondí entre dientes.
—Este es el departamento de finanzas, y yo normalmente me encargo de llevar el control de “Créditos y Cobranza”, hoy estoy…
Procuré mantenerme atenta a los datos que me daba y no a cada sonrisa o mirada innecesaria que me dedicaba, aun así no logré entender mucho de lo que se hacía ahí, pero supe con certeza que ese no sería mi destino final en aquella organización, al contrario, procuraría mantenerme lo más alejada de él.
Las horas transcurrieron lentas y casi como una tortura, el único cambio en ese ritmo monótono en el que se desarrollaban las cosas en “Finanzas" se dio hacia la hora de la salida, cuando Elliott y yo rodeábamos el escritorio y su madre aparecía ante nosotros.
—¿Estás listo, hijo? —preguntó, procurando nunca hacer contacto visual conmigo.
—Ehm… sí, ya podemos irnos —respondió el chico, que de pronto lució confundido y me miró—. ¿Vienes, no?
—¿A dónde? —Lo mío fue pura educación, realmente no quería ir a ningún sitio con ellos, solo estaba deseosa de volver a mi apartamento.
—A cenar, iremos a un lindo restaurante y…
—No, lo siento, yo… tengo planes para esta noche, así que…
—¿No puedes cancelarlos por hoy? Estará divertido.
—Me temo que no, es una fecha importante.
—¿Es un aniversario con tu novio o algo así? —Fingió estar bromeando, pero yo pude notar el interés real tras su risa, y a juzgar por la mirada de soslayo de su madre y la rigidez en su mandíbula… ella también lo notó.
«Ma-ra-vi-llo-so… Ahora me odiará más», pensé al ver lo poco que le gustó darse cuenta de que su hijo estaba interesado en mí.
—Sí, estoy de aniversario con mi novio.
—Ah… —El rostro de Elliott se ensombreció un poco, sentí pena por él, pero lo sentí necesario para la supervivencia de todos ahí—. Bueno, entonces… Nos vemos mañana entonces.
Me dio la espalda y empezó a caminar, pero su madre tardó un par de segundos en seguirle, y en ese tiempo mantuvo su mirada fija en mí. La decepción en el rostro de Elliott demostraba que me había creído, pero era obvio que con su madre no había ocurrido lo mismo.
—Colette —murmuró a modo de despedida.
Yo abrí la boca para responder, pero entonces en mi interior se creó un caos… ¿Cómo debía llamarla? Solo Irina me parecía irrespetuoso, tía no había ni que decirlo que estaba fuera de cualquier posibilidad, y Señora Lefevbre me parecía pomposo, así que al final tomé la que creí era la mejor de mis opciones.
—Señora Irina. —La mujer se dio la vuelta de inmediato y siguió a su hijo, yo respiré profundo y me tomé un tiempo para asegurarme de que no me toparía con ellos al salir.
Una hora más tarde, ya en casa, con unas tostadas y una taza de café entre manos, me senté en mi cama, pensando en algo que hacer para relajarme luego del día tan tenso que tuve, pero en el fondo sabía lo que quería, y aunque era consciente de que eso no me relajaría en nada… Abrí el cajón de mi mesa de noche y saqué el diario de cuero, la que se había convertido en mi lectura antes de dormir, pero nunca me hubiese imaginado, que lo que leería de ahí en adelante… me ayudaría a entender tanto a Irina Lefevbre.