Al día siguiente, la rutina cotidiana parecía un espejismo distante. Gerald se había levantado temprano, sumido en sus propios pensamientos, dejando a Tefany con sus sentimientos de culpa y confusión. Tefany decidió que era momento de visitar a Jess, esperando encontrar algo de paz en medio del caos de sus emociones.
El hospital estaba tranquilo, el sonido de los monitores y el murmullo de las enfermeras creaban un ambiente de calma artificial.
Tefany se acercó a la cama de Jess, su amiga y confidente, ahora atrapada en un mundo del que no podía despertar. Se sentó a su lado, tomando su mano con delicadeza.
—Hola, Jess—dijo suavemente—. Aquí estoy, otra vez. No sé si puedes oírme, pero necesito hablar contigo.
Las lágrimas llenaron sus ojos mientras buscaba las palabras.
—Gerald y yo...—empezó, pero se detuvo, sintiendo la magnitud de lo que quería decir—. No sé qué hacer, Jess. Lo amo, pero cada vez que estoy con él, siento que te traiciono. Me odio por sentirme así, pero no puedo evitarlo.
Se inclinó, apoyando la frente en la mano de Jess.
—Si pudieras despertar y decirme qué hacer—murmuró—. Si pudieras decirme que me perdonas, que entiendes...
La puerta de la habitación se abrió, y Tefany levantó la cabeza, encontrando a Gerald en el umbral. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el mundo se redujo a los dos.
—Tefany—dijo Gerald, su voz era suave, pero firme—. Necesitamos hablar.
Ella asintió, sintiendo una mezcla de alivio y miedo. Se levantó y siguió a Gerald fuera de la habitación, dejando a Jess en su mundo silencioso.
Caminaron por el pasillo hasta encontrar un rincón tranquilo donde pudieran hablar sin ser interrumpidos. Gerald se giró hacia ella, su expresión era seria.
—No sé cómo hacerlo, Gerald—admitió—. No sé cómo seguir adelante sin sentir que estoy traicionando a Jess.
Gerald suspiró, pasando una mano por su cabello.
—¿Y si ella despierta?—preguntó Tefany en voz baja—. ¿Qué haremos entonces?
Gerald la miró a los ojos, su expresión era de preocupación.
Gerald la miró a los ojos, su expresión era suave y comprensiva.
—Si ella despierta, me quedaré con ella, porque no merece sufrir.
Tefany asintió, sintiendo un poco de alivio en sus palabras. Sin embargo, la incertidumbre y la culpa seguían pesando en su corazón.
—¿Podemos ir a casa? —preguntó, necesitando un espacio donde pudiera pensar con claridad.
—Claro —respondió Gerald, ofreciéndole su mano.
De regreso a la mansión, el trayecto fue silencioso, pero no tenso. Ambos estaban sumidos en sus pensamientos, tratando de encontrar un camino hacia adelante. Al llegar, Tefany fue directamente a su habitación, necesitaba tiempo para reflexionar.
Horas más tarde, mientras Tefany estaba sentada en la cama mirando por la ventana, Gerald entró y se sentó a su lado. No dijo nada, solo la miró con una mezcla de ternura y preocupación.
—Gerald, necesito preguntarte algo —dijo Tefany, rompiendo el silencio.
—Claro, dime.
—¿Qué sientes realmente por Jess? —preguntó con valentía, aunque temía la respuesta.
Gerald suspiró, sabiendo que esta conversación era inevitable.
—Jess es... era alguien muy importante para mí. Pensé que estaba enamorado de ella, pero desde que todo esto ha pasado…— Dijo con dudas.
Tefany se quedó en silencio, procesando sus palabras.
—¿Cómo puedes decir eso?. Jess te ama y tú tienes que amarla—preguntó finalmente.
Tefany lo miró, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Tefany solo sé que te odio. No quiero seguir sintiéndome culpable por esto.
—Gerald si me odias tanto, solo divorciémonos, estamos aún a tiempo.
—No sé si puedo—murmuró, su voz temblaba—. No sé si puedo.
Tefany se sentía confundida por las palabras de Gerald. Pero había ganado un gran avance, al menos no la trataba mal.
Aunque era de esperarse que sus actitudes cambiarían de repente.
Algunos días después, Tefany se había estado sintiendo mal, por lo que decidió acudir al doctor.
Una doctora con una gran sonrisa le dijo— Felicidades Tefany, estás embarazada de 4 semanas.
Hubo un largo silencio, Tefany se quedó en shock, no era posible que estuviera embarazada, al menos no lo había pensado.
Salió del consultorio sin decir una sola palabra, estaba atónita.
—¿De quién podría ser este bebé?— Se preguntaba.
Aún intentaba olvidar como Álvaro la había golpeado y tomado sin su consentimiento, pero también recordaba que dos días después había hecho el amor con Gerald.
—¡Maldita sea!. No puedo definir quién es el padre de mi hijo.
Después de estar sumergidas en pensamientos, Tefany se dirige hacia la oficina.
Tan rápido entra, se encuentra con Gerald malhumorado.
—¿Dónde rayos estabas?. ¿Te fuiste a ver con Álvaro?— Hacia preguntas unas tras otras.
—¿Qué?. No claro que no— Recalcó.
—Si me entero que lo has estado viendo, te juro que no podrás ver la luz del día nuevamente— Le amenazó.
Tefany no podía evitar sentir ira por Gerald, sus duras palabras la tenían atada.
—Gerald solo libérame de este maldito matrimonio, no quiero vivir así— rogaba.
—No te voy a liberar, porque no puedo estar contigo pero tampoco sin ti— Reveló sin que ella pudiera verlo venir.
Tefany balbuceó antes de poder hablar, Heraldo había dicho palabras confusas pero claras a la vez.
—¿Qué quieres decir Gerald?— Pregunta.
—Quiero decir que tienes que pagar por todo lo que has hecho.
—Y según tu ¿Qué es todo lo que he hecho?— Preguntó.
Gerald cansado de la situación, se dirige hacia un cajón con llaves de su escritorio, justo al abrir el cajón, la puerta se abre.
Álvaro se lanza sobre Tefany y la abraza mostrando gran felicidad.
—Tefany ya sé que estás embarazada— Dijo.
Dejando a Gerald sumido en un incontrolable momento de confusión.