Los días pasaron lentamente, y la tensión entre Tefany y Gerald no hizo más que aumentar.
La incertidumbre sobre el futuro y la paternidad del bebé se cernía sobre ellos como una nube oscura. Cada conversación terminaba en discusiones y silencios dolorosos.
Una tarde, Gerald recibió una llamada del hospital. Su corazón se aceleró al ver el número en la pantalla.
—Gerald, soy el doctor López —dijo una voz seria al otro lado de la línea—. Jess ha despertado. Quiere verte a ti y a Tefany de inmediato.
Gerald sintió que el mundo se detenía por un momento. Asintió, aunque el doctor no podía verlo, y respondió rápidamente.
—Vamos en camino.
Llamó a Tefany, quien se encontraba en su oficina. Le comunicó la noticia, y ambos salieron apresuradamente hacia el hospital.
El trayecto fue un silencio tenso, lleno de pensamientos no dichos y emociones reprimidas.
Al llegar al hospital, encontraron a Jess sentada en su cama, pálida pero despierta. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a Gerald, pero cuando su mirada se posó en Tefany, su expresión cambió a una mezcla de odio y resentimiento.
—Jess, gracias a Dios que has despertado —dijo Gerald, acercándose a ella.
Jess lo abrazó débilmente, pero su mirada no se apartaba de Tefany.
—Gerald, quiero hablar contigo primero —dijo con voz fría—. A solas.
Gerald asintió, lanzándole una mirada de disculpa a Tefany antes de salir de la habitación con Jess. Tefany se quedó fuera, sintiendo el peso de la culpa y la incertidumbre.
—Gerald —empezó Jess, una vez que estuvieron solos—. He estado recordando cosas... cosas que sucedieron antes del accidente.
Gerald la miró con preocupación.
—Jess, ¿de qué hablas?
Jess respiró hondo, tratando de controlar sus emociones.
—Recuerdo que Tefany estaba conmigo el día del accidente. Y recuerdo... que discutimos. Ella... ella estaba celosa , enfadada. Dijo cosas que no tienen sentido ahora, pero en ese momento... Gerald, creo que Tefany trató de hacerme daño.
Gerald sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Jess, ¿Estás segura?. Tefany es tu mejor amiga. ¿Ella realmente sería capaz de hacerte tanto daño?.
Jess negó con la cabeza, su voz temblaba.
—Gerald, tengo un recuerdo claro de ella empujándome. Dijo que tú nunca serías feliz conmigo. ¡Quería que yo desapareciera!. Y que no dejaría que nuestro hijo naciera.
Gerald se quedó en silencio, procesando las palabras de Jess. Todo su mundo parecía desmoronarse una vez más.
—Necesito hablar con Tefany —dijo finalmente, su voz era apenas un susurro.
Jess asintió, su mirada aún llena de dolor y acusación.
Gerald salió de la habitación, encontrando a Tefany esperándolo fuera. Su expresión era de confusión y miedo.
—Tefany, necesitamos hablar —dijo Gerald, con una dureza en su voz que Tefany no había escuchado antes.
La llevó a una sala de espera vacía y cerró la puerta. Tefany lo miró, su rostro pálido.
—Gerald, ¿qué está pasando?
Gerald respiró hondo, tratando de mantener la calma.
—Jess dice que recuerda cosas del día del accidente. Dice que tú... tú le hiciste todo, por tu culpa ella estuvo en coma y perdió a nuestro hijo. Dijo que querías hacerle daño.
Tefany dio un paso atrás, como si las palabras de Gerald la hubieran golpeado físicamente.
—¿Qué? ¡Gerald, eso no es cierto! Jess y yo discutimos, sí, pero yo nunca la empujaría. ¡Nunca!
Gerald la miró, tratando de encontrar la verdad en sus ojos.
—Tefany, necesito que seas honesta conmigo. ¿Qué pasó realmente ese día?
Tefany comenzó a llorar, sus manos temblaban.
—Gerald, te juro que no le hice daño, jamás lo haría. Estábamos discutiendo porque... porque, eso no importa, eran cosas de amigas. Siempre estuve celosa de Jess. Pero nunca la lastimaría. ¡Nunca!
Gerald sintió que su corazón se rompía una vez más. No sabía en quién confiar ni qué creer.
—Tenemos que aclarar esto, Tefany. Por el bien de todos. Jess quiere denunciarte. Y yo la apoyaré, si le hiciste todo ese daño, deberás pagar con la cárcel.
Tefany asintió negativamente, aunque la desesperación en sus ojos era evidente.
—Voy a demostrar mi inocencia. Mi bebé no puede nacer en la cárcel. Jess solía ser lo mejor amiga hasta que tú me llevaste contigo a la fuerza.
El peso de las acusaciones y el futuro incierto caía sobre ellos como una losa. El camino se ponía muy oscuro.
Tefany corrió hasta la habitación donde estaba Jess, sus ojos lleno de lágrimas se detuvieron frente a ella.
—¿Por qué dices que yo te hice daño?. Jamás lo haría— Dice con firmeza ante Gerald.
—Tefany, ambas sabemos que fuiste tú, aunque quieras negarlo, pero es claro que lo harás, porque ahora quieres quedarte con mi hombre— Le replicó sin balbuceos.
—Ha. Tu hombre me buscó para consolarse, decía que me odia y me metía a su cama— Dijo irónicamente.
Jess miraba a Gerald enfadada, escuchar las palabras de Tefany era como un baldé de agua fría.
—Gerald no te ama, jamás lo hará, aunque tú lo ames a él. Nunca corresponderá a tu amor porque solo me ama a mi— Dijo con severidad.
Gerald se quedó mirando fijamente a Tefany, era la segunda vez que escuchaba que ella lo amaba, la primera vez había sido de su misma boca y la segunda ahora de Jess.
—Me amabas y por eso quisiste quitar a Jess del camino— Dijo Gerald incrédulo.
Gerald toma a Tefany del brazo y la jalones un poco, mientras que Jess se ríe a sus espaldas, pensando en cómo le ganaría la batalla con esa gran mentira, dijo que ella quería desaparecerla cuando la verdad era otra.
—Gerald jamás le hice daño a Jess, ni por amarte yo primero— Confieza.
Gerald suelta a Tefany y va hasta el lado de Jess, toma su mano y le demuestra que no le importan sus sentimientos.