Los días pasaron y Jess finalmente salió del hospital. A pesar de las advertencias y la incomodidad de Tefany, Jess se mudó a la mansión, argumentando que necesitaba cuidados continuos.
Gerald, todavía confundido y dudando de la inocencia de Tefany, no se opuso.
Una noche, mientras cenaban, Jess decidió romper el tenso silencio.
—Gerald, estoy agradecida por dejarme quedarme aquí. Sé que es difícil para todos, pero necesitamos estar juntos en esto —dijo Jess, con una mirada significativa hacia Tefany.
Tefany apretó los labios, tratando de mantener la calma.
—Jess, nadie aquí quiere que sufras más. Pero esto no es fácil para mí tampoco. Esta situación...
—La situación es que necesito saber que estoy segura. Y que mi bebé, nuestro bebé, no murió en vano —interrumpió Jess, su voz llena de determinación.
Gerald miró a ambas mujeres, sintiendo que el suelo se movía bajo sus pies.
—Te creo Jess, sé que jamás mentirías con algo así—dijo Gerald, su voz resonando en el área del comedor.
Esa noche, mientras todos se retiraban a sus habitaciones, Gerald no pudo evitar escabullirse en el cuarto de Tefany.
—Tefany. ¿Ya vas a dormir?— Preguntó Gerald con una voz fría.
—Si, es lo que quiero y también desearía no despertar más, todo esto me tiene mal— Le confiesa.
Gerald retrocedió, su mente llena de preguntas y dudas. ¿Podría Tefany estar manipulando toda la situación? La confusión lo consumía, y la batalla por la verdad estaba lejos de terminar.
—Tefany —dijo suavemente, tomando su mano— tenemos que hablar.
Tefany lo miró, con los ojos brillando de desesperación.
—Gerald, no sé cuánto más puedo soportar esto. Jess está destruyendo mi vida y no sé qué más puedo hacer para demostrarte que no tengo nada que ver con lo que me acusa.
Gerald apretó su mano con fuerza, buscando consuelo en ese contacto.
—Escuché a Jess hablando por teléfono. Dice que pronto me daré cuenta de quién eres realmente y que pagarás por lo que hiciste.
Los ojos de Tefany se agrandaron, llenos de una mezcla de sorpresa y miedo.
—¿Jess aún insiste con lo mismo ? No puede ser. Gerald, debes creerme. Nunca haría nada para lastimarla, y menos por ti. La amistad que teníamos era real, y yo...
—Pero necesito pruebas. Necesito pruebas de que estás diciendo la verdad.
Tefany asintió, respirando profundamente para calmarse. Y con gran dolor en su corazón.
—Te casaste conmigo porque también piensas que soy culpable, pero no lo soy.
Gerald asintió, su mente ya trabajando en un plan.
—Jess dejó una carta antes de caer en coma, ahí está tu nombre y créeme que eso es prueba suficiente para que no ates toda tu vida en prisión— Le dijo con seriedad.
Tefany no pudo evitar sentirse atormentada y llena de miedos al escuchar las palabras inevitables de Gerald.
A la mañana siguiente, mientras Jess aún dormía, Gerald entró al dormitorio, se quedaba mirándola, ella parecía una buena persona al dormir.
Pero su corazón le pertenecía a alguien más que no podía odiar; a Tefany.
Por muchos meses se había propuesto hacerle la vida miserable a Tefany pero cuando la vio en brazos de otro no pudo contener sus celos y su corazón estalló en furia.
—¿Qué ha pasado?— Pregunta Jess al abrir los ojos y verlo sentado al costado de la cama.
—Solo velaba tus sueños— dijo.
Jess se sienta en la cama, pone su cara sobre el pecho de Gerald buscando un escudo.
—Te amo más que nunca Gerald. Sé que te casaste con Jess para vengarte— Dice con voz tierna.
Jess levantó la cabeza y se encontró con los labios de Gerald. No pudo evitar entrelazarlos, hacer que fueran uno.
Los besos de Gerald hacia Jess eran muy tímidos, no estabas seguro de hacerlo después de tanto tiempo.
—Gerald, te deseo tanto— dijo Jess, con una voz seductora.
—Creo que aún debes descansar, estás débil, fueron muchos meses en coma que estuviste—respondió Gerald, apretando suavemente su mano.
Después de aquel incómodo momento, Gerald sale de la habitación. Escucha algunos ruidos de la habitación de Tefany y no duda en entrar.
Al hacerlo, Tefany estaba en ropa interior, estaba a punto de vestirse para marcharse a la oficina.
—¡Tefany!— Exclamó.
Tefany levantó la mirada, pero cuando pensaba en que debía tapar su cuerpo, Gerald estaba sobre ella.
No podía resistir un minuto más sin besar los labios que había amado tanto en secreto y a los que deseaba culpar por una venganza.
Gerald no pudo evitar hacerle el amor, olvidar que ella era una mala mujer, no pudo evitar sentir que la necesitaba.
—Tefany te odio tanto pero no puedo estar sin ti— Dijo sin que ella lo esperara.
—Insistes en creerle a Jess pero soy yo quien te dice la verdad— Respondió.
Gerald se aleja mientras se ríe amargamente, no podía creer en las palabras de Tefany, eso sería dudar del amor que tenía Jess por el.
La expresión de Tefany se oscureció, mientras que comenzó a llorar, sabiendo que había perdido al hombre que ama y a su mejor amiga.
Gerald pensó en abrazar a Tefany, porque estaba sintiendo que un gran peso se levantaba de sus hombros.
Gerald se fue hasta el comedor para el desayuno, al tomar asiento, casi poco menos de cinco minutos después, Jess llega y le hace compañía.
—Cariño tengo una sorpresa para ti esta noche, por favor llega temprano, te estaré esperando en el jardín— Dijo muy contenta.
—No sé si pueda llegar temprano hoy, tengo mucho que hacer en la oficina, estos días la he descuidado— Confiesa.
—Gerald por favor regresa temprano, a penas he despertado del coma y quiero ponerme al día contigo.
Después de unos segundo en silencios, Gerald asintió con su cabeza positivamente.