Echada.

1017 Words
Tefany sintió que el mundo se derrumbaba a su alrededor. La mirada de odio y desconfianza en los ojos de Gerald, el hombre al que había amado, la dejó sin aliento. —Gerald, no estoy mintiendo. Este bebé podría ser tuyo —dijo con voz quebrada, sus manos temblando al aferrarse a las maletas. Jess, con una sonrisa de triunfo, se acercó más a Gerald y lo abrazó más fuerte. —No le creas, Gerald. Está desesperada y hará cualquier cosa para manipularte. Tienes que mantenerte firme —susurró Jess, sus ojos brillando de satisfacción. Gerald apretó la mandíbula, su mente llena de dudas y confusión. Miró a Tefany una vez más, buscando algún indicio de verdad, pero las circunstancias parecían condenarla. —Tefany, te pido que te vayas. No tienes nada que hacer aquí, ahora solo somos Jess y yo—dijo Gerald, su voz llena de dolor. Tefany sintió que las lágrimas corrían por su rostro, pero se mantuvo firme. —Me iré, Gerald. Pero te juro que voy a demostrar mi inocencia y que Jess está mintiendo. No te rindas a sus manipulaciones —dijo, su voz llena de determinación. Con esas palabras, Tefany se giró y salió de la mansión, dejando atrás el hogar que una vez había compartido con Gerald y todas las noches de pasión que había tenido allí. Su corazón estaba roto, pero su voluntad de luchar por la verdad y su bebé era más fuerte que nunca. Gerald, observando su partida, sintió una punzada de duda en su corazón, pero la presencia reconfortante de Jess a su lado lo distrajo. —Todo estará bien, Gerald. Juntos superaremos esto —dijo Jess suavemente, acariciando su rostro. Gerald asintió, aunque su mente seguía enredada en una maraña de incertidumbres. Pasaron varias semanas. Tefany, estaba viviendo en su pequeña casa, la que solía compartir con su hermano No tenía tanto dinero para estar en casa, pero ninguna empresa le daba trabajo por su estado, ahora su vientre ya embozaba a notarse y cualquiera que la viera sabría que estaba embarazada. Una noche, mientras revisaba unos documentos en su mesa de comedor, recibió una llamada inesperada. Escuchó el timbre y se levantó de la silla para abrir la puerta . Al hacerlo se quedó sorprendida. —Hola Tefany. Soy Diego. Pasaba cerca y pensé en saludarte, después de todo siempre tuvimos una relación con amabilidad —dijo Diego, su voz llena de calma. Sin perder tiempo, Tefany le abrió la puerta para que entrara, preparó un poco de café y tomaron asiento en la sala. —¿Cómo has estado?. Sé que dejaste la mansión hace algunas semanas. Y además veo que ya tu vientre crece —dijo Diego, extendiendo su mano larga tomar el café. —Supongo que estoy, estaba viendo el periódico, necesito trabajar pero con embarazada nadie quiere darme empleo— Se sinceró. —Es muy complicado pero seguro que saldrás de esta. Aunque confieso que me hace ruido pensar que todo lo que dijo Jess era verdad. Tefany sabía que las mentiras de Jess la arroparían hasta el final, no podía negar que se sentía extremadamente incómoda con la situación. —No soy culpable, Jess está mintiendo. Algún di Gerald se dará cuenta de la verdad y verá que no miento—dijo Tefany, su determinación reforzada. Mientras tanto, en la mansión, Gerald empezó a notar comportamientos sospechosos en Jess. Cada noche buscaba la forma de que él durmiera en su cama sin éxito alguno. Su actitud demasiado complaciente, pero claro, deseaba estar con el hombre que decía amar. Jess entró a la habitación que ocupaba Gerald. Vestía una sexy lencería y un perfume que tenía un rico olor. Se subió sobre el cuerpo de Gerald que dormía tranquilamente, hizo que se despertara de la impresión. —No te asuste amor, solo quiero dormir contigo— Dijo en voz baja. Jess besaba los labios de Gerald ante su silencio. Tuvo que hacer mucho para que los labios de él se movieran al compás de ella. Convencida de que lo tenía en sus manos, Jess estaba dispuesta a hacer que todo pasara, no iba a dejar que Gerald cortara el momento como lo había venido haciendo. —Jess aún no creo que sea el momento— Murmuró Gerald. Jess puso su dedo sobre sus labios para silenciarlo, así que continuó besado su cuello, su pecho y algo más. Gerald no había hecho esfuerzos en poseerla pero en cierto punto permito que ella si lo hiciera. Desnuda sobre el, empezó a ejercer movimientos, pero Jess podía ver como Gerald estaba totalmente desconcentrado. Sabía que su mente vagaba, y que estaría pensando en Tefany. Pero aún así no le importó, prefirió continuar, era todo lo que quería. —Te amo tanto— Decía mientras hacía movimientos sobre el. Gerald permaneció en silencio por un largo rato hasta que finalmente había acabado. Jess se tira al lado de Gerald, se acurruca en su pecho y sonríe. —Es maravilloso poder estar nuevamente contigo Gerald. Podemos tener otro hijo— Dijo con gran emoción. —¿Hijos?. Aún no es momento para pensar en eso Jess —respondió Gerald. Jess prefirió callar, no iba a discutir, ella sabía cuáles eran sus planes exactamente, no se dejaría vencer tan fácil. Estabas dispuesta a que Tefany solo sea un sucio recuerdo en su vida. Mientras tanto, Tefany recibió la visita de Diego y era momento de despedirlo, tenía días que no conversaba con alguien que supiera que su amabilidad. —Diego gracias por venir. Recuerda que eres bienvenido en esta casa— Le recalcó Tefany. Diego se despide amablemente con un beso en la mejilla. Por unos segundos se queda mirándola y acaricia levemente su cachete. —Que duermas bien. Te veré luego. Por cierto, usa esta tarjeta, tiene dinero ilimitado— Dijo al entregarle una tarjeta color n***o. —No, jamás podría aceptarla— Refutó. —Tómala, hasta lo que necesites y y la luego me pagas. Después de unos segundos pensándolo, Tefany toma la tarjeta. —Solo será un préstamo— Dijo con firmeza.
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