Tefany mantuvo la cabeza haca abajo, con lágrimas en los ojos mientras el terror del momento la invadía. El sonido de las balas golpeando la carrocería metálica del coche era ensordecedor y su corazón se aceleró en su pecho como un pájaro atrapado.
Gerald, a pesar del peligro, parecía inquietantemente sereno, su brazo como un escudo protector sobre ella. “Quédense abajo”, repitió en voz baja y urgente.
El coche viró bruscamente y los neumáticos chirriaron mientras el conductor ejecutaba maniobras evasivas. Tefany apenas podía procesar la rápida secuencia de giros y paradas; toda su atención estaba en los sonidos aterradores del exterior y la firme presión del cuerpo de Gerald contra el de ella.
Después de lo que pareció una eternidad, pero que probablemente fueron sólo unos minutos, los sonidos de la persecución comenzaron a desvanecerse. El coche redujo la velocidad a una velocidad más controlada y Gerald levantó la cabeza con cautela para hablar con el conductor.
-¿Están todos bien?” preguntó, su tono era una mezcla de mando y preocupación.
-Sí, señor-, respondió el conductor con la voz temblorosa por la adrenalina. -Creo que los hemos perdido por ahora-.
Gerald se recostó y su mirada volvió a Tefany. Sus ojos buscaron su rostro, tal vez buscando signos de herida o shock. -¿Estás herida?- preguntó, su voz ahora más suave.
Tefany negó con la cabeza, su respiración aún era rápida. -No, yo... estoy bien-, tartamudeó, tratando de recuperar la compostura. Se dio cuenta de lo cerca que habían estado de sufrir un daño grave y un sollozo escapó de sus labios.
-Está bien, ahora estás a salvo- le aseguró Gerald, moviendo su mano para apretar suavemente su hombro. Fue un gesto extrañamente tierno por parte de un hombre que antes no le había mostrado más que desdén.
El auto se detuvo en un estacionamiento subterráneo seguro y Gerald le indicó al conductor que esperara mientras ayudaba a Tefany a salir del vehículo. Entraron rápidamente en un ascensor privado. Mientras ascendían, la mente de Tefany daba vueltas.
-¿Por qué… por qué alguien haría esto?- logró preguntar, su voz aún temblaba.
El rostro de Gerald era una máscara de furia y preocupación. -Es complicado-, dijo secamente. -Hay personas que se beneficiarían del caos en mi vida profesional y personal. Parece que han intensificado sus tácticas.
El ascensor sonó suavemente al llegar a su destino y salieron a un pasillo lujoso y poco iluminado. Gerald no se detuvo y condujo a Tefany por el pasillo hasta un apartamento fuertemente vigilado. Una vez dentro, se volvió hacia ella con expresión grave.
-No puedes volver a casa esta noche. No es seguro- afirmó rotundamente. -Te quedarás aquí.
Tefany sintió una mezcla de alivio y ansiedad. -Yo… gracias, Gerald. ¿Pero qué hay de ti? ¿No estás tú también en peligro?.
Los labios de Gerald se torcieron en una sonrisa irónica. -He estado lidiando con amenazas desde hace mucho tiempo, Tefany. Sé cómo manejarlos. Hizo una pausa y luego añadió: -Tú, por otro lado, eras sólo un espectadora inocente que quedó atrapada en ese instante.
A medida que comprendió la realidad de su situación, la mente de Tefany volvió a la revelación anterior sobre su supuesta traición. Tefany intentó hablar pero no le fue permitido.
-Ahora no debes preocuparte- interrumpió Gerald, su voz aguda.- Primero debemos garantizar su seguridad. Nos ocuparemos de todo lo demás más tarde.
La acompañó a una habitación de invitados, cómodamente amueblada y que evidentemente rara vez se utilizaba. -Intenta descansar un poco- sugirió. -Estás a salvo aquí. Estaré en la habitación de al lado si necesitas algo.
Una vez sola, Tefany se hundió en la cama y los acontecimientos del día la invadieron como una marea implacable. Estaba a salvo por el momento, pero ¿a qué precio? Su relación con Jess, su relación con Gerald y su propio papel en esta compleja red de engaños y peligros estaban ahora en duda.
Mientras se recostaba, el cansancio finalmente se apoderaba de ella, su último pensamiento consciente fue en Diego. ¿Había sido parte del drama de este día? ¿Estaba él también en peligro? Las preguntas giraban en su cabeza, sin respuesta, mientras el sueño la envolvía, otorgándole un escape temporal de la abrumadora realidad de su situación.
El silencio del apartamento era un fuerte contraste con el caos de las últimas horas. El reloj marcaba las horas silenciosamente, avanzando hacia una mañana que prometía más revelaciones y, posiblemente, más peligros.
En la habitación , Gerald permanecía despierto, sentado en una silla con vista a la ciudad. Su mente trabajaba febrilmente, repasando cada detalle del ataque y lo que podría significar para sus planes futuros. No era un hombre que dejara mucho al azar, y el ataque de hoy había sido un recordatorio brutal de que no todos los movimientos estaban bajo su control.
A medida que la noche avanzaba, Gerald comenzó a reflexionar sobre Tefany y su presencia involuntaria en el conflicto. ¿Realmente era solo una espectadora inocente, como él había sugerido, o había algo más en su historia que aún necesitaba descubrir?.
La mañana llegó con un cielo plomizo que parecía reflejar la gravedad de la situación. Gerald, después de pasar la noche en vela, se preparó para lo que vendría. Sabía que el día traería consigo la necesidad de tomar decisiones críticas, tanto para proteger a Tefany como para salvaguardar sus propios intereses.
Cuando Tefany despertó, encontró la luz del día colándose por las cortinas gruesas del cuarto de huéspedes. Su mente, aunque más descansada, no tardó en llenarse de las complicaciones del día anterior. Se levantó, decidida a enfrentar lo que fuera necesario ante su inestable situación.
Después de vestirse, encontró a Gerald en la cocina, donde él preparaba dos tazas de café. La normalidad de la acción era discordante dada la situación.
-Buenos días- dijo él, sin mirarla inicialmente. -Espero que hayas dormido algo.
-Buenos días- respondió ella, tomando asiento en la barra. -No mucho, la verdad. Gerald, necesitamos hablar sobre lo que está pasando. Sobre nosotros, sobre Jess...
Gerald le pasó una taza de café y asintió. -Hablaremos de todo, Tefany.
Mientras comenzaban a hablar, el sonido del teléfono de Gerald interrumpiendo la conversación pareció un presagio. Él miró la pantalla, frunció el ceño y respondió.
Tefany esperó, sabiendo que cada pieza de información que pudiera reunir era crucial para desenredar la maraña en la que se había encontrado.