Mi fiesta de cumpleaños no fue como todas las anteriores. Mi padre no estaba, mi madre lloró cuando me cantaron el cumpleaños feliz y Winter se rio de los comentarios jocosos de mi madre sobre las horribles fotografías que sacó del álbum familiar. No quería que Winter viera mis partes íntimas de niño y se riera de mi rostro lleno de pastel en los cumpleaños. Aunque le dije a mi madre un millón de veces que no las mostrara, ni siquiera se molestó en escucharme. Estaba ensimismada en avergonzarme como cuando tenía diez años. Por otra parte me gustó que las dos mujeres en mi vida se llevaran de maravilla, cuando meses atrás era como agua y aceite. Nunca se colocaban de acuerdo, se gruñían como dos animales y ni siquiera podían encontrarse en el mismo lugar sin sacar lo peor de la otra. No me