La semana siguiente recibimos la invitación para la celebración del primer año de Aurora. Winter terminaba sus últimos diseños cuando se acercó a mi lado de la cama y me mostró la invitación. Era una carta doblada, con mariposas y letras cursivas. Sus letras doradas nos invitaban a la recepción de cumpleaños el siguiente sábado a las dos de la tarde. —¿Quieres que vayamos? —le pregunté. —Sí. —Colocó la invitación al borde de la mesa—. Me gustaría. Sujeté su brazo y la coloqué sobre mis piernas. —Entonces iremos. —Besé su cuello—. Dile que iremos. Winter asintió. Insertó sus manos frías por debajo de mi franela de algodón. Sus manos estaban demasiados frías. Sus intenciones eran seducirme, así que no caería en sus redes. —Me encantará regresar a Santa Mónica. —Escaló mi pecho hasta el