Capitulo 5

1343 Words
Janice no sabía mucho sobre el ejército, aparte de que los uniformes eran sexys y hace un año había tenido una noche divertida con un chico de la Marina. Había estado en el mar durante tres meses y realmente había recuperado el tiempo perdido asegurando la máxima satisfacción para ambos. —Por eso no pudo unirse a nosotros—, dijo Benjamin. —Tuvo una llamada repentina y estará fuera por varias semanas—. —¿Entonces se perderá la boda el próximo sábado?— dijo Janice. Benjamin bajó las comisuras de su boca. —Estamos molestos, naturalmente, pero sirve a su país, a nuestro país, y eso tiene que tener prioridad—. —Eso es muy comprensivo de tu parte—. Janice recurrió a su madre, quien tradicionalmente se convertía en noviazilla antes de sus bodas. —¿Mamá?— —No es ideal—, dijo Jenny con un resoplido. —Pero claro, nada lo es nunca—. Janice se enfureció ante el comentario que iba dirigido a ella. —¿Y cómo van los preparativos?— logró decir con los dientes apretados. —Muy bien.— Benjamín sonrió. —El equipo de planificación de bodas que hemos utilizado ha sido brillante y ha eliminado todo el estrés del gran día. Lo que significa que podemos sentarnos y divertirnos así, apenas una semana antes—. —Me alegro.— Ella hizo un comentario sobre que el dinero hace la vida más fácil. Estaba claro que los Talbot nadaban en ello. Sólo la comida equivalía probablemente a una semana de alquiler. —¿Y estás lista, Janice?— -Preguntó Jenny. —¿Recogiste tu vestido?— —Aún no. Pero lo haré.— —Te estaban esperando el jueves pasado—. —Me asaltaron en el trabajo—. La boca de Jenny se frunció. —¿Y dónde está el trabajo?— preguntó Hugh, abriendo un menú pero sin leer. —¿Cerca de King street?— —¿Y qué haces ahí? No, no me digas, Google, ahí es donde está su oficina central en el Reino Unido, ¿verdad? Janice se rió. Ella, ¿trabaja en Google? No es probable. —No, Google no. Pero cerca de allí—. —¿No nos dejes en suspenso?— Patrick se cruzó de brazos y se reclinó. Parecía gratamente expectante, como si estuviera a punto de escuchar una gran historia. Janice sabía que lo decepcionaría. —Es una cafetería, también hacemos tostadas y pasteles, pero Grind es principalmente para viajeros.. —Damas, caballeros, ¿puedo seguir sus órdenes?— Un camarero apareció a su lado. Rápidamente, Janice escaneó el menú mientras los demás hacían sus pedidos. Optó por salmón con salsa bechamel y brócoli de tallo tierno asado. —¿Y cuánto tiempo llevas trabajando en Grind ?— Preguntó Patrick, extendiendo la palabra —grind— mientras una sonrisa aparecía en su boca. —Más de lo que había planeado—. —Se suponía que iba a ser temporal—, dijo Jenny. —Tres años no es algo temporal—. —Lo correcto simplemente no ha llegado—. Janice frunció el ceño. Este era un tema común para una discusión. —¿Y qué sería lo correcto?— –preguntó Hugh. —Me gustaría trabajar con niños. Enseñando. Lo ideal sería la escuela primaria—. —Y para hacer eso necesita su PGCE—, dijo Jenny. —¿Cual es?— Patrick frunció el ceño. —Certificado de Postgrado en Educación. Curso de formación docente. Se necesita un año—. Jenny apuró su bebida. —En mi opinión, no falta mucho para salir de la rutina—. —Mamá.— Janice frunció el ceño. Vale, estaba en una rutina, profunda y húmeda, pero no necesitaba esa información que circulaba por la mesa. —Ya me pondré manos a la obra—. —¿Cuando?— Jenny arqueó las cejas. Afortunadamente, Janice se salvó de responder cuando apareció el vino. —¿Y ustedes qué hacen?— Janice preguntó. —Estoy en publicidad—, dijo Patrick con su voz profunda. —En la ciudad. Asumió el cargo de director ejecutivo de papá cuando éste se retiró hace un año—. —Lindo.— Ella asintió lentamente, imaginándolo caminando con un traje a rayas y tomando decisiones importantes cada pocos segundos. La imagen era candente. Parecía un hombre capaz de soportar el peso de la responsabilidad. Mantenga la calma en una crisis. Dar una severa reprimenda si un joven se sale de la raya. —¿Y tú?— Miró a Hugh. —Trabajo en la estación de Euston—. —¿Conductor de tren?— Él se rió y su expresión seria se iluminó por un momento. —No, estación de bomberos de Euston. Soy bombero—. —Ah, claro.— Tuvo que dejar de retorcerse en su asiento. Uno de sus nuevos hermanastros era bombero. Diablos, ella debe haber sido una chica realmente buena en una vida anterior. Los bomberos eran lo suyo, su fantasía, su premio definitivo del sábado por la noche. ¡Detente! ¿Que estaba haciendo ella? Hugh y Patrick eran sus hermanos ahora, o lo serían el próximo fin de semana. Pensar que eran atractivos y sexys y que estaban disponibles para ella no era apropiado. —¿Has estado alguna vez en una estación de bomberos?— –preguntó Hugh. —No, no puedo decir que sí—. Ella hizo una pausa. El diablo se había apoderado de ella como solía hacer. —Aunque siempre me ha gustado montar en un poste de bombero—. Su madre farfulló. Benjamín le dio una palmada en la espalda. —¿Estás bien, cariño?— Janice sonrió por encima del borde de su copa de vino, primero a Hugh y luego a Patrick. Compartieron una mirada. Patrick arqueó una ceja. No podía decidir si su comentario le divertía o le horrorizaba. Bueno, tendrían que acostumbrarse a su sentido del humor. Sentarse tranquilamente en un rincón no era lo suyo. Además, ¿en qué estado estaría su vida si no pudiera divertirse? Y si eso hacía que su madre farfullara, mucho mejor. —¿Y dónde vives, Janice?— Preguntó Benjamín, su voz un poco tersa. —Camino a Finsbury Park—. —¿Sola?— –preguntó Hugh. —Sí, bueno, aparte del ratón—. Le hizo una mueca a su madre. —Creo que hay uno en la cocina. Aunque en realidad no lo he visto—. —Eso no es bueno.— Jenny se secó los labios con una servilleta. —Realmente deberías llamar a tu arrendador. —Lo he llamado muchas veces por la humedad, el agua caliente, la ventana rota de la cocina y las goteras en el techo del dormitorio. A él le importa una mierda, en serio—. —Entonces, ¿por qué te quedas allí?— –preguntó Hugh. —Supongo que simplemente no he podido encontrar otro lugar—. —Parece que deberías hacerlo—. Patrick se frotó los labios con el dedo índice. —Vivir así no puede ser saludable para ti—. Janice observó sus movimientos. Sus labios eran carnosos y suaves. Se preguntó cómo besaba. ¡Para! Nunca lo sabrás. No puedes besarlo. —Se lo sigo diciendo—, dijo Jenny. —Un nuevo lugar para vivir, una nueva carrera, un buen novio, no es tan difícil de lograr—. Janice frunció el ceño. ¿Cómo es que su vida había sido el único tema de conversación desde que se sentó? No sólo eso, todos los huesos crudos y desnudos de su vida, recogidos y esparcidos. Echó hacia atrás los hombros y levantó la barbilla. No tenía mucho, lo sabía. Pero sí tenía su dignidad y un hermoso brillo rosado por los múltiples orgasmos que había tenido la noche anterior con Scott... ¿o era Sean?
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