JENNY
Pasamos los límites de mi manada y mi corazón se aprieta.
Gemí y él volvió a gruñir.
“He terminado con esto. No podemos ser su pareja.”
“¿¡Qué!? Esperamos toda nuestra vida para esto, y... ¡solo quieres rechazarlo! Que es lo que te pasa” Dijo mi loba con tanto odio en sus palabras, que casi gemí, pero gruñí y la bloqueé.
No sé cuánto tiempo pasó, para mí tratando de contener a mi lobo de invadir mi mente de nuevo, pero para cuando tuve el control, parecía que estábamos casi en sus tierras.
Jadeaba sobre mi cuello y reajustaba su agarre. Estoy bastante segura de que ya estoy magullada porque siento el cuello tierno y apretado y aquí y allá sus dientes me atravesaban el cuello.
Su grupo salió corriendo, supongo que a sus tierras. Esperé hasta que todos se fueron y giré mi cuello y le chasqueé y me moví.
Mis huesos crujieron y sentí que mi pelaje desaparecía y sentí una fresca brisa de verano sobre mi piel desnuda.
Me cubrí rápidamente y empecé a gruñir. Miré fijamente a su lobo y le vi inclinar su enorme cabeza hacia un lado.
—¡Aléjate de mí! ¡Déjame en paz!— gruñí.
Oí crujir los huesos y le vi agacharse con una sonrisa de satisfacción.
—Escucha. Vencí a tu manada, vencí a tu Alfa, y podría haber calmado su tierra, como iba a hacer, pero en vez de eso te reclamé a ti. Así que no hay nadie a quien puedas volver. Eres mía—. Dijo mientras sus ojos se oscurecían un poco.
Me abalancé sobre él mostrando mis colmillos, y él me dio un gruñido de advertencia.
—¡NO TE QUIERO COMO MI COMPAÑERO!— Grité mientras sentía que mis colmillos descendían.
Dio un paso adelante y me gruñó, pero yo le devolví el gruñido. Sus ojos se mezclaron con un poco de azul, diciéndome que su lobo está luchando por el control.
—Mate, Detente y camina hacia nuestra tierra—. Dijo mientras daba un paso hacia mí.
Di un paso atrás y gruñí mientras sentía mis garras salir.
—Mate…
—¡NI SIQUIERA SABES MI NOMBRE! ¡AHORA DÉJAME, Y DÉJAME VOLVER CON MI MANADA!— Grité mientras mi espalda golpeaba el árbol.
Parpadeé y él estaba justo delante de mí. Su olor invadió mi nariz, y mi lobo me está arañando para tocarlo y reclamarlo como nuestro.
Sus brazos empujaron mis hombros con fuerza contra el árbol y gruñí mientras intentaba arañarle.
Me agarró de las muñecas y las sostuvo sobre la corteza del árbol.
Sus ojos son en su mayoría azules con vetas de color avellana, por lo que todo lo que sé es su lobo en el control y no dejarlo volver.
—¡NO ME FALTARÍAS AL RESPETO Y NUNCA VOLVERÍAS A VER ESA MANADA! ¡TÚ ERES MÍA!— Gruñó mientras hundía su cabeza en mi cuello, inhalando mi aroma.
Hice una cosa de la que nunca me arrepentiría. Levanté mi rodilla y golpeé en su estómago, pero esperaba la otra parte. Pero él se encorvó y me soltó la muñeca, le golpeé el pecho, los brazos y el cuello.
Mis garras profundizan en su carne y filtran su sangre.
Le engancho mientras sigo avanzando. Gruñe, me coge en brazos y me abraza, de modo que tengo los brazos a los lados y lo único que puedo hacer es agitarme y gritarle.
—¡PARA!— Dice mientras su lobo está ahora en pleno control y me detengo por completo. Mi lobo gime en mi cabeza y me quedo mirando completamente sus brillantes ojos azules.
Intento moverme, pero su gruñido profundo me hace gemir de miedo. Respira con dificultad y me levanta y yo le miro con los ojos muy abiertos y él me gira hacia un lado y me sostiene sobre su costado, y camina alrededor del árbol.
Parpadeo un par de veces y me doy cuenta de que me lleva en la cadera con un brazo hacia su tierra.
Mis manos se disparan y se agarran a su cintura para que no me caiga. Aún tengo las garras fuera y él gruñe profundamente como advertencia, así que aflojo el agarre. Y miro al suelo porque la forma en que me posiciono era yo mirando hacia el suyo...si. Así que miro fijamente sus pies pisando ramitas y hojas secas en el suelo.
El aúlla y camina más rápido. Miro hacia delante y veo sus tierras.
Es más grande que mi manada y veo lobos afuera jugando mientras los cachorros se persiguen, jugando a la mancha.
Camina más rápido cuando cruzamos sus fronteras y ahora estoy en su manada.
Vi a un tipo alto trotar hacia nosotros, pero se detiene cuando Arcángel le gruñe.
Gruñe a todos los hombres y mujeres con los que nos cruzamos, y ellos miran hacia abajo.
Levanto la vista y veo que sigue teniendo unos ojos azules brillantes.
Pasamos la casa de la manada, supongo que es la casa de la manada porque la gente entra y sale de ella. Pasamos y seguimos por un camino de tierra hasta llegar a una casa de dos plantas.
Entra y cierra la puerta.
Sube las escaleras y baja por un pasillo hasta el final y abre la puerta de golpe.
Me cambia de sitio y me tira sobre la cama. Reboto, pero ruedo hacia un lado y me bajo de la cama.
Está al final de la cama con el puño en el costado y los músculos tensos. Gruñe por lo bajo y yo le devuelvo el gruñido.
Sigo mirándole fijamente, retándole a que haga algo. Mis garras siguen bajando y mis colmillos vuelven a salir. Levanto el labio para demostrarle que no voy a echarme atrás.
Me mira fijamente y recorre mi cuerpo. Mi cuerpo se calienta con sus miradas. Vuelvo a gruñir y él me mira con unas vetas negras en sus ojos azules.
“¡TOCA A TU MATE!” grita Audrey.
Cierro los ojos y gruño.
“¡ALTO!”
“¡TÓCALO! ¡DÉJAME HABLAR CON ÉL!”
—¡PARA!— Mis manos se disparan hacia mi cabeza y me agarran del pelo. Mis garras se clavan en mi cuero cabelludo que sacan sangre.
La empujo hacia atrás y la bloqueo una vez más. Le miro y veo que la mitad de sus ojos son de color avellana y la otra mitad azules.
Apuesto a que los míos son algo grises y algo marrones.
Los ojos de Audrey son de un gris claro, pero los míos son simplemente marrones.
Los dos respiramos con dificultad, porque estamos luchando con nuestros lobos.
—Déjame en paz, Arcángel—. Digo despacio mientras miro hacia abajo e intento controlar mi respiración.
—No.— exhala.
Gruño, porque sé que nunca se iría, así que me dirijo hacia una puerta, ni siquiera sé cuál es, pero entro mientras cierro la puerta y echo el pestillo.