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Enamorada del Alfa

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Blurb

Jenny Knox.

Siempre creyó que su mate sería un tipo con una armadura brillante que la llevaría lejos de su manada y formaría una familia perfecta.

Pero lo que ella no sabía era que su mate iba a ser alguien que mata por diversión. Mata a otras manadas, y se ríe de su alfa que está en el suelo pidiendo clemencia.

Veamos cómo se las arregla con el alfa Arcángel.

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CAPÍTULO 1
JENNY —Muy gracioso. —¿Qué? ¡Es verdad! Es la persona más sexy que he visto nunca—. Mi mejor amigo Cam dijo. —Es la persona más poderosa y fría que se me ocurre. ¡¿Cómo puedes decir que es sexy?—Mi otra mejor amiga Trinity dijo. —Sí... bueno, tiene... un paquete de ocho, ¿y si soy su pareja?—inquirió Cam mientras sonreía burlonamente y rodaba fuera de mi cama. Sonaba alarmantemente enamorada. —¡¿Cómo puedes saber eso?! ¡Y no, CAM! ¡NO PUEDES APAREARTE CON UN MONSTRUO!— gritó Trinity. Se acercó al borde de la cama y miró a Cam. Se encogió de hombros, se levantó y cogió su teléfono. Puse los ojos en blanco, me volví a tumbar y miré hacia el ventilador de techo. —¿Cómo te imaginas a tu compañero, Jenny?—Levanté la cabeza y vi que ambos me miraban con curiosidad. —Umm, ¿por qué lo preguntas?— respondí mientras me apoyaba en los codos. Ambos pusieron los ojos en blanco. —Eres la única que no habla de su pareja. ¡Trinidad ya encontró a la suya! La marcó a los dos días de conocerse—explicó Cam. Puse los ojos en blanco y vi como mis mejores amigos discutían entre ellos. —No sé. Solo lo que él me quiera y me cuide—. Dije, pillándolas desprevenidas. Las dos dejaron de hablar y empezaron a escuchar. —Quiero que me aleje de esta manada. Y quiero vivir en... bueno... no sé. Donde tenga libertad y mi propia tierra. Me gustaría tener cachorros con él. Quiero que nuestros hijos se parezcan a una combinación perfecta de nosotros. Estoy deseando encontrarlo. Los dos me miraron asombrados. Gemí y me volví a tumbar. —A veces me pregunto si me estará buscando. Luego me pregunto si me encontrara, ¿me rechazaría? —¡Oh, cariño, nunca digas eso! Él nunca te rechazaría. Quiero decir, ¡mírate! ¡Eres prácticamente un maldito ángel!— exclamó Cam. Sonreí y volví a mirar el ventilador. —Sí. Esperemos que piense que soy un eso. —No querrás decir ángel, y ya sabemos que su nombre empieza por la letra 'D'—dijo Cam con un guiño y una sonrisa burlona. Puse los ojos en blanco. —No. Él no. —Lo que tú digas, chica. * —¿Cuál es la respuesta?— susurré mientras le daba un codazo a Cam. Ella me ignoró. —Pst. Cam. Codazo. —Cam. Codazo. —Cam... —Si me empujas una vez más te romperé tu maldito dedo... Codazo. —Eso es...— Se levantó, pero se detuvo abruptamente cuando nos enlazamos mentalmente. Este es tu Alfa de la Sabiduría. Toda la manada se reunirá en el Campo de Batalla. Si eres un estudiante, levántate de tu asiento, sin preguntas, y dirígete hacia el campo. Tienes tres minutos. Todos se levantaron y nos dirigimos hacia el campo. Observé a Cam buscando a Dave, su hermano. Se alejó de mí sin decir palabra. Resoplé y me adelanté. Tardamos cinco minutos en llegar, pero como nuestro Alfa había ordenado que estuviéramos allí en tres, todo el mundo tuvo que darse prisa. Me dirigí al frente porque mi padre era el Tercero al mando. En este tipo de reuniones, los altos mandos tenían que colocarse delante. Me coloqué junto a mi hermano mayor Anthony y su compañero Max. Mi madre y mi padre estaban delante con el Alfa y el Beta. Beta Tom estaba junto a su hermosa compañera. Su hijo mayor Maddox era muy fuerte para ser un Beta. El Alfa Ian estaba junto a Luna Zach y su hija Dakota. —¿Qué está pasando?— Le susurré a mi hermano mientras observábamos nuestra manada. —Alguna manada viene a hacer las paces con nosotros. —¿Qué quieres decir con 'llegar a un acuerdo con nosotros'? —El Alfa... —Hola, Manada Sabiduría. Gracias por venir con tan poca antelación. Ahora, apuesto a que todos tienen algunas preguntas como, '¿qué está pasando?' o '¿qué pasó?'. No se preocupen, no ha pasado nada. Sin embargo, vamos a recibir la visita de una manada extranjera. Mañana sabréis quiénes son. Vienen simplemente para discutir los términos de nuestro acuerdo. Si alguna vez tenemos problemas con otra manada o rouges, los llamaremos para pedir ayuda. A cambio, nos piden que ayudemos a enseñar a sus cachorros para que puedan ser una manada más fuerte—Nuestro Alfa habló con una increíble cantidad de poder en sus palabras. —El Alfa estará aquí mañana junto con su Beta y su Tercero al mando. Me gustaría que todos se comportaran lo mejor posible. Los hijos de nuestro Beta y del Tercero al mando no irán a la escuela mañana. Su hijo mayor liderará en lugar de sus padres. Luna Zach, Beta Brandi, y la Tercera al mando Dalia también asistirán a esta reunión. Vuestra Luna y yo os agradeceríamos mucho que os lo tomarais con calma con nuestros hijos. Todos se quedaron mirando a nuestro Alfa con caras asustadas y ansiosas. Miré al hijo del Alfa, Dakota, y vi que me miraba con cara de confusión. —¿Sabes el nombre de la manada?—le dije. Se encogió de hombros y me dedicó una sonrisa ladeada. Su voz resonó en mi cabeza. Di un respingo de sorpresa porque me había olvidado por completo de nuestro vínculo mental. Vi cómo me sonreía. “¿Así que no tienes ni idea?” “No. Papá no se fía de mí porque soy una bocazas.” Le sonreí con los dientes. Me devolvió la sonrisa, mostrando orgulloso sus dientes blancos y perfectos. “Es verdad. Eres un bocazas” le dije mientras le sonreía. Él sonrió aún más y enarcó una ceja. “ ¿Quieres saber qué más es grande?” “No te atrevas a hacer de esto algo s****l” lo reprendí y lo fulminé con la mirada. Apartó la mirada e intentó disimular una risita, pero fracasó estrepitosamente. Su padre le dirigió una mirada fulminante. Ahogué una risita, pero mi hermano logró oírme. —Gracias por venir. Podéis tomaros el resto del día libre y prepararos para mañana. Pueden retirarse—En cuanto el alfa Ian terminó, la manada se apresuró a irse a sus casas. Me dirigí hacia Dakota y empecé a reír. Me dio la espalda y cruzó los brazos sobre su pecho tonificado. —No me hables. Me has metido en un lío. Solté una carcajada y le abracé por detrás. —Eso fue todo culpa tuya—. Le dije mientras me reía entre dientes. Me soltó los brazos y me dio la vuelta. Luego me estrechó contra su pecho y me abrazó. Me dejé abrazar y sonreí contra su pecho. —Si no hubieras hecho ese comentario, no me habría reído. Levanté la vista y lo vi mirándome con rabia, pero en cuanto le lancé una sonrisa, su enfado se desvaneció por completo. —Te regaño o siempre serías así—. Dije mientras me separaba de él. Me alejé de él y entré en el campo. —Sabes que te gusta cuando te hablo sucio—. Dijo con voz ronca. Me reí y me tumbé en la hierba suave pero que picaba. —Para o te avergonzaré. —Tú no harías tal cosa—. Dijo mientras aterrizaba justo encima de mí. Conseguí gemir y reír al mismo tiempo. —Suéltame, ballena gorda—. Dije con voz áspera. Su cabeza se giró hacia mí y me sonrió. —No hay grasa. Son los músculos de la ballena los que te aplastan. Me reí e intenté apartarle. Justo cuando casi lo había sacado de mi estómago, se puso flácido y me aplastó un poco más. Gemimos simultáneamente. —¿Por qué me has dado en la costilla?—. Dijo mientras apoyaba la cabeza en mi estómago. —Dakota, Suéltame. —Bien.— Después de bajarse y ponerse de pie me ofreció su mano. La cogí con gusto e intenté respirar con normalidad. Volví a mirarle y me dedicó una sonrisa siniestra. Le miré con desconfianza. De repente, me rodeó la cintura con los brazos y cayó hacia atrás. Jadeé cuando mi cabeza se estrelló contra su pecho. —¡¿Qué he dicho Dakota?! Suéltame—. Gemí. Le miré, horrorizada. Tenía el pelo revuelto y los ojos más oscuros de lo normal. —Me dijiste que me bajara—Me bajé—Ahora estás encima de mí. —No te hagas el listo... —¡Dakota! ¡Jenny! ¡Deja de actuar sexualmente! ¡Ven aquí ahora! ¡Tenemos que discutir sus trabajos!— Escuché al Alfa Ian gritar. Me levanté rápidamente y un rubor subió a mis mejillas. Miré a Dakota y le vi mirándome. Levantó la mano para que la cogiera. Puse los ojos en blanco y le ayudé a levantarse. Le oí reírse mientras me rodeaba los hombros con los brazos. Caminamos hacia nuestras familias. —Hola, Maddox—le dije. Empujé los brazos de Dakota y fui a abrazarlo. —Hola, Jenny.— Me dijo. Me dio un abrazo, me levantó y me hizo girar. Me reí y le di una palmada en el pecho cuando me dejó en el suelo. Se rió y le dio a Dakota uno de esos apretones de manos. —¿Estás emocionada por ser la todopoderosa Alfa por un día?—dijo Maddox, sonriendo a Dakota al final. —Sí. Puedo meterte en el calabozo todo el día—replicó. Me reí y les di una palmada en el brazo a los dos. —Sois tan tontos que os lo juro. —Estoy deseando ser Beta mañana. Espero que a las chicas les guste—. Dijo mientras movía las cejas y flexionaba el bíceps. Me reí y le aparté el brazo. —Tengo más músculos que tú. Mira esas cositas escuálidas—dijo Dakota flexionando a Maddox. Los dos empezaron a flexionar para ver quién tenía los brazos más grandes. Me miraron para juzgar. Me puse un dedo en la barbilla y les seguí el juego. Miré a ambos de un lado a otro. Maddox se dio la vuelta, señaló con los brazos hacia arriba y hacia abajo, juntó los labios y me guiñó un ojo. Luego miré a Dakota, que puso los dos brazos delante de él, los flexionó como un loco y me guiñó un ojo. —Mhmm. Creo que el ganador soy... ¡Yo! Los dos sois escuálidos. Se detuvieron y me fulminaron con la mirada. No pude evitar reírme. Pronto empezaron a reírse conmigo y caminamos codo con codo hacia la casa de Dakota. Caminaba en medio de ellos, pero me sentía diminuta comparada con ellos. Ambos medían 1,90 mientras que yo medía 1,70. Enganché mis brazos alrededor de las dos y fui dando saltitos. * —Entonces, Jenny, ¿ayudarás a Dakota mañana? Anthony va a ser el Tercero al mando.— Dijo Ian Alfa. Asentí y caminé hacia Dakota y Maddox. —¿Así que nosotros tres tenemos el poder mañana entonces?— Dije, sonriendo al final. Estaban jugando al COD, así que se limitaron a asentir, con los ojos pegados a la pantalla. Puse los ojos en blanco y me senté en el sofá. Me senté en medio y jugué con sus cabellos mientras jugaban contra otras personas en línea. Dakota se inclinó hacia mis caricias mientras Maddox no hacía nada. Sonreí y cerré los ojos. * El día siguiente llegó como se esperaba. Y déjenme decirles algo. Fue el peor día que jamás había vivido.

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