Ya son dos meses desde la última vez que nos vimos, y por alguna razón hasta la fecha no he tenido respuesta de Diaval, lo cual provocaba que sienta un profundo malestar en mi, es decir, no podía ser tan difícil, el celular estaba al alcance de su mano, ¿por qué era tan difícil contestarme?
—Quizás simplemente se había cansado de mí…
No quería pensar eso, pues tan solo ese fugaz
pensamiento pasó por mi mente, el dolor en mi pecho se hizo intenso, que bajó
hasta mi vientre, y aunque no se notara ya lo sentía muy presente en mi vida.
—No te asustes bebé, tú papá sería incapaz de olvidarnos, aunque no esté enterado de ti, sé que en su corazón ya siente tu presencia, ¿verdad? —me pregunté tocando mi pecho.
—¿Señorita? —siento unos dedos tocar mi hombro y me doy vuelta, encontrando a la enfermera, quien inclina la cabeza ligeramente—. ¿Está bien?
Afirmo mostrando una sonrisa, que en realidad era la máscara a mi malestar.
—Dígame, ¿me buscaba para algo?
—Sí, bueno… Quería informarle que el seguro de su madre ha llegado a su limite.
—¡¿Cómo?!
—Le pido que se acerque a la caja para que pueda solucionar este tema, muchas gracias.
Del mismo modo en el que ella había aparecido, se marchó, dejando más emociones encontradas en mí.
El seguro que cubría los gastos de mi madre ya no podían serle de utilidad, y ahora yo no tenía como ayudarla. No era como si de la noche a la mañana pudiera conseguir todo el dinero que se necesitaba para los gastos médicos.
—Dios… ¿qué voy a hacer? —me pregunté, y ante la ola de incertidumbre, mi cuerpo se sintió débil, mas no podía dejar que la adversidad me venza—. Ahora más que nunca necesito tu abrazo Diaval, tu calor y voz para decirme que todo estará bien… Porque…Porque siento que estoy cayendo a un vacío sin fondo.
…
Regresé a la habitación que donde me estaba hospedando, y con las manos temblando, apoyé mi espalda contra la puerta, mirando a la nada, no tenía manera de encontrar una solución, salvo que dejara de estudiar y me pusiera a trabajar en doble horario.
—No, dejar la universidad no estaba a discusión, me falta muy poco para terminarlo… Quizás el dinero que tengo en mis ahorros pueda servir.
El dinero que el señor Pascal había depositado para mis gastos personales desde que llegué a su hogar, aunque cabía la posibilidad de que él hubiera congelado todo eso, para recuperar su dinero, ya que la fabrica finalmente había sido cerrada sin dar mayor explicación.
—De todos modos, deberé conseguir otro trabajo, él que tengo no será suficiente, mi bebé necesitará pañales y ropa… Por el estado de mi madre, dudo que pueda regresar antes de dar a luz —acaricié mi vientre—. Diaval, ¿por qué no respondes?
Al día siguiente, luego de acabar con mis clases de ese día, fui al banco, solo para verificar si el dinero aún seguí a mi disponibilidad, y grande fue mi sorpresa al encontrarlo intacto, fue un pequeño alivio, aunque sabía que eso se destinaría para los gastos del hospital.
—¿Y si solo tomo un poco? —me pregunté. Podría usarlo para empezar un negocio, algo pequeño de donde obtendría un ingreso que me serviría para los gastos de mi bebé.
Si algo había aprendido de Diaval en los negocios, era que hasta una simple moneda, podía convertirse en miles de billetes.
—Es un riesgo que tengo que asumir —tensando mis labios, di media vuelta, preparada para iniciar con una idea que esperaba me diera soluciones y no problemas.
…
Pagué los gastos médicos de mi madre, tuve suerte que me quedó algo de dinero y con ello compré los materiales que necesitaba para empezar con este proyecto, me hubiera gustado tanto conseguir un local, pero no tenía suficiente, de modo que tuve la idea de promocionarlo por las r************* , esperando que tuvieran impacto en quienes lo miraran, el resultado al inicio, fue decepcionante, no tenía ni un solo cliente, hasta que por casualidad alguien hizo un pedido grande, lo cual para mí fue una luz del cielo.
Desde que había vivido en casa de los Dolciani, tuve curiosidad por el trabajo del señor Pascal, recuerdo que una vez me enseñó la clave del éxito de sus chocolates, que no eran el sabor ni la forma, era la experiencia que se otorgaba al adquirirlo, mas las cosas no siguieron el mismo ritmo, tras ese gran pedido, no tuve más ventas. Quizás no servía para esto y mi rubro estaba en otro negocio. Ya tenía cuatro meses de embarazo y el dinero iba disminuyendo a pasos grandes, si no obtenía pronto un nuevo ingreso, estaría en graves problemas.
Con el dolor de mi corazón, finalmente decidí cerrar, sin embargo, cuando tenía esa idea en mente, recibí una llamada, haciéndome un pedido pequeño, realmente no ganaría mucho, pero decidí que está sería una bonita manera de despedirme de este negocio.
La nueva clienta había recibido mi recomendación por la anterior, me sentí halagada por sus buenos comentarios, y cuando planeaba retirarme tras haberle entregado el pedido, me pidió que armara muchos más para un evento que tendía dentro de poco.
Estuve a punto de decirle que ya había decidido cerrar el negocio, mas con esa propuesta, la sonrisa como las esperanzas retornaron a mi rostro, pero recordé que yo no tenía tanto personal como para encargarme de un pedido de semejante dimensión.
—Bueno, si deseas, puedes venir a mi casa, la cocina es amplia y los empleados podrán ayudarte. Tus chocolates me fascinaron cuando mi amiga me los hizo probar, es algo único que jamás había probado.
Por la emoción, mis ojos se cristalizaron, ella no lo sabía y tampoco tenía que saberlo, pero esto significaba mucho para mí.
—Linda… ¿por qué lloras? —me preguntó amablemente la señora.
—No, solo estoy feliz.
—Tus ojos me dicen que has pasado por mucho, ¿es por el bebé que esperas? —se mostró curiosa.
—Oh no, este bebé es mi fuerza, solo son una serie de hechos que sucedieron al mismo tiempo.
—Me recuerdas tanto a mi hija, siempre sonriendo ante los problemas.
—¿Su hija?
—Oh bueno, cuando estaba entre nosotros —ella tomó mis manos y me miró con la dulzura que una madre lo hace—. Eres muy joven, vas a salir de esto.
—Muchas gracias, señora. Estoy segura que su esposo será muy feliz con los chocolates que usted me pidió para él.
—¿Esposo? No, linda. Son para mi único hijo. Es abogado y vendrá a visitarme, a él le encantan tanto los chocolates.
—Perdone por entremeterme.
—No pasa nada, linda. Es bueno tener alguien con quien conversar de vez en cuando, y más cuando es una muchachita tan tierna y trabajadora como tú.
…
Al final, todo salió perfecto, el evento al que asistí no solo sirvió para tener un mayor ingreso, también para recibir nuevos pedidos, mi negocio empezaba a crecer y mi madre iba teniendo una mejor respuesta en el hospital.
—Listo… —sonreí orgullosa al terminar mi trabajo de la universidad, para luego sacar mi tableta donde tenía apuntado los pedidos—. Sí que son muchos, tal vez pueda abrir un local… Aunque aún es muy pronto para pensar en alto.
Las cosas iban mejorando, bueno… Casi todo, porque me faltaba la persona más importante en mi vida. Diaval…
—¿Qué estarás haciendo, amor mío?
…
En un abrir y cerrar de ojos, me miré frente al espejo con un vientre enorme.
—Un mes más, solo queda un mes para conocernos, mi vida —sonreí acariciando la casita de mi hija, pero del mismo modo que sonreía, la tristeza tomó lugar, porque no estaba Diaval, ni siquiera estaba enterado que sería padre—. No te preocupes, que cuando papi nos vea, te dará el mismo amor que yo te estoy dando.
El movimiento que hizo dentro de mi vientre, fue como obtener su respuesta a mi comentario. Ella me escuchaba y eso me hacía inmensamente dichosa.
—Esperemos que tu abuelita también despierte y te conozca, aunque, ¿sabes? El doctor dice que tiene movimientos, es muy probable que pronto abra los ojos —mis mejillas se mojaron, sentía un dolor profundo en el pecho—. ¿Pero por qué estoy llorando? Si no estoy triste… No estoy…
Me senté en mi cama, teniendo las lagrimas cayendo una tras otra, quizás ya era momento de pensar en que estaba sola, que Diaval simplemente me había olvidado.
—Que ya no me ama… —sollocé llevando mi anillo a mis labios—. ¿Qué hago sin ti, amor mío? ¿Qué hago?
Negué con la cabeza, me limpié las lagrimas y caminé hasta la cuna que estaba cercana a mi cama, vi los osos de peluche que estaban en su interior y lo abracé.
—Debo hacerme a la idea que solo me tienes a mí, mi pequeña… Mamá está aquí para darte el doble de amor, y perdóname y si no contengo el dolor, pero me duele la ausencia de tu padre.
Sus movimientos fueron mi única compañía.
—Diaval, dame una señal por favor… Necesito saber que no me has dejado de amar, te extraño mucho.
…
Fue entonces, que estando en mi último control prenatal, me preparaba para dejar mis últimos pedidos en orden antes de que llegara el momento en que tuviera a mi bebé.
—Sí señorita, estaré llegando en diez minutos, solo que tuve un pedido en mi trabajo, pero llegaré a la cita —le respondía a la recepcionista que me llamaba por mi cita médica—. Voy a tomar tomar el siguiente…
No lo vi venir, no supe como no me di cuenta, el semáforo daba la señal para que pudiera cruzar, solo recuerdo que mi celular fue a parar al suelo, destruyéndose la pantalla.
Lo siguiente que pasó fue cuando me llevaban en la camilla y escuchaba que se debía proceder con mi parto, no sé que más sucedió, mas al despertar me hallé sin mi bebé, todo lo que observaba era a las otras mamás con sus bebés, mientras que yo solo sentía un dolor terrible en todo mi cuerpo.
Pronto vi como traían a un bebé que era de otra de las mujeres que estaban en la misma habitación que yo, pero la mía nunca llegó, y en su lugar solo obtuve…
—Lo siento mucho, no se pudo hacer nada para salvarla.
—¿Qué me está diciendo? —casi podía oír como mi corazón se destruía.
—Lo lamento, pero cuando retiramos a la bebé, su corazón ya no latía. La bebé murió.
—No, no ¡NO! ¡NO! —grité quitándome la vía que estaba conectada a mi vena—. ¡NO! ¡Mi bebé, no!
Una enfermera tuvo que abrazarme, pero yo solo pude gritar con el alma rota.
—¡MI BEBÉ, NO!