Prólogo
—No entiendo que esperamos, ya todos estamos reunidos —digo con desespero, ansiando que las puertas de la fábrica sean abiertas—. ¡ABRAN!
—Hermano, aún debemos esperar al abogado —mi joven hermana trata de convencerme, pero ya estoy harto.
Soy Diaval Dolciani, no recibo ordenes, soy quien las da.
—Así se habla, mi vida. ¡Ya escucharon a su amo, abran! —añade Hera, apoyando sus manos en el respaldo de mi silla.
Sin embargo, todo queda en absoluto silencio, cuando las puertas se abren por breves segundos, dejando ingresar un lujoso que se detiene frente a nosotros.
De algún modo siento unos latidos fuertes en mi pecho, lo cual termina por empeorar, cuando finalmente veo salir a la persona que todos esperaban. La esposa secreta de mi padre.
—Lys... —pronuncio su nombre.
No puede ser, debe ser un mal entendido, ella no puede...
Mi mente me trae recuerdos y no puedo evitar retroceder a la última vez que la vi. Ese cabello n***o, esa mirada azul, sus piernas largas y suaves... Mi ex prometida.
—Señor Diaval Dolciani —dice el abogado que baja tras ella—. La señorita Landi; ella es la viuda de su padre.