—Despierta… ¡Lys! —estaba en pleno sueño, lo merecía, después de los exámenes de la Universidad, mi cuerpo solo quería descansar, los movimientos de mi espalda, hizo que tuviera que interrumpir mis horas más pacificas.
—Oh Brisa… —le contesté, frotando mis ojos frente a la hermana menor de mi querido Diaval—. ¿Qué ocurre? —pregunté, dando un largo bostezo que oculté tras mi mano.
Aún estaba algo dormida, pues muy aparte de los exámenes, había tenido una cena maravillosa con el hombre que se roba mis suspiros, no podía evitarlo estaba muy enamorada de él.
—Lys, pero tu celular lleva sonando toda la mañana.
—¿Cómo? —dije confundida, ya que no lo había escuchado.
—Así es, lo dejaste anoche en la cocina, y estuvo sonando hasta ahora, al parecer alguien se quiere comunicar urgentemente contigo, deberías contestar.
Y así lo hice, agradecí el gesto a Brisa, ella era tan linda, muy diferente a su hermano en aspecto físico, pero de un hermoso y puro corazón como el de él.
Luego de que ella se marchara, tras haberme hecho este gran favor, le di una mirada a mi celular, descubriendo que tenía más de veinte llamadas; cosa que hizo que me espantara y terminara de despertar por completo, sin embargo, las cosas irían peor, cuando al verificar el número, descubrí el de mi madre.
…
No tuve que hacer un gran esfuerzo para tener la noticia completa. Mamá estaba grave en París, su empeño por seguir una vida llena de adicciones, le trajo consecuencias que ahora parecían no tener solución.
Había sido encontrada en su departamento, estaba completamente desnuda en la tina del baño con jeringas de dudoso contenido que ella misma se administraba. Solo de imaginarlo causó un dolor punzante y sangrante en mi pecho.
Recordar aquellos hermosos días en los que era esa dulce mujer quien me despertaba con besos en la frente, hizo que mi niña interior llorara.
No había tenido comunicación con ella desde que me dejó, pero ahora necesitaban que alguien respondiera por ella. Mi madre no tenía a nadie más que a ella misma en aquella ciudad.
—¿Puedo pasar? —escuché los suaves golpes en la puerta, reconociendo al instante de quien se trataba—. Me coloqué la bata al levantarme y luego de estar más decentemente vestida, dejé que entrara—. Pequeña Lys, por tu rostro parece ser que ya lo sabes.
—¿Lo de mi madre? —asentí con el rostro afligido.
—Pequeña, no llores. No es tu culpa, fue ella quien tomó la decisión de meterse tantas cosas a su organismo.
—Es mi mamá… —sollocé, recibiendo el abrazo protector que tanto necesitaba.
—Sabes que por el dinero…
—Oh señor… Usted es muy generoso, se me cae la cara de vergüenza al tener que involucrarlo tanto en mi vida.
—Pequeña… —él tomó mi rostro entre sus dedos y me observó con tanta paternidad, que realmente deseé que por un momento el mío estuviera vivo.
—Soy tu tutor, pequeña, y aunque ya eres toda una señorita, nunca voy a dejarte sola, te he visto crecer, eres como mi hija, como la hermana de mi Brisita.
—¡¿Qué está pasando aquí?! —se escuchó la resonar a la voz envuelta en furia de la señora Inés.
Tanto el señor Dolciani como yo nos mostramos tranquilos, pero la mirada de su esposa fue todo lo contrario.
—¡¿Qué hacían juntos y encerrados aquí?!
—Inés, ¿Qué estás insinuando? —guardando sus manos en sus bolsillos, miró con dureza a su esposa.
—¡Yo no insinúo nada, solo digo lo que veo! ¡Y da la casualidad que te encuentro en la habitación de está, completamente solos! ¡¿Qué quieres que piense?!
El escandalo que ella hizo, se extendió por toda la casa, llamando la atención de todos en la casa, entre ellos de Diaval.
—Madre, ¿qué es lo que pasa? ¿Por qué tanto escandalo?
—¡Claro! Yo soy la desquiciada, ¡Pasa que encontré a tu padre con está a solas!
Diaval desvió la mirada en mí, deteniéndose durante segundos en mis ojos, yo le negué con mi rostro, sintiendo un gran temor.
—Ya fue suficiente, si estoy aquí, es porque tuve comunicación sobre la madre de Lys, no está bien, y puedes confirmarlo si llamas al número que está aquí —Evidentemente molesto, el señor Dolciani, le entregó una tarjeta que sacó de su bolsillo, marchándose de la habitación.
Ella observó el objeto, luego sus ojos me fulminaron y se alejó, del mismo modo que los demás sirvientes que estaban cerca.
—Diaval… ¿Tú si me crees?
—Debo irme al trabajo ahora, te veo en la noche.
Sin dejar que siquiera lo toque, se fue en absoluto silencio.
—Diaval… —caí sentada en mi cama, con una sensación de vacío. ¿Acaso él…? ¿Dudaba de mí?
…
Y una semana después, no podía concentrarme bien, era notoria mi preocupación. Las llamadas para recibir información de mi madre, seguían siendo cada vez más constantes y su estado parecía solo empeorar.
Entonces, tuve que tomar una decisión, no era algo fácil, pero hay cosas que una hija debe hacer.
—¿Cómo dices? —fue la primera impresión de Diaval, cuando le comenté lo que ocurría.
—No sé cuando tiempo me tome, quizás sea solo un par de semanas, o unos meses, pero…
Sosteniendo mis mejillas, me besó con dulzura en los labios.
—¿No te molesta?
—Por supuesto que no, se trata de tu madre, y el tiempo que te tome estar lejos, yo esperaré por ti.
—L-¿Lo dices en serio?
—En absoluto, eres todo lo que está bien en mi vida. Mi pequeña Lys, no importa la distancia, yo estaré apoyándote.
Aquellas habían sido las palabras que yo esperaba recibir, pero… Que tontería… De todas esas hermosas palabras, solo quedarían el recuerdo que hoy solo me causarían risa, pero de amargura.
…
Poco antes de tener que irme, el señor Pascal tuvo un percance que no le permitió ir a una invitación, razón que llevó a que Diaval y yo tuviéramos que ir en su lugar.
La verdad es que sería un momento realmente bello, una manera muy dulce para despedirnos temporalmente, mas cuando creí que me llevaba el mejor recuerdo, recibí uno segundo que haría estallar de felicidad a mi corazón.
—Amor… —susurré con mis ojos brillando, observando el anillo que él colocaba en mi anular.
—Cuando regreses, está promesa se hará real.
—Diaval… Esto… ¡Te amo! ¡Te amo! —lo repetí dos veces, siempre lo hacía así, pues era curioso que hasta ahora él jamás lo decía, sin embargo, yo lo decía por ambos.
Esa sería nuestra promesa, el deseo por estar juntos y ser finalmente uno solo. Parecía que no existiría nada que lo impidiera, ¿O tal vez sí?
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El día en que tuve que partir llegó, había arreglado los papeles de la universidad, para poder llevar mis estudios a distancia, lo cual era beneficioso para mí. Esperaba que Diaval me llevara al aeropuerto, pero no lo hizo, pues tenía algo muy importante que hacer en la oficina, de modo que las últimas personas que vi antes de marcharme, fueron al señor Pascal y a la angelical Brisa.
Sé que los volvería a ver, pero sentía algo raro en mí, unas inmensas ganas de llorar, no entendía, pero la sensibilidad estaba a flor de piel, y fue de ese modo que, me despedí de quienes fueron mi familia por cinco años.
…
Llegar a una ciudad de otro país, no era emocionante como lo creí, supongo que se debía a que las razones de mi llegada eran por motivos preocupantes.
Lo primero que hice luego de hospedarme en una habitación, fue ir a visitar a mi madre, la ví después de tantos años, pero cuando visualicé su rostro, fue como si hubieran sido décadas para ella. Fue muy impactante y desgarrador, pero tuve que ser fuerte, ahora yo era lo único que tenía.
Pasaron tres semanas, la situación de mi madre seguía igual, mas algo ocurría conmigo, no sabía si era por cansancio, pero tenía constantes mareos y mi apetito no era el mismo, podía decir que hasta lo que más me gustaba ahora me producía asco.
No tenía idea de lo que pasaba, de modo que me hice unos exámenes para saber si algo malo estaba pasando conmigo. La respuesta que obtuve fue como si un muro de ladrillos cayera sobre mí.
—Está embarazada, los resultados son muy claros.
Estando frente al doctor, me quedé atónita. ¿Embarazada? Eso era imposible… Aunque… recordando las veces en las que Diaval y yo estuvimos juntos y no nos cuidamos… Definitivamente no esperaba esto, me encontraba asustada, aún tenía mucho por hacer en mi vida, pero… Ya estaba en mí, mi bebé estaba creciendo dentro de mí.
—Diaval… Él no lo sabe.
—¿Perdón? —contestó el médico.
—El padre de mi bebé no lo sabe.
—Lógico, si ni usted lo sabía.
—T-tengo que contárselo —saqué mi celular, saliendo del hospital para tener mayor cobertura.
Esperé por diez largos minutos, tratando de que me contestara, pero no había resultado, quizás estaba ocupado, así que le dejé un mensaje de que tenía algo muy importante que decirle, esperaba que con esto al menos me respondiera lo más pronto posible.
Mas no fue así.
Un día tras otro, así fueron trascurriendo, y no sabía nada de él. Llamé a la casa Dolciani, y fue el mismo resultado, empezaba a preocuparme, pero estando lejos, no había manera de saber lo que ocurría, hasta que vi en una de las revistas que vendían cerca al hospital, una foto que hizo que mis ojos se abrieran con mayor intensidad.
“El matrimonio Dolciani se rompe, y la fábrica cae en crisis”
—Eso no puede ser verdad —incrédula, negué con la cabeza e insistí en llamar, teniendo el mismo resultado que hace días.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué nadie responde? Tengo miedo.
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POV Diaval
—Ahora lo sabes, ella es la responsable de que todo en nuestra familia se haya ido a la quiebra y de que tu padre ha tenido a su amante entre nosotros —mostrándome fotos y cartas que yo no podía creer, la miré horrorizado. Eso no era cierto… Algo dentro de mí me lo gritaba, pero fue mi rabia la que tomó control en mí, cegándome por completo en un odio desmedido.