¿Odiar?

1729 Words
—Mami, mami… —me decía saltando en su cuna, ella estaba ansiosa para que yo la sostuviera en mis brazos, sus encías aún no tenían la dentadura completa, lo cual la hacía lucir adorable, sus mejillas rosadas y alegría contagiosa eran mi dicha. La miré con la misma sonrisa en mis labios, y sin mucho que pensar la pegué a mi pecho, sintiendo una calidez única que trapazaba mi pecho, hasta llegar a mi corazón. —Mi niña… Mi hermosa niña —estaba muy feliz, pero sin comprenderlo, mis mejillas se mojaron y a pensar que mi hija era pequeña, la sentía muy liviana, era como si no tuviera nada entre mis manos. No hallaba explicación, entonces volví a verla a esos ojos azules, mas su rostro empezaba a ser transparente, llevándome a sentir una desesperación que en mi cuerpo era como miles de piedras cayendo a la vez—. No… ¡No! —mis ojos estaban bien abiertos y por más que traté de aferrarme a mi hija, ella terminó desapareciendo frente a mí—. ¡No, mi vida no…! —¡Mi hija! —grité, despertando en la oscuridad de mi habitación, encendí la lampara, descubrí mi frente y mejillas húmedas por el sudor, miré rápidamente a mi derecha, y como si mi sueño pudiera manifestarse en realidad, me levanté para buscar con mis manos la cuna que ya no estaba conmigo. Estiré las manos y solo sostuve el aire, la nada. Una sensación de vacío me invadió, solo pude abrazarme a mí misma y respirar hondo para aceptar que esos sueños jamás se harían realidad. Y mientras estaba sumergida entre mis pensamientos, la puerta de mi casa, era golpeada una tras otra vez, me acerqué a la ventana para mover la cortina, descubriendo que ni siquiera había amanecido, por lo que seguro aún estaba media dormida, y mi mente ya me estaba jugando malas bromas, pero los golpes siguieron insistiendo, así que, luego de ponerme la bata salí a verificar si era en realidad una persona o ya necesita ir con urgencia a un psiquiatra. Mi sorpresa fue cuando encontré una mirada verde cristalina y una cabellera dorada desordenada. —¿Brisa? —apenas dije su nombre, ella se pegó a mi pecho, abrazándome con todas sus fuerzas, soltando una larga exhalación. —Oh Lys, gracias al cielo he logrado dar con tu dirección. Ya no lo soporto, no puedo seguir viendo como en mi familia todo se sigue despedazando. Mi papá murió y ya no tengo a nadie —mi pecho sintió sus mejillas humedecerse, por lo que levanté mi mano para acariciar su cabellera —. Mamá te culpa, pero todo estaba mal desde mucho antes de que llegaras a casa… Eres lo único cercano que tengo con quien hablar. —Pero cariño, ¿Has salido de casa sin decirle a nadie? Ella asintió, y al ver el estado en que se hallaba, no fue difícil concluir que así había sido. —No creo que nadie note mi ausencia. Desde que papá murió solo están preocupados por el dinero, y ahora como tú has heredado los bienes de mi padre, el asunto ha empeorado. Exhalé, invitándola a pasar, para ofrecerle una taza de té que serviría para que tuviera algo de calor, ya que sus brazos eran como carne congelada. —Gracias, Lys —me contestó, al recibir la taza humeante en sus manos. —Gracias a ti, no suelo tener visitas, menos con quien charlar, y aunque no es un ahora adecuada, me alegra que seas tú, pero ahora dime, ¿cómo descubriste donde vivo? —Emm… Bueno, como papá y yo éramos muy cercanos, él me dio este número —Brisa sacó una tarjeta de su bolsillo, cuando miré el número, descubrí que se trataba de Jeremy—. Papá me dijo que él me ayudaría a encontrar respuestas, entonces lo llamé y le pedí tu dirección. —¿Y te la dio? —Por eso estoy aquí, es un hombre muy agradable, lo había visto un par de veces en el despacho de mi padre, más que su abogado, era como un amigo. —¿Lo crees? —ella asintió. —Y muy guapo —agregó enrojeciendo con sus mejillas al punto que pude descubrir que a ella parecía atraerle. —Brisa… Tú… —¡No! Mi madre no lo permitiría, seguro me encerraría en un convento antes de que pusiera mis ojos en un hombre que para ella es su enemigo. —¿Enemigo? —probé el primer sorbo de mi té—. Pero si él solo hace su trabajo. —Para mi madre, todo aquel que según ella haga lo que va contra sus deseos, es su enemigo. —Entonces, no ha cambiado nada. Brisa negó con la cabeza. —Me temo que la idea de mamá es únicamente hacerse poseedora de las riquezas de mi padre. Solo con eso podrá estar tranquila. —Pero no comprendo, tu madre también tiene dinero. —Así es, mas nunca es suficiente, siempre ha sido ambiciosa, quiere que todo salga como ella quiere. Si no puede manejarlo, lo obliga, pero lo hace. —Ya veo… Con esto solo comprobaba el temor del señor Pascal, que esa mujer arruinara todo lo que en vida había logrado, hundiendo en el fango el apellido de los Dolciani, y claro, la preocupación por cuidar de su hija. —Por eso… —Por eso ¿qué? —Yo he aprendido muchas cosas, no soy solo una niña rica que se conforma con tener todo en al alcance de sus manos, puedo hacer las tareas del hogar, y pensé en que tal vez podría venir a vivir contigo. ——————— POV Diaval —Amor, déjame ayudarte —dice Hera, levantándose de su silla para ayudar a que yo ocupará mi lugar en le mesa. —No hace falta —le respondí—. No tengo hambre. —Pero… —Hijo, escucha a tu mujer. —¡Ya dije! Tengo que ir al banco, ¡¿Acaso son sordas?! —Diaval, amor solo nos preocupamos por ti. —¡Pues no quiero que se preocupen por mí! ¡Basta! ¡Basta! —exclamé, levantando el bastón, provocando que la charola que una de las empleadas llevaba, terminara en el suelo con todos los alimentos regados por el suelo. —Voy a ver a Valentino, y no quiero que nadie más se meta en mis asuntos. … Salí de casa, saqué la llave de mi bolsillo para subirme en mi auto. No sé cuánto tiempo demoré en volver a aprender a manejar, luego de que el accidente me dejara prácticamente inservible. —Ni una sola llamada, ni una carta o mensaje… —. Bueno, ahora sé que mientras yo estaba postrado, tu te divertías de lo lindo con el viejo, ¿Quién diría que esa carita de no matar una mosca? Sería solo una máscara de una viuda negra, una araña venenosa, cuya presencia solo significaba peligro. Acomodé los espejos de mi auto, removiendo los estúpidos recuerdos que querían llegar a mi mente. —Debo solucionar esto y no pensar en cosas sin importancia. La casa de mi amigo, no era tan lejana a la mía, por lo que sin tener que hundirme en las horribles horas del tráfico, llegué a su propiedad. A penas descendí de mi vehículo, él apareció llegando de trotar. —Diaval, que sorpresa tenerte tan temprano aquí. —Tengo que consultarte algo, será rápido, porque luego tengo que ir al banco. —¿Tienes algún problema económico? —Supongo que mejor te lo cuento yo, pues los periódicos y demás medios lo sabrán en cualquier momento —tomé una pausa para apoyarme en mi bastón—. Mi padre le dejó todo a su esposa. —¿Esposa? ¡Vaya! Eso es una noticia que no me esperaba, ¿Y quién resultó ser? —Lys Landi. Soltando a carcajadas, él se tocó el abdomen, casi le faltaba el aire. —Que buen chiste, Diaval, pero ya dilo, ¿quién resultó ser la esposa? —Me ves con cara de hacer bromas. —Siempre has tenido cara de velorio, así que no sabría decirte. —¡Esta no es una maldita broma! —Pero es que lo que dices no tiene lógica. Lys era tú… —Lo que haya sido no tiene importancia. Ahora solo es una mujer que amenaza a mi familia con su presencia. No la quiero cerca, ni siquiera tolero decir su nombre. —¿Estás seguro, amigo? Por tu expresión diría que es… —¡Ten cuidado con tus palabras, Valentino! Esa mujer es más falsa que las promesas que hicimos. —Estás sacando conclusiones muy rápido, amigo. ¿Acaso han hablado? —No tengo nada que hablar con ella —resoplé. —Supongo que no tengo como argumentar contra eso. Siempre he dicho que para sacar conclusiones se deben oír las dos versiones, pero… —Aquí no hay nada que oír, simplemente son evidencias irrefutables, y si vas a defenderla en lugar de entenderme, creo que he errado al venir. —No, Diaval, amigo no es así. Yo no estoy del lugar de nadie. Solo pienso que tal vez podrías escucharla y… Al menos para deshacer ese odio infundado, ¿Realmente no quieres volver a verla? Cerré mis ojos, teniendo un breve recuerdo. *Flashcabk* —¡Umm! —ella se dio un brinco del susto, cuando mi mano resbaló a su rodilla, dejando adentrarse entre sus suaves muslos. —Perdona Lys, creo que estoy acelerando las cosas. —No, no es eso —sus mejillas enrojecieron—. De hecho, me gusta sentirte, pero… Aún no estoy lista. —Tranquila —la rodeé en mis brazos, besando su frente —. Voy a esperarte, mi pequeña, y cuando llegué ese momento, lo atesoraré por el resto de mi vida. —Entonces… ¿No me odias? La miré extrañado. —¿Por qué debería odiarte? —Es que yo creí que… —Me gustas así tal cual eres, lo otro no cambia nada. —Te amo —dijo con la suavidad de su voz en mi pecho. —Y yo te quiero, mi pequeña. *Fin flashback* —Sigue practicando tu deporte —miré mi reloj—. El banco abrirá en unos minutos.
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