Una foto

1283 Words
POV Lys —Brisa, lo que me pides es muy complicado, tú aún vives bajo la tutela de tu madre —me levanté para llevarme las tazas vacías—. Y por más que tú estés de acuerdo, tu madre se opondrá. —Ya tengo la edad suficiente. —¿No estás cómoda con tu mamá? —No es eso, en realidad la amo, pero es complicado hablar con ella, de hecho, siempre fue así, aunque siendo honesta, todo empeoró desde el problema de mi hermano. —¿Hablas de la causa de que use un bastón para movilizarse? —Exacto —me contestó—. Ya sabes como es mi hermano, lo conociste muy bien. Testarudo, siempre diciendo que no necesita ayuda, y pues… Debido a su obstinado comportamiento, lo ha llevado a tener muy pocos amigos. Ahora que lo recuerdo, Diaval era un hombre muy popular entre los empleados de Dolciani, era como el jefe soñado. —¿Sigue siendo amigo de Valentino? —Lo es, en realidad es el único amigo que le queda. Me di cuenta que la conversación iba encaminándose a Diaval, de modo que decidí pasar a otro tema. Esto no era lo correcto, no estaba nada bien. —Lo que puedo hacer es ofrecerte mi casa cuando quieras, me alegra tener visitas, más si se trata de ti. Eres bienvenida Brisa. —Pero… —Eso hará que a tu madre le de más motivos para odiarme. —Oh no, aunque… Tienes razón. Mamá sería capaz de acusarte y hasta de abrirte un proceso de investigación. —En cierto modo no me preocupa, si alguien me ataca, tendré que responder se manera legal. —Lys —se vuelve a acomodar en el sofá—. ¿Cómo es que papá te pidió matrimonio? —Oh… Bueno… —no sabía como responderle—. Verás… Al ver como tropezaba con mis palabras, sonrió mostrándome una angelical sonrisa. —Está bien, no es necesario que lo hagas y no estoy aquí para juzgarte. Soy feliz de saber que papá fue feliz, aunque sea en sus últimos días —poniéndose de pie, inclinó la cabeza en señal de despedida—. Hace mucho tiempo que no tengo una conversación tan tranquila con alguien, espero que me permitas visitarte más seguido. Asentí sin dudarlo. —Claro que sí. … Cuando Brisa se fue, me cambié del pijama a algo más cómodo, un short desgastado y una camiseta de algodón, lista para empezar con mis labores de hogar. —Debí pensar bien al comprar una casa tan grande, es muy espaciosa como para una persona —me dije a mí, mirando mi enorme vivienda. Recuerdo que cuando el señor Pascal aún vivía, me comentó de que necesitaba que yo estuviera cerca, por lo que sería mejor que me quedara en una casa y no en un hotel. *Flashback* —¿Está seguro, señor? —Por supuesto, tómalo como un obsequio por ayudarme. La vendedora estaba más que feliz por vender la casa más grande que ella tenía a su cargo. —Pero… Aquí fácilmente podría vivir una familia entera con muchos niños, y yo… —Y los tendrás, Lys. Con la persona adecuada, pero los tendrás. El tiempo es el mejor para estos casos. —Eso es imposible, señor. Yo no podría… —¿Quizás quieran un momento a solas para que recorran la casa y puedan convencerse? —la mujer se fue con la sonrisa de oreja a oreja, pues estaba convencida de que tenía la venta hecha. —Señor Pascal, esta casa es mucho para mí, prácticamente podría caerme de las escaleras, romperme un hueso y nadie escuchaba mis gritos. —No seas pesimista, Lys. —Pero es que… —Escúchame, hija —me interrumpió, colocando sus manos en mis hombros—. Si algo me queda claro en esta vida, es que hay una cosa de la que no puedes estar seguro, y eso es sobre tu destino. Arriésgate, vive, disfruta. Me hubiera encantado decirle estas cosas a mi hija, pero ella es muy sensible y cuando ella llora, yo no lo resistiría. —Usted es un gran padre, señor Pascal, sin embargo, hay una gran razón por la que yo no podría aceptar esta casa… —¿Es por el bebé? Absorta, quedé boquiabierta, pero sacudí mi cabeza, al creer que todo había sido producto de una mala jugada de mi mente. —¿De qué bebé me habla, señor Dolciani? —Escucha Lys, si no lo mencioné, es porque no quería incomodarte, y por lo sensible que debes estar pero no puedes estancarte ahí. —¿Usted sabía de…? —De tu bebé… Realmente no —contestó, mostrando en su expresión el sentimiento que a mí me embargaba—. Lo supe después de lo que te ocurrió, ojalá hubiera podido hacer algo por mi nieto. —Nieta… —lo corregí, bajando la mirada con una profunda pena—. Era una hermosa niña, faltaba muy poco para nacer, pero… —Hija… —me rodeó en un abrazo paternal—. No es necesario que recuerdes ese desafortunado suceso— limpió mis mejillas con sus pulgares—. Pero no te cierres a la posibilidad de tener una familia. No te pido que sea con mi hijo, porque eso lo decidirás tú. Mi nieta desde el cielo, estaría muy feliz por la mamá que le hubiera tocado. Conmovida, terminé aceptando la casa, teniendo en mente que algún día este gran vacío, sería llenado por risas de pequeños que me dirían mamá. *Fin flashback* —Lo cierto es que aún no me siento lista para imaginarme con una nueva familia. Aún las heridas no están cerradas del todo. Miré los sofás y demás muebles, no me gustaba la manera en que estaban acomodadas. —Es hora de ejercitarse. Empecé a mover uno que otro objeto, lamentablemente otros terminaron estrellándose contra el suelo, que no me di cuenta que alguien tocaba mi puerta. —¡Ya va! —exclamé —saliendo con algo de polvo en el cabello y rostro. Encontré a Jeremy parado con su portafolio, muy elegante y limpio, todo lo contrario a mí. —¿Llegué en mal momento? —Oh… Verás… Estaba haciendo limpieza y creo que una casa tan grande nunca queda del todo limpia, quizás piense en contratar a alguien que lo haga por mí. Con lo de la fábrica, apenas y tendré tiempo. —Es verdad, pero ya que estoy aquí, no me quedaré a solo mirar. Estiré mis brazos, evitando que él hiciera lo que pensaba. —No, tú estás todo limpio, Jeremy. —¿Y qué? —La imagen de un abogado es muy importante. —Lo es, pero tampoco olvides que somos amigos, Lys —él estiró su brazo, quitándome algo del cabello—. Solo dime donde podré dejar mis cosas y con gusto te ayudaré. —Oh Jeremy… Gra… —Nada de gracias, porque te cobraré. —¿Qué? —Ja, ja, ja. Es broma, debiste ver tu cara, Lys. Olvidalo, dime por donde empiezo. —Emm, podrías darme tus cosas y empezar por donde creas conveniente. —Muy bien —él procedió a quitarse el abrigo y a doblar las mangas de su camisa, dejando lucir un torso que aunque cubierto, estaba muy bien trabajado, no pude evitar pasar saliva. Los ojos estaban para mirar, y no soy ciega. —Toma una foto, te durará más —me sonrió guiñándome el ojo procediendo a empujar uno de los sillones. —Muy gracioso, mira como me río —sí, era solo una broma, pero por más que quería la risa no salía como antes lo hubiera hecho.
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