Episodio 4

1025 Words
NADIE PUEDE IR EN CONTRA DE MIS DECICIONES. De un folder saco tres documentos y sobre la mesa tres cuchillos finos. Oscar toma el índice derecho de Leo Salvatore para completar el ritual al igual que Lionel y Ángelo. Los tres hicieron el juramento y luego designar las funciones de cada uno di como finalizada la reunión. … — ¿Cuál es la primer orden del jefe de jefes? — Pregunta mi amigo Lionel. — Quiero la cabeza de fausto Ricci. Búsquenlo en la cueva donde se ha escondido por diez años y lo quiero con vida, es hora de cobrar la muerte de mi padre. —Encontré al maldito dos años después, creyó que había olvidado la ofensa, que me había acobardado por ser un jovencito inexperto sin saber que me he preparado para esto por una década. — Ahora mismo Theo, imagine que pedirías esto. ROMA, Italia. (Hora CERO) Tres días después de la reunión, Lionel y nuestros mercenarios viajamos a Roma. No debería estar aquí, ya que como jefe de jefes debo mantener un perfil bajo, mi cabeza es la más importante en el mundo criminal y la que todos quieren. Mi equipo de combate no deja ver mi rostro al igual que el de los demás, algo que desde hace tiempo ordene en cambiar. Los trajes están hechos de Kevlar especial lo que los hace resistente a las balas. Las armas son letales y las mejores en el mercado. ¿Qué es lo que más duele? —La familia— y por eso estoy aquí, ellos asesinaron cobardemente a mi padre y hoy estoy aquí para cobrar viejas deudas. —Ya estamos listos, la familia Ricci está reunida en la casa. Los tres primeros grupos ya están listos y han estudiado el perímetro y los anillos de seguridad exterior, adentro veremos con que nos encontramos. Asentí a Lionel después de ponerme la máscara antigases y el casco. Mis armas estaban listas y cargadas y me asegure por última vez de que mi equipo este asegurado correctamente. —Vayamos por la presa y acabemos con esa escoria de una vez por todas. Se dice que la familia Ricci es una de las más peligrosas e influyentes de esta zona, sus negocios van más allá de lo correcto, uno de sus negocios es el tráfico de órganos y trata entre ellos. Nosotros no jugamos con la vida de inocentes, solo la arruinamos con las drogas que consumen o con las armas que nos compran. Los camiones blindados fueron abordados por los cien mercenarios que penetrarán las inmediaciones de la villa Ricci en las afueras de Roma. Un pequeño paraíso que estará lejos de serlo después de la sangrienta cacería que les tengo preparada. Mi pecho es ahora un motor que ruge elevando mi adrenalina como nunca lo había hecho, nada debe salir mal o no habrá próxima vez en un largo tiempo. Los Ricci son sanguijuelas escurridizas a la hora de ocultarse. Llegamos al lugar donde dejaremos los vehículos para no llamar la atención de nadie, es de noche y nuestros trajes negros se camuflan en la oscuridad de los alrededores. Lionel y Ángelo se sitúan a mis costados mientras los primeros tres grupos de veinte hombres cada uno avanzan. No son detectados, fuimos entrenados para convertirnos en espectros indetectables. Una luz roja en el puño de unos de mis hombres da aviso de que podemos avanzar. Son casi cien metros que debemos correr rápidamente para alcanzarlos. —No hubo bajas señor. —Informan por el auricular. Al parecer toda la seguridad en su mayoría se encontraba afuera, los últimos dos grupos se adentraron a la casa y acabaron con la seguridad en menos de un minuto. Agiles y certeros dejaron los cuerpos de los pobres diablos tendidos en el suelo. Me dirigí al gran comedor con pasos lentos. Mis hombres tenían las bocas de sus armas pegadas a los cráneos de los veinte Ricci que permanecían sentados en la mesa, entre ellos niños y mujeres. Mientras revisaban los tres pisos superiores yo aguardaba antes de emitir palabra. Me picaba la mano por sacar mi daga de la muslera para no degollar en frente de todos ellos al maldito infeliz que sonreía en la cabeza de la mesa. Ángelo y dos hombres más traían a rastras a una joven fiereza que daba batalla aun sabiendo que no tiene escapatoria y la tiran a mis pies cayendo de rodillas mientras le apuntan a la cabeza. —Shhh… Silencio ¿A caso no te enseñaron que no hay que hacer espectáculos cuando hay invitados en casa? —Ella escupió mi bota e insulto. Es una joven de carácter complicado, no veo miedo en sus ojos. Me agache para tomarla del pelo y abofetearla fuertemente dejándola tirada en el suelo como cuando pateas un animal. — Amarren a ese gato salvaje, me divertiré con ella. Siguieron mi orden sin dejar de apuntarle al cuerpo. —¿Me esperabas Fausto? —No vuelvas a tocarla o… Me reí en su cara, de verdad es un viejo idiota. — ¿O qué? No estás en posición de amenazar a nadie. ¿Sabes al menos quien soy y por qué estoy aquí? —Mire a todos y cada uno de los presentes. — ¡Alguno tiene puta idea quien es Theo De Luca y quien fue su padre! El bastardo de Fausto abrió sus ojos a más no poder por la sorpresa y al notarlo mi sonrisa no se hizo esperar. — Theo De Luca está muerto al igual que la puta de su tía. Ambos están en el infierno acompañando a su padre. — Pues, Resucité, al igual que mi tía. Ella te envía sus mejores deseos. La próxima vez asegúrate por ti mismo que los cuerpos que te entregaron sean los de la familia que mandaste a asesinar. Yo vine personalmente para que no me pase lo que a ti. Lionel me entrega una carpeta y un bolígrafo y se lo entrego. — De ninguna manera firmare estos documentos. ¡No te entregare mis negocios! — ¿No? Es una lástima que no accedas por las buenas.
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