Tres días después de llegar a la villa, mi tía se había ocupado de atender a la niña de ojos azules, descubrimos que ella tiene 21 años y es un puto peligro. Ya mato a cuatro de los hombres que le llevaron las comidas básicas.
— No come, no bebe agua y se niega a asearse. Ha intentado quitarse la vida con su ropa. Si no haces nada, se nos morirá antes de que tú lo hagas. —Se queja mi tía Tessa.
— Mi intención no es asesinarla, me ha gustado desde el momento en que la vi. De quererla muerta lo habría hecho junto a su familia.
Abrió sus ojos muy grandes.
— ¿Qué estás diciendo? ¡Acaso te estas escuchando! ¡No puedes traer a nuestro territorio a la hija del hombre que se llevó la vida de tu padre! No consentiré que hagas esa estupidez.
— ¿Te olvidas con quien estás hablando? Puedo hacer lo que me venga en gana.
— Aquí no sobrevivirá, si se enteran de lo que intentas hacer se te vendrán encima.
Solo se entra a la cosa si eres siciliano, ella es romana y para agregar más caos a la situación, es la hija del asesino de mi padre.
—Lo sé, pero sin ella no poder tomar posesión de los casinos en América, los cuales mi gente no ha podido invadir y tomarla como mi propiedad. Y si para eso debo casarme con esta pequeña furia, no me importa. Nadie se vendrá encima del Capo del Tutti Capi, después de lograr mi cometido me desharé de ella.
Ella se quedó ahí parada, estupefacta.
—No quiero que te sacrifiques por unos cuantos millones de Dólares. No lo necesitamos, si no puedes penetrar los casinos déjalo, puedes tener los tuyos, no te falta dinero.
—Tía, dije que les quitaría todo y eso hare. Ya le di libertad a miles de mujeres obligadas a prostituirse, he acabado con las clínicas donde asesinaban a inocentes para vender sus órganos y con ese dinero he hecho obras de bien, incluso ayudando a muchas de esas personas a volver a casa.
Salió furiosa de la habitación azotando la puerta. Entiendo su molestia, pero es necesario.
Llegue a la celda, los subsuelos de la villa están llenas de ellas, pero hasta ahora solo tengo a una sola invitada. Una después de siglos, nosotros no tomamos rehenes, los liquidamos evitándonos la molestia de lidiar con sus cuidados.
Tome un cubo de agua fría y arroje el contenido sobre el cuerpo de la mocosa que desde que llego lo único que ha hecho es fastidiarme los días. Debo admitir que tiene buen cuerpo y curvas de infarto, toda una diosa Romana.
—Despierta pequeña furia, si no te levantas del piso para ya, tengo más agua helada que te quitara el hedor a cloaca.
La mirada que me dio fue como miles de dagas lanzadas a mi pecho, me gusta más de lo que me gustaría admitir. Giovanna es una joven cuya belleza es deslumbrante. Tiene una figura elegante y rasgos faciales perfectamente proporcionados. Aun con ese aspecto andrajoso irradia elegancia y sostificacion, no me equivoque cuando la vi, ella es todo lo que cualquier hombre de poder aspira a tener a su lado.
—Te asesinare. —Se pone de pie cuando me abren las rejas de la celda para permitirme el paso.
Solté una fingida carcajada.
—Puedes intentar asesinarme mientras te alimentas y tomas una ducha en mi habitación.
Fue su turno de reírse en mi cara. —Verla en ropa interior me está poniendo duro aun con su terrible aspecto y se ve débil, no alimentarse correctamente le está jugando en contra.
—No comeré y moriré de hambre.
Camine hacia ella y me detuve a un metro de donde estaba.
—Que inmadura. Para morir de hambre necesitas meses, muchos meses de tortura física. Tu cuerpo se alimentara de tu energía vital hasta llegar a los huesos y recién ahí morirás. Pero como no estoy dispuesto a perderte, te obligare a alimentarte así tenga que ponerte un tubo en tu garganta o una sonda en las venas para mantenerte hidratada. Tú eliges si quieres vivir en un infierno cómodo o en un infierno de tortura.
Gianna intento venirse encima de mí pero me fue fácil esquivarla y someterla. La puse contra la pared y la tome del cabello fuertemente empujando su cara contra la fría y sucia pared.
—No jugues con mi paciencia Gianna, o la pasaras muy mal. —Inyecte un sedante en su cuello y la tome en brazos cuando sus piernas se aflojaron.
Subieron a Gianna a la habitación donde dormirá a partir de ahora. La encargada de cuidar de ella es Antonella, una de mis mejores mujeres entrenadas, hasta ahora ninguna pudo superarla en combate cuerpo a cuerpo y sus habilidades son muy superiores a la de cualquier otra mujer.
—¿Has quitado todo lo que pueda usar para hacerse daño? Si hace algo para lastimarse lo pagaras con tu vida, Antonella. — Sonreí.
La joven se tensó con mis palabras pero seguía firme en su posición. Ella mira sus pies, sin que se lo haya pedido. Ninguna mujer tiene permitido mirarme a la cara sin autorización, pero ella si.
—Mirame Antonella.
La cicatriz en su rostro va desde su ceja izquierda a su mentón, pero eso no la hace menos bonita ni menos atractiva.
Su madrastra la había herido cuando cumplió quince años. Sus medias hermanas no son tan bonitas como lo fue ella en su adolescencia y como la mujer nunca llego a amarla como a una hija la lastimo por celos. Su padre siempre decía que Antonella tenía la belleza y la dulzura de su difunta madre. Pero su padre se encargó de cobrar la ofensa dejando que le haga el mismo corte para evitar su muerte. Desde entonces Antonella se ha unido a las filas de los De Luca y es la mujer más ruda y capaz de mi gente, nos entrenamos juntos.
—Lo siento Jefe, debo ser igual que los demás a la hora de mostrarle respeto. — Dijo levantando su rostro.
—Tú eres mi amiga, no es necesario que agaches la mirada cuando estamos solos. ¿Hemos entrenado juntos por cuanto, diez años?
¿Por que tanta timidez? Somos amigos, carajo.
—Así es señor. Tuve el honor de ser entrenada por su instructor por diez años con usted y el señor Lionel.
—Por eso eres la mejor, porque le pedí a mi padre que permanezcas a nuestro lado. Y deja de decirme señor, antes me tratabas de tu y ahora me vienes con eso de señor. No seas ridícula, recuerda esa vez que pusiste un escorpión en mi cama por dejar tus bragas clavadas en la puerta de tu habitación. — Ella sonrió.
—De haber sabido que le temías a los sapos lo hubiera disfrutado más. Fuiste un cretino, tus bromitas siempre se pasaban de la raya.
—Así me gusta, —Le di un empujoncito amigable en el hombro— trabajaras aquí adentro y te veré todo el tiempo, no quiero que me trates como el resto. Nos tenemos afecto.
—Gracias Theo. La verdad ya estaba cansada de tratar con esos mocosos mal educados que entreno 12 hs al día. Puedes estar tranquilo que a tu muñequita no le pasara nada mientras este bajo mi cuidado.
Asentí poniéndome serio nuevamente.